Marías publicará en septiembre su nueva novela, 'Berta Isla', la crónica de una espera

"La gente tiene ahora menos sustancia", dice el autor, que por ello ambienta su historia en el pasado

Javier Marías, con su anterior novela.
Javier Marías, con su anterior novela. / Juan Carlos Hidalgo / Efe
Concha Barrigós (Efe)

Madrid, 08 de julio 2017 - 02:12

La crónica de una espera y de la dificultad de saber sobre el otro, atravesada por los "avistamientos" vitales, es el "magma" de las 542 páginas de Berta Isla, la decimoquinta novela de Javier Marías, que saldrá a la venta el próximo 5 de septiembre de manera simultánea en España, Hispanoamérica y Estados Unidos.

La novela, cuenta Marías, estuvo a punto de titularse "Berta Isla de Nevinson", con el añadido del apellido del marido de la protagonista, lo cual era una forma de evocar "a la antigua usanza" lo de "señora de", pero al final prefirió dejarla "sola", lo que supone ya una pista sobre la historia del libro, de la que el escritor, traductor y académico prefiere no desvelar demasiado. "Lo que iba a ser una vida en común se convierte en una convivencia intermitente y, luego, en una desaparición", apunta. La obra narra la evolución de una mujer, que se casa contenta de ser "señora de" y que se ve obligada a vivir una vida "extraña", dependiente de su marido, aunque no económicamente.

El autor de Corazón tan blanco o Mañana en la batalla piensa en mí quiso abordar en Berta Isla la "enorme fascinación por las historias tradicionales de hombres (marinos, soldados...) que desaparecen". "Tiene que ver -explica- con todas esas historias, con la fascinación por el hombre que vuelve y la mujer que ha estado esperando. Ulises y Penélope". El marido de Berta Isla, Tomás Nevinson, "tiene una facilidad enorme para las lenguas, es una especie de superdotado", revela sobre este personaje que se relacionará con otro que ya aparecía en Tu rostro mañana, Tupra, el reclutador de Jaime Deza. No es una "precuela" de aquel ambicioso ciclo de tres novelas, aclara, pero sí se inserta en ese "magma" compartido por todas sus novelas desde Todas las almas y recupera, como el caso de Tupra, a algunos personajes, aunque sea una historia totalmente independiente de las anteriores.

La novela abarca un largo periodo de tiempo, de 1969 y 1995, y el escritor, dice, empieza a preguntarse si la elección de viajar al pasado fue menos azarosa de lo que pensó al principio. "En el momento presente, el tipo de historias que me interesan -se responde- podrían resultar inverosímiles. La gente tiene ahora menos sustancia, y no me refiero a los jóvenes. Son tiempos de móvil y palito. El conflicto, la perplejidad que me interesa explorar, no se compadece bien con estos años y quizá por eso he ido hacia atrás".

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