Cultura

Mantillas: una clásica tradición a la moda

  • Sus raíces se pierden en nuestra propia cultura peros sus usos no siempre son los correctos. He aquí las claves para saber vestir de mantilla acorde con la tradición religiosa

Es Viernes de Dolores. Estamos en Semana Santa y, cara al Jueves y al Viernes Santo, muchas son las que rescatan de sus armarios las mantillas con las que, para visitar los sagrarios esos días, la mujer española se engalana desde tiempos inmemoriales. De hecho, los orígenes de esta prenda nos llevan hasta la Edad Media, época a partir de la que, cada vez más, se extiende su presencia entre el colectivo femenino. Sin embargo, aunque ya Velázquez la reflejó en algunas de sus obras, fue la reina Isabel II su auténtica impulsora, empleándola en actos públicos que terminaron por consolidarla cara a los ojos del pueblo.

Vinculada poco a poco a usos religiosos, su ritual ha protagonizado un acto de la Cámara de Comercio de Sevilla celebrado antes de ayer en el Museo de Carruajes de la ciudad. Allí se dieron cita diversos expertos para analizar, desde la perspectiva de la moda, el fenómeno de la mantilla en la actualidad que pasa, en primer lugar, por un vestido y un calzado adecuado. "Es algo muy serio porque se trata de ir a rezar y a pedir por Cristo. Por eso no se pueden usar escotes demasiado grandes ni mangas cortas. El largo va desde la media pierna a otros mayores y, en cuanto al tejido, a mí me gusta el terciopelo, aunque comprendo que, por el calor, se opte por otro tipo de tela como el raso", explica Tony Benítez acerca de la cuestión. "Desde pequeño las he admirado hasta tal punto que, una de las colecciones más importantes de mi vida -que presenté en la sala Joy Eslava hace treinta y dos años-, fue precisamente un conjunto de mantillas que encabezaba Manuela Vargas. Las de chantilly son más bonitas y, las de blonda, más de nuestra tierra". En cuanto a los complementos, el diseñador apuesta por los corales o, en todo caso, por pequeñas perlas que no resten protagonismo ni formalidad al conjunto.

Respecto al calzado, la empresaria sevillana Pilar Burgos lo tiene claro. "Se precisan unos zapatos de salón siempre en negro y muy en la línea de los actuales peep toes (dedo al descubierto). Es mejor un tacón fino pero, en función de lo que cada señora esté acostumbrada, que no descuide la comodidad. La horma, mejor cerrada y clásica", comenta al tiempo que reconoce el aumento que las mantillas han experimentado entre el sector de las fieles más jóvenes. "Se ha notado que, entre los dieciocho y los veinte años, hay más chicas interesadas en continuar esta tradición". Y, aunque Burgos sólo ha vestido en una ocasión este elegante atuendo, por acompañar a "un amigo querido amante de la mañana del Jueves Santo", su buen gusto motiva que se le escuche con atención un consejo: "Por favor, flores, no. Ni claveles, ni ninguna otra".

Momento clave: la colocación de la peina y, posteriormente, la mantilla. ¿El gran problema? Las peluquerías suelen estar cerradas esos días, lo que no quita para que, el estilista Paco Cerrato, nos ofrezca una perfecta solución. "Es mejor que el pelo se haya lavado la jornada anterior porque, de esta forma, tendrá mejor consistencia para encajar la pieza", analiza. "Emplearemos recogidos bajos y sencillos y, en caso de tener el pelo corto, se pone tirante, bien lacado, y se hace una cruceta trasera con cuatro horquillas. Todo muy simple, como un moño de bailarina".

Con el look totalmente conseguido, sólo nos queda salir a la calle. Mejor acompañadas, como bien sabe Raquel Revuelta que, desde hace tres años, se reúne con algunas amigas para hacer lo propio. "Nos juntamos María José Suárez, Lola Alcocer, Raquel Rodríguez y Eva González, entre otras, a raíz de una iniciativa de Pedro González (Director Artístico de Doble Erre) y Paco Cerrato. Es una experiencia estupenda", reconoce la ex Miss España que más abanicos profesionales abarca. "Debiéramos emplearla más porque, aunque se identifica con ciertos acontecimientos, a veces empleamos tocados espantosos y dejamos atrás algo tan hermoso y, a la vez, tan ancestral. Además, me ha dado mucho orgullo comprobar que, en concreto nosotras, hemos sido tan rigurosas".

Las claves están servidas. Queda aplicarlas con las miras puestas en que, inmediatamente después de la Semana Santa, llegará la Feria cuando, el color de la mantilla cambiará del negro al blanco, del luto a la alegría primaveral que ya empieza a desprender fragancias de azahar mezcladas con el dulce olor del incienso. ¿Alguien puede resistirse a su llamada?

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