De Mazzantini a las tonadilleras

Historias del fandango

Al terminar la corrida, el diestro Luis Mazzantini y su cuadrilla se fueron a un café cantante a celebrar su triunfo y a cantar flamenco, sustituyendo al cuadro que actuaba

El torero Luis Mazzantini.
El torero Luis Mazzantini. / M. G.
Miguel A. Fernández Borrero

27 de marzo 2022 - 06:00

Ocurrió en Valencia de Alcántara (Cáceres). El cuadro flamenco que actuaba era mediocre y no arrancaba ni un aplauso, así que se decidieron a sustituirlo. La cuadrilla de Luis Mazzantini era flamenca y tomaron por asalto el tablao. [1]

[1] El Enano, 1898.01.23
[1] El Enano, 1898.01.23

Pronto se corrió la voz por el pueblo de que estaban allí y el café se llenó, entre palmas y oles, y los curiosos llenaron la calle. Al cabo de un rato actuando, Mazzantini bajó del tablao, sombrero en mano, a echar el guante pidiendo al público un óbolo y se llenó rápidamente de monedas. Le ofreció la espontánea colecta al hombre mayor que parecía ser el jefe. [2]

[2 ] El Enano, 1898.01.23
[2 ] El Enano, 1898.01.23

Pérez de Guzmán y Sánchez Mejías

Año 1925. Fiesta en la Hacienda la Luz, de Lucena del Puerto, con asistencia de mucha nobleza, gente pudiente y aficionados al flamenco. Se lidiaron dos novillos, el primero muleteado y estoqueado con gran oficio por José Pérez de Guzmán. De auxiliar de lidia actuó su amigo el torero Ignacio Sánchez Mejías. La fiesta fue rematada con una buena sesión de cante flamenco, en la que José cantó su reconocido fandango. Sánchez Mejías era muy buen aficionado; él fue quien introdujo a Federico García Lorca en los bellos misterios del cante. Según le confesaba un flamenco que no dio su nombre al reportero Juan Ferragut en Madrid en 1935, unos meses después de la cornada que le costó la muerte, Sánchez Mejías entendía mucho de esto. [3]

[3] Crónica, 1935.01.13
[3] Crónica, 1935.01.13

Al general jerezano Miguel Primo de Rivera, el dictador, también le gustaba mucho el cante flamenco. Dicen que fue él quien puso de moda las fiestas andaluzas. Puede ser; desde luego, a los reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, y a la casa del Ducado de Alba, no había que tocarle los palillos para que se sumaran: en la década de los años 20, se celebraron en sus palacios de Sevilla y Madrid más fiestas flamencas que nunca antes, con una élite de artistas que estaban abonados a aquellos saraos (Chacón, Marchena, la Niña de los Peines, Ramón Montoya...).

Frascuelo y Gallito

Para un torero, cortarse la coleta es uno de los momentos más solemnes de su vida. Es la despedida, despojarse del símbolo de lo que ha sido su profesión, donde tantas veces jugó con la muerte. Frascuelo se la cortó en 1890, en una ceremonia con toda la ritualidad de estos acontecimientos y muchos amigos presentes, los diestros Guerrita y Badila entre ellos: cada uno de sus hijos le cortó un mechón, después regaló su ajuar de torear a los presentes, objeto por objeto, y al final se cerró el acto con un poquito de toque de la guitarra y cante flamenco. No podía ser de otra manera.

Entre colegas y amigos, Gallito chico obsequió en una ocasión a Frascuelo, al tenor Gayarre y otros allegados con una juerga flamenca en un café cantante de Sevilla. Como decía la revista El Toreo, allá por 1880, después de una corrida “to ze güerve cante flamenco, que ez lo que le guzta a la gente torera”.

Casi siempre hubo armonía, aunque en ocasiones chocaban los caracteres. Contaba la prensa en 1927 que Angelillo el de Triana y José Cepero llegaron a las manos por una discusión sobre cuestiones taurinas en el tablao Villa Rosa, de Madrid. El enfrentamiento subió de tono y el cantaor atizó al torero un garrotazo, hiriéndole en la cabeza. [4]

[4] La Voz, 1927.08.13
[4] La Voz, 1927.08.13

La reina que no se quería ir

Durante la feria de Sevilla de 1920, concretamente, la reina Victoria Eugenia aplazó dos veces su regreso a Madrid porque no quería perderse los atractivos que le brindaba la ciudad. Uno de ellos, escuchar cantar a la Niña de los Peines. [5]

[5] ABC, 1920.04.29
[5] ABC, 1920.04.29

De toreros y tonadilleras

Son la clásica estampa que ha alimentado siempre la fantasía de la gente. Algunas parejas se consumaron y otras quedaron pendientes, como la de Joselito y La Argentinita, bailaora y cupletista cuya vida sentimental estuvo tan ligada a toreros como abonada a vivir sus tragedias, porque al de Gelves lo mató un toro en Talavera de la Reina cuando contaba apenas 25 años, y Sánchez Mejías corrió la misma mala suerte que su cuñado, falleciendo víctima de otra cornada en Manzanares. Ignacio se había retirado de los ruedos en 1923, celebrando un encuentro con un grupo de amigos en su cortijo de Pino Montano, en Sevilla, que terminó también con cante en una agradable reunión. [6]

[6] La Unión, 1923.05.19
[6] La Unión, 1923.05.19

La pareja que menos duró fue la de Rafael Gómez Gallito y Pastora Imperio. En contra del parecer de ambas familias, él, con 29 años, y ella, con 19, se casaron en febrero de 1911 y en diciembre se presentó la demanda de divorcio. [7]

[7] El Globo, 1911.12.23
[7] El Globo, 1911.12.23

Muchas parejas. Dora la Cordobesita se casó con Chicuelo; Curro Romero con Concha Márquez Piquer; Paquirri con Isabel Pantoja; Rocío Jurado con Ortega Cano; Estrella Morente con Javier Conde… La historia registra bastantes de estos emparejamientos, a veces espejismos románticos, entre toreros y tonadilleras.

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