Cultura

Sandra Correia y la melancolía musical

  • El concierto del sábado en el Centro de Arte Harina de Otro Costal, en Trigueros, transitó por la esencia del fado portugués más tradicional Célia Leiria fue la artista invitada

Noche de fados en Trigueros, un clásico ya. Lo decía el presentador de la gala del pasado sábado, que el Centro de Arte Harina de Otro Costal se ha convertido en los últimos años en la más notable casa de fados existente fuera de Portugal. Y el público volvió a refrendarlo con su presencia en un lugar gestionado por los incansables Juan Manuel Seisdedos y Lourdes Santos, que han conseguido abrir un hueco en el sector del espectáculo en una comunidad como la andaluza, donde curiosamente es el sector público quien con el dinero de nuestros impuestos domina esta actividad profesional. Competencia desleal y programaciones erráticas y gratis total -electoralismo puro y duro- contra las cosas bien hechas. Malo.

El sábado en Trigueros, un cartel de lujo: Sandra Correia, toda una joven dama del fado, acompañada por Pedro Amendoeira a la guitarra portuguesa y João Filipe con la viola de fado. Entre el público, la fadista Célia Leiria, que ya actúo en Harina de otro Costal la pasada primavera y que se sumaría luego a un fin de fiesta absolutamente genial.

Tres fados cantó Sandra Correia desde lo alto del escenario para dar inicio al concierto; desde allí cantó amparada en unos extraordinarios músicos: el hermano de otra grande del fado, Joana Amendoeira, un artista de notable experiencia y gusto con la guitarra portuguesa, y el joven João Filipe, que une a su sapiencia musical una destreza que ha puesto en manos de la innovación para la evolución, que es la propia vida del fado.

Tres hermosas canciones cantadas con absoluta corrección y recogimiento por una de las voces más dulces y melódicas que se puedan escuchar en la actualidad. Luego la fadista bajó de la tarima, se puso al frente de un concierto que a partir de entonces manejó a sus anchas, dominó y sumó, a su dulce voz, a su melodiosa y melancólica voz, unas dotes de interpretación, de transmisión, por lo tanto, que cambiaron el rumbo de una gala que fue de menos a más, a mucho, muchísimo más. La noche no había hecho más que empezar.

El concierto transitó por los caminos que transita la pura esencia del fado. Melancolía, saudade y sobrado corazón. Hay un tema que popularizó la gran Amalia Rodrigues, Tudo isto é fado, que lo cantó Sandra Correia el sábado tal como hay que cantarlo, pleno de sentimientos. En esa canción se oye un estribillo que no me resisto a traducirles: "Amor, celos, ceniza y fuego, dolor y pecado. Todo esto existe, todo esto es triste, todo esto es fado". Así explicaba la gran Amalia qué era un fado. Así lo cantó Sandra Correia. Ahora, oyendo la voz y el sentimiento que impone a sus canciones la fadista radicada en el viejo barrio lisboeta de Alfama, uno entiende que sea considerada una de las mejores intérpretes del llamado fado menor, el fado por definición más melancólico y triste.

Sandra Correia para entonces, para cuando nos explicaba qué era el fado, nos tenía ya convencidos de que el fado es simplemente y nada menos que eso: la forma más hermosa que uno se pueda imaginar para expresar los más profundos sentimientos del alma humana. Todo esto es fado.

Luego la Correia invitó a Célia Leiria -que no hace mucho estuvo en esta casa de fados triguereña- a cantar, primero sola y luego al alimón en una noche que se había tornado espléndida. Los músicos, que suelen acompañar a ambas en sus galas, estuvieron a notabilísima altura toda la noche, acompañaron a Célia tal como lo habían estado haciendo con Sandra Correia, con precisa compenetración y poniendo sentimientos, alma y pasión en cada una de las cuerdas de la guitarra portuguesa y de la viola de fado.

La noche, con el recuerdo de Amalia Rodrigues en muchas ocasiones en las letras y en el sentimiento de las artistas, se estaba tornando espléndida, pero ocurrió lo que siempre ocurre en estos casos, que se terminó pronto, demasiado pronto por mucho que el concierto fuera largo en el reloj, pero no en el alma ni en los sentimientos.

Sandra Correia y Célia Leiria, y los músicos que tan estupendamente las acompañaron, se crecieron a medida que se desarrollaba el concierto, estuvieron maravillosos y eso hace que todo sepa a poco, a muy poco. Nos quedamos con el recuerdo de la voz envidiable de Sandra Correia, con otra magnífica noche de fados, y nos quedamos al fin con la seguridad de que la música popular porguguesa volverá siempre a Trigueros, siempre estarán:"Numa casa portuguesa fica bem / pão e vinho sobre a mesa. / E se à porta humildemente bate alguém, / sent-se à mesa co'a gente. / Fica bem esta franqueza, fica bem, / que o povo nunca desmente. / A alegria da pobreza / está nesta grande riqueza / de dar, e ficar contente".

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