Crítica de Música

Martirio, 30 años no es nada

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Pop CAAC. Cantante: Martirio. Guitarra: Raúl Rodríguez. Piano: Jesús Lavilla. Contrabajo: Negrón. Batería: Guillermo McGill. Fecha: 5 de agosto. Aforo: Medio.

Suenan los primeros acordes de Estoy mala (1986), canción con la que Martirio abrió el viernes en Sevilla el concierto que ofrecía dentro del ciclo Pop CAAC, y en el público se instala ya la sensación de que 30 años no es nada, incluso para quienes aún no los han cumplido.

Lejos de que su peina, sus gafas de sol y sus canciones se hayan impregnado de nostalgia y olor a naftalina, la propuesta de la artista acampa en el terreno de una vanguardia imperecedera que no se sedimenta en clichés sino que toma el abono de un ideal propio y auténtico. Dicho de otro modo, ni Martirio necesitó acudir en sus inicios al catálogo de la transgresión para ser la más original de la época, ni sostiene el disfraz de moderna impostada para continuar atrayendo a sus seguidores. El traje, más bien, responde a una forma de entender la música, la vida y las cosas que la lleva a extraer la singularidad de todo lo que toca.

Así, de forma natural, cabalga por clásicos universales como Volver, De un mundo raro o Quisiera amarte menos haciendo que suenen y se sientan distintos. Reinterpreta el drama de Quintero, León y Quiroga Tu eres mi marío en un genial alarde de ironía femenina. O, sin que resulte extraño, convierte a La Bien pagá en Paid so well. Además de recordar éxitos como Las mil calorías, La noche es guy, Compuesta y sin novio o Las sevillanas de los bloques, que continúan relatando las verdades de muchas mujeres en una exquisita oda a lo cotidiano.

Un repertorio de coplas, boleros, baladas, pop, swing, jazz y flamenco, tan versátil como ella misma, que se unifica en los excelentes arreglos musicales de una banda que impregnó de elegancia y buen gusto cada tema y sonó de maravilla. Y cómo no en el territorio común, que es el amor, al que Martirio recurre desde todas las ópticas posibles: la de la entregada, la dejada, la decepcionada, la deprimida, la ilusionada… e igual en masculino, aunque en segundo lugar. De ahí, que hubiera tiempo para la risa, para la emoción y para la lágrima porque, como advirtió, se trata de vivir "y hay que amar, lamentarse, arrepentirse, curarse y volverse a arriesgar".

Una invitación a quererse que con una actitud cercana y desde su habitual sentido del humor fue defendiendo durante una noche que nadie quería que acabara. Menos mal que tras estos treinta años vendrán nuevas Martirios con nuevas sorpresas. Al final, quienes se sitúan en las últimas tendencias acaban agotados, atrapados por el esnobismo, pero esta artista tiene claros sus asideros. Y sospechamos que están más cerca de una tapa de papas aliñás del Mariano, en el barrio del Pumarejo al que hizo mención, que de un plato cuadrado de cualquier gastrobar.

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