Cultura

Remolino de emociones

  • Vanesa Martín triunfa sobre las tablas del Gran Teatro con un concierto íntimo presentando su tercer álbum · La malagueña muestra su madurez como compositora e intérprete junto a una buena banda

No hay artista que repita éxito en un mismo lugar en tan corto periodo de tiempo. Dos días llenando el aforo del viejo Gran Teatro de Huelva, después de hacer exactamente lo mismo en varios escenarios de renombre durante la gira de Cuestión de piel. Son muy pocos los interpretes que en la actualidad pueden llevar esta marca de éxito allá donde presentan su repertorio musical. Y en Huelva, noche gélida y lluviosa, el calor del público se hizo presente.

El acercamiento de la malagueña al Olimpo de los dioses musicales ha sido proporcional a su esmerado trabajo, una labor de años que con paciencia, poco a poco, la ha llevado hasta una importante legión de seguidores, quienes durante dos horas la acompañaron durante el largo recorrido de los temas de su tercer disco, sin olvidar otras canciones de sus anteriores grabaciones de estudio.

El concierto se inició con una suavidad repleta de matices, un íntimo y necesario cariz que se fue tornando en momentos llenos de melancolía y de fuerza. Cada concierto que Vanesa Martín ha ofrecido le ha hecho madurar en el escenario. La relación que se muestra entre artista y espectador se ha estrechado y a día de hoy existe esa complicidad que la hace ser más grande.

Durmiendo sola, acompañada exclusivamente del piano y sin micrófono, fue uno de los grandes instantes del concierto, ya que confirió que era de las canciones que, desde que la compuso, sabía que la iba a seguir durante toda su carrera. La interpretación, con un gusto exquisito, fue aplaudida de manera continuada. Fue de las ocasiones de gran emoción del recital, haciéndose un silencio en cada verso.

Arropada en todo momento por una banda de buenos músicos, entre los cuales se encontraban dos artistas de la tierra, la sonoridad de sus temas más conocidos rodaron como una apisonadora entre las voces de sus incondicionales. Además, el sonido de directo fue labor de otro gran profesional de los que ha dado Huelva en los últimos años, Manuel Hernández. Un perfecto póquer de profesionales con José Mena a la batería y José Carlos Roca al violonchelo.

Capaz de volar por diversos colores, de hacerse sentir dentro de cada letra, de mostrar sensaciones muy atractivas para quienes las escuchan, Vanesa Martín demuestra de nuevo cómo va sobrada en enseñar su forma de vivir, de desnudar su alma, de estar y de perseguir sus sentimientos. Quizá se repitan las historias cotidianas, pero es que ella sobrevive en ellas, jugando una y otra vez en el lado humano de la música, bien hecha e intencionada.

Una nueva vigilia llena de magia que volverá a dar paso a otra esta misma noche, ya que ha tenido que ampliar a dos días ante la demanda de entradas. Esto ocurrió hace ya dos meses. Solamente por poder disfrutar una vez más de su carisma y buen hacer.

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