Luces de variedades

Luces de variedades

22 de marzo 2010 - 05:00

CineBox Aqualon Puerto Huelva.- T.O.: 'Pájaros de papel'. -Producción: España, 2010. - Duración: 125 minutos.- Dirección: Emilio Aragón. - Guión: Fernando Castets y Emilio Aragón. - Fotografía: David Omedes. - Música: Emilio Aragón. - Montaje: José Salcedo. - Intérpretes: Imanol Arias, Luis Homar, Roger Princep, Carmen Machi, Fernando Cayo, Diego Martín, Oriol Vila, Luis Varela, José Ángel Egido, Concha Hidalgo, Javi Coll.

El tema de las aventuras de la gente de teatro o del espectáculo en el cine tiene tres precedentes notables y prestigiosos en la cinematografía española: Cómicos (1954), de Juan Antonio Bardem; El viaje a ninguna parte (1986), de Fernando Fernán Gómez y ¡Ay, Carmela! (1990), de Carlos Saura. El reto para volver al tema era arriesgado, pero Emilio Aragón conoce el ámbito de las variedades y está más cerca quizás de ese halo un tanto mágico y a veces onírico de inspiraciones que nos llevan a un mundo más felliniano. Es así fácil recordar, salvando las distancias, algo tan atrayente como Luci del varietá (1950), dirigida por Alberto Lattuada y el propio Federico Fellini.

Emilio Aragón ha trasladado ese universo tan peculiar a los años difíciles de la Guerra Civil española en el prólogo de la película y a la posguerra después, igualmente opresiva y amarga, cuando también era difícil sobrevivir en el ambiente del teatro y la farándula, envuelto este término en la mayor dignidad y categoría, de cómicos de compleja estabilidad y cuantiosas penurias, además de las continuas sospechas, las persecuciones recelosas, la opresión en suma.

Aunque ésta es una historia de gentes que trabajan en el teatro de vodevil, singularmente se centra en la peripecia personal y artística del músico Jorge del Pino, del ventrílocuo Enrique Corgo y del pequeño huérfano Miguel, integrados en una compañía que malvive realizando lo que mejor sabe hacer: demostrar su talento artístico y divertir al público, como si sus aplausos y la alegría que pueden transmitir fuera el mejor alimento a su falta habitual de comida entre otras penalidades. En éstas no escasean las vicisitudes personales, consecuencia del acoso de una especie de comisarios políticos del régimen dictatorial, que en la persona de algunos militares y soplones les atosigan y persiguen como buitres sobre la carroña.

En este debut en el largometraje de Emilio Aragón, con una larga experiencia en el mundo del espectáculo y el audiovisual, nos muestra un ámbito lleno de atractivos estéticos y éticos, especialmente en esa captación de un microcosmos familiar en la época en que se sitúa, donde a las aflicciones de un conflicto cruel y sus consecuencias posteriores, se sucede un estado excepcional de zozobra, incertidumbre, inseguridad y desasosiego. Todo ello ha sido captado con oportuna inspiración y con una ambientación muy cuidada lo que nos lleva a destacar el valor de la dirección artística de Fernando González, junto a la muy estimable fotografía de David Omedes.

Es cierto que el guión presenta a veces algunos baches narrativos y ciertas concesiones, sobre todo de orden sentimental, sobrecargado en algunas circunstancias y salpicadas de tópicos o lugares comunes propios de historias de esa época, con una ficción hacia el final que resulta poco creíble y que parece un recurso demasiado fácil, hasta el punto de desmerecer bastante del resto de la película y de ciertos valores apuntados en principio. En suma, un trabajo creativo y versátil merecedor de respeto, aunque en algún pasaje propenda a lo convencional y se alargue demasiado. Buena interpretación en general, donde destacan Lluis Homar y el pequeño Roger Princep, el niño de El orfanato (2007), artífice de algunos de los mejores momentos de la película.

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