LIBRO DE FAMILIA | RESEÑA

Sombras recortadas

  • La obra de Manuel José de Lara recoge en sus poemas las figuras primordiales, el universo íntimo de lo que su autor es hoy día

'Libro de Familia', de Manuel José de Lara.

'Libro de Familia', de Manuel José de Lara. / M. G.

Sólo se escribe por amor: Toda escritura es una carta de amor (Gilles Deleuze)

El psicoanálisis (Otto Rank, Freud) inventa la expresión “novela familiar” para describir las preguntas que todo niño se hace sobre sus orígenes, el relato sobre el sentido de su Ser, pero nadie, que sepamos, ha teorizado sobre qué sería la “poesía familiar”, ese otro registro de las palabras en donde tal vez también puede quedar trabado el sentido, el significado de lo que somos. La obra que nos presenta Manuel José de Lara bajo el título de Libro de familia sí parece contener algo de ese sentido, de esa observación perpleja y algo ensimismada de los referentes afectivos del amor, en forma de versos: las referencias al niño, desde la edad adulta; la relación en espejo con esa otra persona que ya no se es.

Compuesto por 41 poemas, en ellos vamos a encontrar las figuras primordiales, el universo íntimo y constitutivo de lo que su autor es hoy día. Y, aun así, en sus versos no hay preguntas, apenas diálogos y sí abundan los silencios, las figuras ensimismadas, las imágenes mudas, meramente descriptivas de fotografías o estampas de atmósferas congeladas en el tiempo.

Con una excelente selección de las palabras, se nos aparece en una Noche de verano “una gallina filósofa y voraz”, o en el Miércoles Santo “un niño en la madrugada” atrapado en ese insomnio de la infancia perpleja, en aquella “vereda sagrada” de la que hablaba mi padre (Ernesto Feria Jaldón). Y, cómo no, en Contemplación, “ese niño tristón (…) que se perdió por el cauce funeral de los días” [ahí la presencia de la muerte en la tristeza, el “vivir muriendo” de la melancolía].

'Libro de Familia' Manuel José de Lara. Editorial Los papeles del sitio. Sevilla, 2022. 64 páginas. 20 euros.

El padre está de manera rotunda en muchos versos: en esa Penumbra de los tangos, en cierta intimidad cómplice de la búsqueda de la soledad (Tendidos), también en ese hermoso poema lleno de gratitud y titulado Ahora que estás viejo o en aquel otro en el que responde al Soneto final, que su padre un día le dedicara, con su Soneto sin final. En algún otro hay como una ligera evocación del Soneto a su padre que escribiera Antonio Machado.

La madre se dibuja de manera imprecisa en el poema Sombras sobre el paraíso, que recuerda el título de aquel libro memorable de Vicente Aleixandre. Ahí Manuel José recuerda un momento apacible en el que se cifra la imagen amable de la madre leyendo junto a su gato. Y en Siluetas aparece el niño que ahora se vuelve padre/madre de su madre.

También están la abuela de “aquellos bailes de Gibraleón”, el triste abuelo Juan en aquel “invierno en blanco y negro (…) de luz confusa y sombría”, cuya fotografía se acompaña al final del libro; su hermano, con el que recuerda, en el poema Romance heptasílabo para mi hermano, el patio de la infancia lleno de voces guardadas, en el que ya no queda “ni una sombra”, el alpende, el rosal, los juegos, el silbato del tren de Sevilla o los barcos en la noche. Hermano a través del que se pregunta (Niño en un zaguán) “si al final la vida será un instante que apresó un papel”. Huellas de la tristeza de un tiempo gris y un mundo austero y sobrio, en el que también está la mirada de un niño a su padre en el Conquero (Paseo), desde donde “surgía la ciudad puesta en el llano”.

Hermoso libro de poemas que nos habla, en clave poética, lleno de ritmo y musicalidad, de esa “urdimbre afectiva” (Rof Carballo) que hace posible nuestro Ser en el mundo. Y que nos invita a pensar en el famoso comienzo de la Ana Karenina de Tolstói: “Todas las familias felices se parecen, las infelices lo son cada una a su manera”. Nos toca a cada cual verificar en qué familia estamos, a través de las evocaciones que estos versos, que estas “sombras recortadas” (Álbum) producen en nuestro ánimo.

Saludamos, con enorme alegría, esta reincorporación de Manuel José al ámbito de la poesía publicada, que no abandonada, después de varios años de silencio editorial. Esta nueva etapa del autor ya tuvo su precedente en el libro Restos de colección, XXVII Premio de Poesía Salvador Rueda del Ayuntamiento de Rincón de la Victoria (Málaga), que vio la luz en el año 2020. Esperemos que a partir de ahora haya un continuum menos distanciado de la producción bibliográfico-poética de este magnífico poeta onubense.

El libro está publicado, con una edición exquisita (casi juanramoniana) y pulcramente cuidada, en la editorial Los papeles del sitio, que regenta el también poeta onubense Abel Feu, y se encuentra disponible en la librería La dama culta de nuestra ciudad. Es seguro que su lectura no dejará indiferente.

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