José Sánchez-Montes. Director de Cine

"Si no fue Morente quien cambió la historia de flamenco, al menos sí la viró"

  • 'Omega', el disco de Enrique Morente con Lagartija Nick, vuelve al mercado 20 años después de su edición original

  • Un documental revisa ahora su proceso de gestación

El realizador granadino José Sánchez-Montes .

El realizador granadino José Sánchez-Montes . / Matilde de la Cruz

Coincidiendo con el vigésimo aniversario de su publicación original -y a punto de cumplirse seis años de la muerte del cantaor-, llega este viernes a los cines Omega, documental sobre el disco homónimo de Enrique Morente y Lagartija Nick, una película codirigida por el granadino José Sánchez-Montes y el sevillano Gervasio Iglesias que revisa el proceso de creación de aquella obra capital. Y no sólo para el flamenco.

-¿Por qué este documental?

-He trabajado con Universal varias veces, con el documental sobre La leyenda del tiempo de Camarón, con el de Martirio... Se trataba de aprovechar la efeméride para hacer una película relacionada con la reedición del disco. Los 20 años de Omega se presentaban como una ocasión muy buena para revisar qué pasó y ponerlo en imágenes.

-¿Recuerda cuándo conoció a Enrique Morente?

-Sí, en el año 84, cuando montamos la productora Ático 7. Nos dedicábamos, sobre todo, al videoarte. Un día que estaba solo en la oficina llamaron a la puerta y era Enrique. Me dijo: "Mira, me han dicho que hay aquí unos chavales que hacen vídeo de creación y yo no sé lo que es eso". Y allí estuvo un rato hablando conmigo. Me quedé impresionado, porque lo conocía y admiraba como artista.

-Después trabajó estrechamente con él en películas como Morente sueña la Alhambra

-Hubo una experiencia anterior para mí tan importante como ésa, o incluso más, que fue cuando dirigió musicalmente el proyecto multimediaFederico García Lorca. De Granada a la luna. Convinimos cuáles eran los artistas que podían participar y gracias a él fueron entrando desde Santiago Auserón hasta Michael Nyman, John Cale o Neneh Cherry. Curiosamente, Enrique abría muchas puertas fuera. Yo entonces, por ejemplo, no estaba muy seguro de que Robert Wyatt supiera de Enrique, pero, vaya, no es sólo que supiera de él, sino que era fan.

-¿Ha sido difícil desentrañar el origen de un disco tan poliédrico, casi tan impreciso como el propio origen del flamenco?

-Está claro que hay un montón de antecedentes, gente importante que experimenta con el flamenco y otras músicas y que lo hace con mucha calidad: Sabicas con Joe Beck, Smash, Camarón... Esos antecedentes están ahí. Pero el hacerlo desde el conocimiento de la profundidad de las letras de Lorca, de la profundidad de las letras de Leonard Cohen... Eso es lo que hace especial a Omega. Si no se juntan dos ejes a priori tan antagónicos como Lagartija Nick, con todo el conocimiento cultural profundo de Antonio y Jesús Arias, y un cantaor como Enrique, tan interesado en rescatar a los poetas y ofrecer una visión de izquierdas del mundo del flamenco, eso no se hubiera podido hacer.

-Me refería también al cambio de dirección que sufre el proyecto inicial, que en origen es un disco de versiones de Cohen, sin rastro aparente de Lorca...

-Enrique tenía las orejas y la mirada muy abiertas. Encontrarse con Jesús y Antonio Arias, unos chavales que le cuentan algo que le entusiasma, le hace cambiar de idea y dejar a una lado el proyecto original para, a partir de ahí, mirar a Omega como algo mucho más serio. Me contaba Alberto Manzano [traductor y biógrafo de Cohen] que el primer enamoramiento de Enrique por Cohen estaba en sus primeros discos, que son más de cantautor, pero que cuando lo conoce personalmente, Cohen está ya en otro registro, más surrealista. Ese Cohen surrealista es el que lleva a Enrique a Poeta en Nueva York y el que hace que se de cuenta de lo mucho que tenían que ver Cohen y Poeta en Nueva York. Creo que esa relación que descubre es la que le hace sentirse insatisfecho con la idea de grabar, simplemente, un disco de versiones de Cohen.

