En el artículo anterior habíamos localizado al fandango en diversos países de la ribera norte del Mediterráneo. También en los de la ribera sur encontramos bailes parecidos. En Argelia, los musulmanes bailaban durante el Ramadán una danza con una ambientación festiva cercana a la de la ribera norte en el siglo XIX [1]
Para los de aquí, siempre cabe la imitación -más torpe que acertada en ocasiones- de lo que hacen los de allá. Por ejemplo, en Málaga, durante las "fiestas de la Reconquista" -que así denominaban en el siglo XIX lo que hoy conocemos como la feria, en agosto- un vecino adinerado que tenía un casa de estilo árabe en La Caleta montó para sus invitados una fiesta "al estilo oriental"
El 'pandango' en Filipinas
¿Hasta dónde ha llegado el fandango? Hasta los confines del mundo, y no es una figura retórica, porque cuando en el imperio de España no se ponía el sol, en Filipinas, uno de nuestros territorios más distantes, se bailaban la jota valenciana, la curacha, el balitao y el fandango. Fandango que los nativos pronunciaban pandango, porque su alfabeto no tiene f, y que acompañaban con la guitarra. El hombre ofrecía el salacot a la pareja con la que iba a bailar, que se lo colocaba y cuando la...
Misión militar en Dinamarca
En una misión militar de nuestro ejército en Dinamarca, en 1807, los labriegos y campesinos del lugar se sorprendían viendo a nuestros soldados fumar y seguían con prevención sus movimientos, temerosos de que pudieran incendiar sus casas, con tanta madera como almacenaban dentro. Seguían con respeto y curiosidad las misas al aire libre con la tropa formada a los acordes de la música militar y las familias de la oficialidad vestidas de terciopelo y seda
Miradas oblícuas
En este repaso de hoy, salpicado por los tiempos pretéritos, podemos concluir que el fandango y sus ambientes han suscitado el interés de los extranjeros, aunque no siempre lo hayan entendido bien. Hay "miradas oblicuas", que decía Saramago, miradas atravesadas por el error. El prestigioso novelista inglés H. G. Wells estuvo de visita en España en 1932. En Granada le llevaron a escuchar cante al Sacromonte y comparó al fandango con los cantos regionales de Devonshire. No le faltó imaginación, pero lo que es oído...
En cambio, ha habido escritores y viajeros románticos británicos que se enamoraron de nuestros bailes y sus protagonistas rindiéndose a sus encantos. El amigo y colega extremeño Paco Zambrano localizó en un libro de viajes del italo-inglés Joseph Baretti una descripción de gran interés. Habla de una madrugada vivida en Elvas, Portugal, en septiembre de 1760. Lo que allí vió fue cantar y bailar el fandango a unas jóvenes hermanas pacenses que habían ido a la feria. (En inglés el original; aquí, traducido al español)
Más adelante, describe que tanto el fandango como la "seguedilla" (en español en el original) se bailan con el solo sonido de la guitarra o acompañados por la voz, un cuadro tan parecido al de hoy día. Extremeñas cantando, tocando y bailando el fandango en Portugal.
Polémicas, siempre polémicas...
Pues nada. Practicando vicios nacionales ancestrales y fieles a nuestra secular tradición de fustigarnos, de poner en duda nuestros valores como pueblo y de dividirnos sin descanso en las críticas, a comienzos del siglo XIX andábamos los españoles con el complejo de si éramos homologables o no a las culturas europeas por bailar fandangos
Mostrándose por Europa
Pero nunca han faltado quienes defendieran al buque insignia de la música popular nacional durante siglos, que fue el fandango.
Se cuenta que un grupo conocido como los Boleros Ambulantes bailaba en nuestros coliseos por los años 20 del siglo XIX. Ellos eran dos: el Camprubi y el Font, y ellas, otras dos: la Du Biñon y la Serral. Y un día, tras morir Fernando VII, cuya censura impedía que se desarrollara en España una música autóctona, llevados por su espíritu de aventura y para buscar nuevos aires, formaron una caravana trashumante de cómicos, gente del teatro, al estilo de los 'cómicos de la legua' de la película "El viaje a ninguna parte", de Fernando Fernán Gómez, y se marcharon de España para recorrer Europa, allá por los años 30 del siglo. Y uno de los números que más aceptación tenía en todas partes eran sus bailes de fandangos y seguidillas. Y así, representaron en Londres, en París, en Moscú... y desde allí viajaron a San Petersburgo, y luego a Constantinopla, llevando nuestro folclore por todo el continente, sin complejos y cosechando aplausos.
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En la próxima entrega: Cuando Centeno grabó el fandango de Juan María
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