Cultura

Malos tiempos para el TBO

  • Editoriales españolas no han sido capaces de asentar un sector sólido y sufren la bajada de las ventas

No son estos buenos tiempos para el sector del cómic en España. Lejos de la época de oro de la década de los 80 y principios de los 90, la industria del tebeo afronta una profunda crisis de ventas que ha tocado de lleno a su siempre débil estructura empresarial y que se ha llevado por delante a numerosas tiendas especializadas del país -la última en Cádiz donde se anuncia el cierre de Leviatán, la única existente en la capital exclusivamente dedicada al cómic- a la vez que ha puesto en riesgo la propia supervivencia de algunas editoriales.

A pesar de la cercanía con Francia, España está lejos, muy lejos, de conseguir la penetración que ha tenido el cómic en la vida de las familias francófonas. Allí se edita cada año una media de 5.000 títulos, muchos con tiradas que se cuentan por decenas de miles de ejemplares, mientras que los editores abren sus puertas a nuevos autores o acogen a otros, como los españoles, que no encuentran en su tierra un mercado en el que sobrevivir.

No existe aquí un sector empresarial potente y sí supeditado a la compra de derechos internacionales y a una audiencia cada vez más limitada, sobre todo si hablamos del cómic europeo, sobre el que muchas editoriales han basado su crecimiento pasado. No se ha creado una estructura que favorezca el desarrollo de este sector por lo que, situaciones de profunda crisis económica como la que se vive desde hace seis años, que coincide con un profundo recorte en el gasto familiar en detrimento de inversiones dedicadas al ocio y la cultura, como es el mundo del tebeo, ponen incluso en riesgo su propia continuidad, según destaca José Luis Vidal, crítico y analista de este sector.

Todo ello está estrechamente relacionado con el elevado coste del producto, más en el cómic europeo que en el americano, pues éste se compone fundamentalmente de ejemplares de grapa sustancialmente más baratos. El álbum de producción franco belga, y de algún autor español reconocido, es más caro, bastante más caro, con ejemplares que raramente bajan de los 15 euros gravados por un IVA alto que dispara el precio hasta el punto de duplicarlo en comparación con el coste en sus países de origen.

Toda esta situación se ha agravado especialmente en los últimos meses, provocando la reestructuración de muchas editoriales, la gran mayoría de pequeñas dimensiones, y dejando a muchos lectores con series suspendidas por las escasas ventas que se habían logrado.

De entre las grandes españolas, Panini está aguantando mejor el tirón gracias tanto al apoyo de su central italiana como a su apuesta por la edición del material de Marvel. Los superhéroes se siguen vendiendo pues han logrado, además de mantener con mayor o menor fidelidad a sus seguidores que ya son mayores, conectar con los lectores más jóvenes, que pueden asumir el coste del comic-book.

La catalana Norma ha abierto su abanico y en su catálogo ha aumentado la oferta de cómic americano y del manga japonés en detrimento del europeo, que fue siempre el sello de la editorial. Con un mayor control de las ventas y las tiradas ha paralizado en cambio la publicación de algunas de sus series de mayor calidad.

En cuanto a Planeta, antaño la grande del sector en España, la pérdida de los derechos sobre el material de DC (que hoy tiene ECC, una de las nuevas editoriales aparecidas en estos días de crisis) afectó notablemente a su departamento de cómic. Hoy ha abandonado casi totalmente el europeo y sostiene sus ventas casi centradas en la saga de Star Wars y, sobre todo, en los Muertos Vivientes.

Junto a ello, los últimos meses han visto la total decadencia de EDT, el nuevo nombre que la filial de Glénat adoptó tras independizarse de la gran compañía gala. La apuesta de Joan Navarro ha fracasado de forma estrepitosa y con más de una polémica en el mundo del tebeo especialmente tras perder los derechos de la editorial nipona Shuesisha, con grandes éxitos de venta como Naruto. EDT, que en estas semanas ha lanzado una campaña de venta de saldos en su sede de Barcelona, ha dejado también colgadas numerosas series europeas, entre las que sobresale Sambre, de Yslaire, especial tragedia decimonónica ambientada en Francia.

Más allá de las grandes editoriales, por lo menos en lo que a tamaño se refiere en España pues todas quedan ridículas si las comparamos con las compañías franco belgas, la crisis no ha impedido que en los últimos años hayan proliferado nuevas empresas de pequeño tamaño que han tapado alguno de los huecos de las grandes. Ahí están Yermo, la última en llegar, o Netcom2 que, tras editar por primera vez en España toda la obra de Jacques Martin con evidente éxito, ahora ha entrado en un proceso de reestructuración empresarial y de contenidos reduciendo su oferta mensual, que antes llegaba a ser de cuatro nuevos volúmenes al mes, algo difícil de asumir por un mercado en recesión. También Ponent Mon está realizando una apuesta por el cómic europeo más clásico a través de volúmenes integrales (varios títulos en un único tomo con un coste más barato) y con un ambicioso calendario que está por ver si podrán cumplir.

De tamaño mediano en el sector, Astiberri ha apoyado su subsistencia con la presencia entre sus autores de Paco Roca, el guionista y dibujante de mayor fuerza en el mercado español y que convierte en éxito todo trabajo que publica, con tiradas muy elevadas. Entre los españoles que despuntan desde hace unos años en la BD destaca también Juanjo Guarnido, el autor de Blacksad, aunque en su caso está protegido por el paraguas de las editoriales galas. "En España este autor no hubiera podido sobrevivir y hubiera tenido que buscar otras alternativas para completar su trabajo en el mundo del cómic, porque no existe un mercado nacional potente y porque los editores no apuestan por ellos", se lamenta José Luis Vidal.

Dejando los nefastos efectos de la crisis a un lado, constata Vidal que los empresarios del tebeo en España nunca han sabido poner las bases de una industria mínimamente potente. Bruguera, en los años 50 y 60, sí fue grande y en sus manos tuvo a los principales autores de tebeos editando Pulgarcito, Mortadelo, Lily... hasta que quebró. Ya en los ochenta Norma, Toutain y La Cúpula llenaron el mercado de innumerables revistas como 1984, Cimoc, Cairo, El Víbora (la última en cerrar, hace apenas unos meses). "Prima entonces más el beneficio empresarial que la promoción del autor, convirtiéndose en una moda pasajera", constata Vidal. El lector de esa época ronda ya los cuarenta o cincuenta años y es fiel al álbum europeo, "pero no se ha producido un relevo generacional". Hoy, salvo casos muy puntuales, los nuevos jóvenes se quedan en el cómic americano y el manga, pero apenas dan el salto a la BD.

Contar en la actualidad con una tirada de 2.000 ejemplares, y que se vendan, es un éxito. Netcom2 acaba de publicar una edición especial de la serie Cori el Grumete, ampliada y restaurada respecto a la que se editó hace treinta años (parte de uno de los capítulos está ambientado en el Cádiz previo a la invasión anglo- holandesa de finales del siglo XVI). La tirada se ha limitado a 700 ejemplares. Hoy, salvo títulos de éxito asegurado, "la editoriales prefieren realizar tiradas cortas e ir lanzando nuevas ediciones a medida que se agotan. Lo malo es que muchos no esperan ni un año para saldar algunos títulos", añade. "Llegará el momento en el que no haya nadie para comprar la BD. El futuro es, la verdad, muy negro", concluye Vidal.

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