'London calling': un mazazo de rock
Se cumplen treinta años de la edición del disco doble de The Clash que está considerado como uno de los mejores álbumes de los años ochenta
Nunca, mientras jugaban a aquellos partidos de fútbol interminables que utilizaban para relajarse entre toma y toma durante las sesiones de grabación en los estudios Vanilla, de Londres, que aquel materíal que tenían entre manos, que habían compuesto durante la primavera y el verano de 1979, se convertiría en algo absolutamente explosivo. Habían sido los ideólogos del punk, la banda cuyas letras electrizaban a un público cada vez más concienciado con el paro, la política y las revueltas juveniles. Pero con aquel nuevo disco, aquel que masticaban entre patadas al balón en una pista contigua al estudio de grabación, querían ser un auténtico grupo de rock, no un emblema público. Sólo se dieron cuenta de que habían hecho añicos todas sus espectativas cuando, en diciembre de 1979, hace ahora 30 años, el disco escupió su rabia en las tiendas y enardió a la juventud de su generación. Ellos eran The Clash y aquel disco se llamaba London calling. "Londres al habla". Hoy está considerado el mejor disco de la década de los ochenta y uno de los ocho más importantes de toda la historia del rock.
"Yo nunca me esperé que el disco pudiera tener tanto éxito", recordaba hace años, en Granada, tiempo antes de morir de una enfermedad congénita del corazón que acabó fulminante con su vida, Joe Strummer, autor de las letras de aquel disco y cantante de la banda. Strummer, un enamorado de Granada, había firmado uno de los mejores temas del disco, Spanish bombs, inspirado en la Guerra Civil Española y en la muerte de Federico García Lorca, de quien hacía mención a uno de sus poemas, Despedida: "Si muero, dejad el balcón abierto". Después de aquella canción, escrita antes de que Strummer visitase por primera vez Granada, el cantante se haría un asiduo de la ciudad.
London calling fue comparado en su momento con otro disco esencial de la historia del rock: Exile on main street, de los Rolling Stones. Los dos tenían muchos puntos en común: eran discos dobles, tenían la portada en blanco y negro y eran un repaso a todas las influencias que cada uno de los grupos había tenido a lo largo de su historia.
"Pero había una gran diferencia", le comentaba Strummer a sus amigos de Granada. "Los Rolling Stones grabaron Exile on main street completamente borrachos. Nosotros grabamos London calling completamente sobrios. Guy Stevens se emborrachaba por los cuatro".
Guy Stevens era el productor del disco. Un tipo loco y borracho que apareció por primera vez por los estudios Wessex de Londres, donde finalmente entraron a grabar The Clash su doble álbum, ataviado con una bufanda del Manchester United y una botella de vodka. Al verlo, los miembros del grupo se quedaron de una pieza. "¿Este loco nos va a producir un disco?", de dijeron mirándose entre todos.
Pero lo hizo. Y a base de palos. "Aunque nadie lo llegue a creer, Guy Stevens nos arrojaba botellas a la cabeza cuando no tocábamos bien durante una sesión", recordaba Strummer en 1985. "Nos arrojaba sillas de madera, escaleras metálicas. Me hacía masticar cada una de las palabras hasta que la pronunciara con rabia. Una tarde, derramó una botella de vino sobre un piano de cola sólo para ver cómo sonaba. Aquel experimento le costó una fortuna a la compañía. Fue él quien consiguió sacar toda la rabia del grupo".
Y era cierto. En 2004 se editaron en un CD-pack el disco London calling remasterizado y las maquetas de estudio que había grabado previamente el grupo en los estudios Vanilla, aquellos en los que pasaban el tiempo jugando al fútbol. Un oyente avezado notará la tremenda diferencia en el espíritu de la voz y en la energía de la música oyendo una primera versión de London calling y el resultado final bajo los auspicios de Guy Stevens.
"Recuerdo que Guy Stevens me hacía sentarme con las letras que yo mismo había escrito y me obligaba a leerlas en voz alta, como si fuese un escolar", rememoraba Strummer. "Lo hacía así hasta que yo las pronunciaba con la rabia y la respiración necesarias. Cada palabra que cantaba tenía mucha fuerza contenida. Eso me lo enseñó el loco de Guy Stevens".
El productor, en un estado de profundo alcoholismo, se suicidaría poco después de la edición de London calling y antes de que el grupo se metiera de nuevo en los estudios, esta vez en Nueva York, para registrar Sandinista!, un disco que, a la postre, resultaría una ruina económica para la banda.
Una de las cosas que The Clash hicieron con tremenda justicia para sus fans y para mayor escarnio de la industria discográfica de su época fue una pequeña 'triquiñuela' contra su compañía, CBS. Por cláusula, ellos habían coseguido que CBS accediera a la edición de un disco gratuito que acompañase el lanzamiento de London calling. Lo que The Clash se habían callado muy mucho de especificar en el contrato es que ese disco gratuito sería un LP, y no un single, como la discográfica creía. De modo que London calling salió al mercado como disco doble a precio de simple. Y The Clash dejaban ese término bien claro en un sello de la portada: "No pagues por este disco el precio de un doble, sino de un sencillo". CBS estaba que trinaba con aquella medida de The Clash, que querían demostrar que el hecho de fichar por una multinacional no afectaba para nada a su actitud revolucionaria.
London calling pronto fue un éxito discográfico de primer orden a nivel mundial. El grupo rehuía de los ritmos punks que habían sido su sello hasta entonces y se atrevía a tocar rock and roll (Brand new cadillac), pop-rock (London calling), reggae (Guns of Brixton), rock salvaje (Working for the clampdown), ska (Wrong 'em boyo) o hasta canciones casi folk (Spanish bombs).
El disco era como una clase magistral de todos los estilos que habían nutrido la cultura musical de The Clash y rendía homenaje a héroes como Montgomery Clift o leyendas poéticas como Federico García Lorca. "Federico García Lorca es la silla vacía en un rincón de las bodegas Sabanilla", solía decir Joe Strummer en alusión a una famosa taberna granadina.
Strummer falleció el 22 de enero de 2002, a los 50 años, en su casa de Sommerset, en Gran Bretaña. Tras el éxito de London calling, el desastre del disco triple Sandinista!, y el canto del cisne que supuso el último disco oficial del grupo, Combat rock, que contenía dos verdaderos exitazos a nivel popular como Should I stay or should I go y Rock the Casbah, la banda terminó por desintegrarse.
Strummer se refugió en Granada por un tiempo y luego se rehizo musicalmente componiendo bandas sonoras para películas o creando el grupo Joe Strummer & The Mescaleros, con el que volvió a tener bastantes éxitos (sus canciones se incluyen en bandas sonoras como Black Hawk Down o Mr. & Mrs Smith) hasta su muerte.
Mick Jones, el guitarrista, por su parte, tuvo su buena fortuna con Big Audio Dynamite. Los dos por separado demostraron ser unos genios pero, al igual que sucedía con Lennon y McCartney o sucede con Jagger & Richards, cuando estaban juntos, eran otra cosa, una verdadera bomba. Ahí queda London calling, treinta años después, como testigo de una época, como la música épica de una generación que regeneró los cimientos del rock.
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