-La casualidad ha querido que Leonard Cohen falleciera justo antes del estreno del documental. ¿Llegó a verlo?

-No. Contactamos con él para hacerle una entrevista, como es lógico, pero en ese momento estaba mal y no hubo manera. Afortunadamente, apareció esa entrevista suya en Los Ángeles y tanto Gervasio como yo vimos que era casi mejor: él, intentando promocionar Omega en Estados Unidos. Le llega el disco y se queda sorprendido, pero también convencido de que nadie allí lo va a oír y que tiene que hacer algo para promocionarlo. Así que se va a la radio y se pone a hablar de Omega. Ahora, con su muerte, el documental no sólo cobra sentido como homenaje a Lorca, a Enrique y a Jesús Arias, sino también a Cohen.

-Cuando se anuncia la reedición y el documental, arrecian los titulares grandilocuentes: El disco que cambió la historia del flamenco... ¿No le resulta exagerado? Por un lado, Morente ya tenía otros discos particularmente rompedores; por otro, ya existían discos igualmente rompedores de otros artistas flamencos.

-Se exagera muchísimo con esas frases hechas. Pero, en cualquier caso, lo que sí creo es que si no fue el propio Enrique Morente quien cambió la historia de flamenco, al menos sí la viró. Si no, ¿a qué tanto experimento, tanto seguimiento por parte de público joven, tanta admiración de casi todos los flamencos actuales hacia Enrique, por su manera de hacer las cosas? Está claro que no hablamos sólo de Omega, sino de la Misa flamenca, de Negra, si tú supieras...

-Uno de los grandes alicientes del documental es su despliegue de material inédito, tanto en imágenes como en sonidos...

-Casi todo lo que va a escuchar el espectador son directos o ensayos. Hay muchas perlas: audios de ensayos con conversaciones y discusiones que te hacen sentir allí. Ángel Arias, hermano de Jesús y de Antonio, me llamó un día para decirme que había encontrado una cinta de vídeo con la etiqueta Morente y que no sabía ni qué tenía. La vimos y resultó que estaba grabado uno de los primeros ensayos con Lagartija Nick, en un cubículo pequeñísimo con 12 o 13 personas. Fue un hallazgo. Y luego, de todo el material que yo tenía con Enrique, había muchísimas cosas que no habían salido. Por ejemplo, un concierto en el Zaidín grabado con varias cámaras y audio en multipistas.

-De todos los protagonistas de la película, cobran singular importancia la mujer e hijos de Morente y Antonio Arias, el ideólogo en la sombra. ¿Cómo vivieron el proceso de evocar todo aquello? Hay momentos particularmente emotivos...

-Creo que Antonio ha hecho el trabajo que quedó pendiente. Hablando con él muchas veces me deja esa sensación, que quedó pendiente trabajo por hacer con mayor libertad o con la distancia sobre las cosas que te da el tiempo. Enfrentarse a ese material y ver que sigue siendo absolutamente moderno, para él es un gustazo. A veces revisas material de hace tres años y te dices "qué cosa más antigua", pero para él en el caso de Omega ha sido lo contrario. Y ha sido muy feliz haciéndolo. Y para la familia, tras la muerte de Enrique, y con ella la desaparición de una parte importantísima de sus vidas, creo que ha sido el momento de darse cuenta de que, pasados los años del luto, ahora volvía la posibilidad de disfrutar. Tanto Aurora como Estrella, Soleá y Kiki, todos han estado entusiasmados. Yo no quería que fuera una película triste, sino todo lo contrario, y creo que lo hemos conseguido gracias a la propia familia.

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