"Prefiero los personajes que no son planos, a los que puedo entrar por todas partes"

Joaquín Núñez. Actor

Tras hacerse con el Goya al mejor intérprete revelación por su trabajo en 'Grupo 7', el malagueño continúa el rodaje de '¿Quién mató a Bambi?' a las órdenes de Santi Amodeo

Joaquín Núñez señala su estatuilla de actor revelación del año durante la gala de los Goya el pasado domingo.
Pablo Bujalance

22 de febrero 2013 - 05:00

Hace cosa de tres décadas, Joaquín Núñez coincidió en la Escuela Superior de Arte Dramático de Málaga con Adelfa Calvo, actriz de recorrido tan largo como el suyo que interpreta un pequeño papel en Grupo 7, la película que ha consagrado a Núñez mediante el Goya al mejor actor revelación, concedido el pasado domingo. El reencuentro no deja de ser representativo en la historia de alguien que aparece ahora como objetivo de todos los flashes y que, sin embargo, lleva partiéndose la cara en el mundo de la interpretación toda una vida. El policía que el recién galardonado compuso para la cinta de Alberto Rodríguez se metió en el bolsillo al público y ahora este hombre amable y cómplice se ha convertido en el reclamo de buena parte del sistema audiovisual español. Estos días continúa a las órdenes de Santi Amodeo en el rodaje de ¿Quién mató a Bambi?, que arrancó a comienzos de este mes en Benalmádena y se prolongará hasta finales de marzo en Sevilla. También participa en Caníbal, de Manuel Martín Cuenca, donde vuelve a compartir reparto con Antonio de la Torre. Y en televisión, tras comparecer en Aida, su incorporación a la recientemente inaugurada nueva temporada de Cuéntame como personaje estable le garantiza una más que notoria visibilidad. El intérprete malagueño pide paso, entonces, pero de gigante.

-Su nombre sonaba en las quinielas como favorito para llevarse el Goya. ¿Hacía caso a las apuestas o las evitaba?

-Tenía muchas esperanzas puestas en que me lo dieran, sobre todo porque tanto Alberto [Rodríguez] como Antonio [de la Torre] como los productores y todos los demás compañeros de Grupo 7 me insistían en que tenía muchas posibilidades de ganar. Cuando me dieron los premios de Asecan [Asociación de Escritores Cinematográficos de Andalucía] y del Círculo de Escritores Cinematográficos todos insistían más aún, me decían que estos galardones ya se consideraban una antesala infalible y que no quedaban muchas dudas. Pero claro, hasta que no dijeron mi nombre no me lo creí.

-El suyo fue el primer Goya de la noche, ¿le permitió esta circunstancia disfrutar de la gala con más tranquilidad?

-Sí, bueno, lo que pasa es que va todo muy deprisa y en cuanto te dan el Goya tienes que ir corriendo al encuentro con la prensa, el photocall y todo eso. Cuando pude regresar a la gala ya había transcurrido un buen rato y me perdí la entrega de algunos premios. Pero lo viví todo con mucha emoción, con un subidón increíble.

-¿Cómo recibe el Goya al mejor actor revelación alguien que lleva tantos años dedicándose al cine y al teatro? ¿No se trataría, más bien, de una confirmación?

-Sí, exactamente, así es como yo recibí el premio, como una confirmación. Llevo más de 35 años trabajando en cine, televisión y teatro y ahora, de alguna forma, veo una recompensa a todo lo invertido, la certificación de que mi decisión de ser actor tenía sentido. Para mí esta profesión es una vocación, así la he vivido hasta ahora. Lo que ocurre es que Grupo 7 ha significado un antes y un después, por lo bien que lo pasé haciéndola y por todas las ofertas que me han llegado desde su estreno. En televisión, por ejemplo, ha sido muy importante estar en Aida y ahora en Cuéntame. Y en cine, poder trabajar con Santi Amodeo supone una satisfacción muy grande.

-Precisamente, Amodeo es un puntal decisivo del nuevo cine andaluz junto a Alberto Rodríguez. ¿Qué tienen ambos en común?

-Que son genios, y que los dos tienen muy claro lo que quieren. Cuando te pones a sus órdenes sientes que te llevan justo a donde tienes que ir y que estás dando lo mejor de ti. Es un gustazo.

-¿Es muy distinto su personaje en ¿Quién mató a Bambi? respecto al Mateo de Grupo 7?

-Sí, no tiene nada que ver. Mi personaje en la película de Amodeo constituye una vuelta de tuerca, es algo seguramente más complejo, más rico, con matices y registros muy diferentes. Pero si los dos tienen algo en común es precisamente su complejidad, la posibilidad de abordarlos desde ángulos muy distintos. Prefiero siempre los personajes que no son planos, a los que puedo entrar por todas partes. Y tengo la suerte de que me ofrecen este tipo de personajes.

-Inevitablemente, la atención que el público brindará a partir de ahora a sus trabajos será mayor. ¿Le produce esta exposición más placer o más presión?

-Prefiero no entrar en ese tipo de disyuntivas. Pienso seguir haciendo mi trabajo como lo he hecho siempre, procurando enriquecer al máximo los personajes que interpreto. Uno de los motivos por los que he disfrutado tanto rodando Grupo 7 es porque Alberto [Rodríguez] me ofreció un papel hecho con muchos dibujos. A mí ya sólo me correspondía colorearlo, pero hacerlo ha sido un verdadero placer porque siempre ha entrañado un reto creativo. Es fantástico que me lleguen ahora más ofertas, que me llamen más, pero mi actitud respecto a lo que hago seguirá siendo la misma. No me ha ido mal así.

-¿Dónde se siente más actor, delante de una cámara o en el escenario?

-El cine es mucho más cómodo que el teatro porque te sientes mucho más arropado. El domingo dediqué el Goya a todos mis compañeros de Grupo 7, a todos, desde los productores a los técnicos pasando por los de maquillaje, porque me he sentido siempre muy respaldado por todos. En el teatro es muy distinto. Por más que haya una compañía, por más que durante los ensayos llegues a confraternizar con el resto, cuando sales al escenario te lanzas al ruedo y ahí te las ves con el público. Si no se produce ninguna conexión con los espectadores, la experiencia puede llegar a ser angustiosa. Pero si conectas, el subidón no puede compararse a ninguna otra cosa, es una droga tremenda.

-¿Contempla el teatro entre sus proyectos a medio plazo?

-Tengo una obra escrita sobre el alzheimer que se titula Era una noche estrellada y sin embargo llovía, y quiero montarla con mis amigos, Pedro Fernán y Manuel A. Linares. No sé cuándo, pero lo haré. Seguro.

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