Historias del Fandango

Soberanas flamencas

  • A las reinas Eugenia de Montijo y Victoria Eugenia le unieron lazos familiares; ambas compartieron el gusto por el flamenco y muy especialemente por el fandango

Retrato de Eugenia de Montijo y La reina Victoria Eugenia.

Retrato de Eugenia de Montijo y La reina Victoria Eugenia.

Identifiquemos, primero, a las dos soberanas situándolas en el tiempo y viendo la relación que hubo entre ambas. Eugenia de Montijo fue madrina de bautizo de Victoria Eugenia y muñidora del matrimonio de ésta con Alfonso XIII. Madrina y ahijada se llevaban bien y tenían en común el gusto por el flamenco, especialmente por el fandango. 

Eugenia de Montijo

Nació en Granada en 1826 y falleció en Madrid en 1920. Fue esposa del emperador francés Napoleón III. Resultó una mujer con mucho carácter, muy independiente, de vida azarosa y que participó en varias intrigas; conoció de niña el ambiente de los gitanos del Albaicín de Granada y allí se inició su gusto por el flamenco.

Victoria Eugenia

Nació en el Reino Unido, en año 1887 y murió en Suiza, en 1969. Fue reina de España y esposa del rey Alfonso XIII, madrina de nuestro actual rey Felipe VI. Solía recibir a quienes invitaba a su casa, en Lausana, con una copa de jerez y preparaba gazpacho y tortilla de papas, como gesto de una españolidad de la que hizo gala y siempre mantuvo viva. 

Hay un pasaje simpático en la biografía de Eugenia de Montijo, cuando asistió como emperatriz de Francia a los actos de la inauguración del canal de Suez en 1869. El cronista del diario El Liberal escribió que tras el acto inaugural, ya próximos al descanso en los barcos, se le ocurrió a un guardiamarina de la fragata La Berenguela, de la Armada española, “gran tañedor de guitarra”, sacar el instrumento y comenzar una serenata a la emperatriz, espontánea iniciativa a la que se unieron los demás barcos cercanos. Un soldado natural de Lepe fue uno de los que cantó para la emperatriz.

El Liberal, 09-09-1907 El Liberal, 09-09-1907

El Liberal, 09-09-1907

Esta última letra (”Ni contigo ni sin tí...”) la cantó uno de los marineros del mercante gaditano Pelayo que se sumó a la serenata. La anterior, como dice la crónica, se la sugirió la propia emperatriz a los marineros para que la cantaran. (Es interesante observar cómo las letras brillantes traspasan el tiempo y se quedan entre los aficionados. “La pena y la que no es pena...” la grabaron los hermanos Toronjo como fandango cané alosnero en sus primeros discos de  los años 60. Ambas siguen vigentes). 

Un año después de la inauguración del canal de Suez, encontramos un artículo en prensa en el que se recuerda con nostálgica memoria  cuando la emperatriz, fugitiva, abandonó las Tullerías, en 1870, y de cómo París la seguía añorando tras el derrocamiento de su esposo Napoleón III, aunque la realidad es que “la española” fue una figura más criticada que querida en Francia. 

El texto nos da cuenta de que Eugenia siguió cultivando el gusto por el cante de su tierra andaluza mientras vivió entre los muros de palacio. El fandango que mimó una tarde...

La Esfera, 08-03-1924 La Esfera, 08-03-1924

La Esfera, 08-03-1924

La otra reina, Victoria Eugenia, mantuvo también un claro interés por el flamenco, un gusto que compartía con su marido el rey. En los años 20, ambos asistían con frecuencia a las fiestas flamencas privadas que se celebraban en casas de la nobleza de Sevilla y Madrid; en ocasiones, incluso, la reina lucía vestimenta a la andaluza para entonar en el ambiente, y era bastante habitual que se retirara a descansar, ya de madrugada, después de que lo hiciera el rey.

Los cantaores Antonio Chacón y la Niña de los Peines, el grupo de baile del maestro Otero y el guitarrista Ramón Montoya solían ser artistas habituales del palacio de las Dueñas y del de Liria, casas ambas de los Alba, y en otras mansiones señoriales donde se celebraban aquellos saraos

La reina Victoria disfrutaba con el flamenco, ya fuera en las referidas fiestas o asistiendo a la feria, de la que era también asidua. En 1920, Victoria Eugenia culminó una jornada en Sevilla visitando varias casetas y escuchando una vez más a Pastora Pavón.

La Acción, 22-04-1920 La Acción, 22-04-1920

La Acción, 22-04-1920

Cuando se estrenó en París la ópera Goyescas, de Enrique Granados, la reina Victoria asistió al espectáculo. Esta representación constituyó un éxito valorado como definitivo del arte español en la capital francesa. “La partitura es una perfecta descripción de las cosas de España -afirmaba la prensa nacional- y vibra en ella el carácter y el ambiente en que la obra fue concebida”. La sevillana Amalia Molina puso el broche final aquella noche bailando el fandango, que la reina siguió con vivo e inusitado interés.

La Época, 17-12-1919 La Época, 17-12-1919

La Época, 17-12-1919

Ambas soberanas perdieron sus coronas, pues sus maridos fueron destronados y expulsados de sus puestos y de sus países, Francia y España. Pero las hemos traído a este espacio flamenco porque nos han interesado sus gustos por el fandango.

La próxima entrega: La copla andaluza.

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