Rafaelillo y Fandi, con tres orejas, y Perera, con dos, a hombros

La terna se enfrenta a un encierro de El Torero, de juego desigual, en el que los mejores toros, aplaudidos en el arrastre, fueron segundo y quinto

Efe / Murcia

20 de septiembre 2009 - 05:00

GANADERÍA: Se lidiaron seis toros pertenecientes a la ganadería de El Torero, correctos de presentación y de juego desigual, destacando segundo y quinto, aplaudidos en el arrastre. TOREROS: Rafael Rubio 'Rafaelillo', oreja y dos orejas. David Fandila 'El Fandi', dos orejas y oreja. Miguel Ángel Perera, oreja tras aviso y oreja. INCIDENCIAS: Plaza de toros de La Condomina de Murcia. Tres cuartos de entrada en tarde soleada.

Los diestros Rafael Rubio Rafaelillo y David Fandila El Fandi, que empataron a tres orejas cada uno, y Miguel Ángel Perera, que cortó dos, salieron a hombros en el noveno festejo de abono de la feria de Murcia.

Rafaelillo tuvo en primer lugar un toro complicado al que plantó cara desde los muletazos de rodillas con los que inició su faena hasta la estocada final. Y entre medias, una labor poderosa y vibrante, llena de nervio y coraje.

El murciano recibió al cuarto a portagayola, muestra de que no estaba dispuesto a dejarse ganar la partida porque a esas alturas del festejo El Fandi ya tenia asegurada la Puerta Grande. Rafaelillo puso de nuevo toda la carne en el asador en una meritoria labor ante un toro que no fue fácil, y aunque le faltó quietud, el conjunto tuvo emoción.

El Fandi, que repetía actuación en la feria, triunfó de nuevo con las banderillas, especialmente en el quinto. El granadino puso mucha entrega ante sus dos oponentes en sendas faenas que calaron mucho a los tendidos, y aunque no tuvieron tanta calidad como vibración, rentabilizó el recuerdo de sendos tercios con los rehiletes.

La faena al tercer toro fue de menos a más, ya que Miguel Ángel Perera supo modificar un comportamiento renuente en un principio hasta convertirlo en colaborador por los dos pitones.

La lidia, desarrollada toda en los medios, alcanzó sus mejores momentos en dos tandas de naturales muy largos y templados, y en otras tantas en las que los molinetes fueron el pórtico a circulares por la espada, cambios de mano y muletazos desmayados.

El sexto, sin ser un mal toro, no llegó a romper del todo en la muleta pero aún así Perera a base de buena técnica y disposición consiguió arrancar el trofeo que también le ponía en la Puerta Grande.

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