Cultura

La Orquesta del Algarve

El buen hacer no declina. Aunque las modas lleguen con fuerza y muchos se dejen influir por las caprichosas corrientes que cambian casi de inmediato, el arte puro y simple permanece. La Orquesta del Algarve es ese todo expresivo y matizable que pone en pie las mejores tradiciones clásicas; un resumen de cualidades y proyectos que se hace palpable en una interpretación fresca y rica. Una oferta camerístico-sinfónica no sólo agrupa a amantes y entendidos sino que además abre la posibilidad de futuros oyentes. Siempre se ha dicho que cuando la música se toca tal como se compuso ésta mantiene su dignidad y ve ampliada su difusión.

A rasgos generales un espíritu clásico se crea despacio entre todos sin necesidad de solemnidades; la grata afición por el repertorio internacional hace que el gusto tenga en todo momento su espacio. En este sentido cabe recordar las semejanzas que existen entre lo culto y lo popular, lo convencional y lo innovador. Un director de orquesta es consciente de este hecho, y a la hora de iniciar la interpretación lo infunde en la orquesta como algo espontáneo hasta el punto de crearse una bella síntesis de ambos elementos. El público que prefiere renunciar al encasillamiento lo agradece con un interés y una fidelidad que hacen posible el propio prestigio de estos intérpretes. Y se puede incluir entre piezas célebres otra desconocida que posea un lenguaje distinto donde la melodía, el ritmo y la armonía calen especialmente en algún pasaje. Por encima de la formación técnica y sus especializaciones, el encuentro entre la música, el intérprete y el público sigue perpetuando la misma fuerza de una composición.

En cuanto a las participaciones colectivas e individuales, tanto el director como los instrumentistas saben establecer una comunicación fluida; aquí la perspicacia lleva a tomar decisiones en el último momento, es decir, en el curso de una obra. Esto es un reto ciertamente apasionante de la música en vivo y en directo que los portugueses saben llevar a cabo: con la base de una disciplina suficiente los pormenores de su versión son el plato fuerte. Puede ser la familia de los violines o la del viento-madera donde surja la iniciativa que se propague al resto de la orquesta: un director que pone a la música por encima de todo asume una interpretación como el destino excitante que ha de envolver al público durante un concierto.

Gana terreno la Orquesta del Algarve fundiendo los timbres de las secciones instrumentales con el trasfondo de un arte flexible; esto se justifica en que una partitura no se ve limitada por las circunstancias de su autor y la época. Al entender una obra como el fruto de una inspiración particular, las barreras académicas se rompen, y así, el estilo deja una impresión magnífica.

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