Música en la favela
Crítica de Cine
'EL PROFESOR DE VIOLÍN'
Cines Aqualon Puerto Huelva.- Producción: Brasil, 2015.- T.O.: 'Tudo que aprendemos juntos'.- Duración: 122 minutos.- Director: Sérgio Machado.- Guión: Maria Adelaide Amaral, Marcelo Gomes, Sérgio Machado y Marta Nehering inspirado en la obra 'Acorda Brasil', de Antonio Ermirio de Maraes.- Fotografía: Marcelo Durst.- Música: Alexandre Guerra y Felipe de Souza.- Montaje: Márcio Hashimoto.- Intérpretes: Lázaro Ramos, Kaique de Jesús, Sandra Corveloni, Elzio Vieira, Fernanda de Freitas, Hermes Baroli, Criolo, Rappin' Hood, Thogun
Lo mismo que decíamos hace dos días de la película portuguesa Hielo (2016), podríamos afirmar de la que hoy nos ocupa. Es insólito un título brasileño en nuestras salas si bien los espectadores onubenses están muy familiarizados con el cine de Brasil a través de las muy numerosas y muy brillantes muestras que de él hemos tenido y disfrutado en nuestro Festival de Cine Iberoamericano de Huelva. De ahí que celebremos la presencia en estos cines de El profesor de violín, título que se le ha dado en España a lo que originalmente se llama Todo lo que aprendemos juntos, lo cual define muy bien el contenido de la película.
Estamos ante hechos reales que dieron lugar a la novela de Antonio Ermirio de Moraes basada en la creación de una orquesta juvenil en la favela Heliópolis en un barrio marginal y deprimido de Sao Paulo. Todo surgió en el seno de una ONG dedicada a la reinserción de jóvenes. Laertes, un violinista de reconocido talento, ha sido rechazado por la Orquesta Sinfónica del Estado. Contrariado por ello decide dar clases de música a adolescentes. Su experiencia será un gran revulsivo muy positivo en su vida pero también para sus discípulos. Ha de superar la escasez de medios, la falta de implicación de los alumnos y la situación de extremas limitaciones del propio barrio. Fue la experiencia personal del maestro brasileño Silvio Bacarelli que en los años noventa consiguió proporcionar a sus alumnos de una de las más grandes favelas de la gran metrópoli paulista la entidad social y cultural que estaban necesitando.
El argumento no es precisamente original porque casos como éste ya los hemos visto en el cine en diversas ocasiones, pero con el mismo vigor narrativo que vimos en películas tan memorables de la cinematografía brasileña como fueron Estación Central de Brasil (1998), de Walter Salles y Ciudad de Dios (2002), de Fernando Merirelles, Sergio Machado, proporciona una dimensión bastante personal y enérgica para distanciarse de cualquier parecido. El realizador, que empezó a cimentar su prestigio con el éxito de su película Cidade Baixa (2005), ha afrontado muy personalmente esta historia de superación en la que hay mucho de autobiografía y experiencia personal -sus padres fueron músicos - y compromiso social porque el film revela muchas de las realidades del Brasil actual y en particular de los más jóvenes. En ese aspecto Sérgio Machado ha contrapuesto una perspectiva optimista y esperanzadora.
Aparte de esa visión real de un sector de la inmensa ciudad brasileña, del desarraigo, la marginación y el gran riesgo que corren los adolescentes en un ambiente de necesidad y de extremas carencias sociales y de todas las implicaciones sentimentales que en diversas ocasiones surgen en el curso de los acontecimientos y de su concepción cinematográfica, ésta es una estimulante mirada a un ámbito necesitado de aliento, de esfuerzo y sacrificio.
En ese sentido El profesor de violín es un homenaje a esos maestros de cualquier disciplina que logran alentar en sus discípulos la ilusión y la voluntad a favor de un mundo mejor. Un ejemplo también de cómo la cultura en general y en este caso la música puede ser, más que un lenitivo, una causa de extraordinaria fuerza que oponer a los peligros de la marginalidad: la delincuencia, la drogadicción, la violencia…
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