Cultura

Lobezno contra la mafia

La película Lobezno inmortal (2013), uno de los pesos pesados de la cartelera con máximas pretensiones taquilleras del momento, presenta con respecto a la saga X-Men, iniciada con éxito el año 2000 y, tras varias entregas en estos últimos años, nos traslada a un ámbito absolutamente distinto, a un escenario que nada tiene que ver con sus precedentes ni en el entorno ni en los personajes. Logan, el valeroso mutante, condenado a vivir eternamente, prescinde de todos sus acompañantes de otras aventuras.

El director de esta nueva entrega, James Mangold, afortunado realizador de títulos tan destacados y tan distintos como En la cuerda floja (2005), un biopic; El tren de las 3:10 (2007), un western, y Noche y día (2010), una comedia, ha hecho de Lobezno un personaje amargado, violento y enigmático que llega a Japón buscando su pasado y sus fantasmas personales. Arrastra su maldición y se entraña en un mundo que encaja en los ideales estéticos de James Mangold, un apasionado de la iconografía del cine japonés, en un mundo dominado por la mafia japonesa -samuráis, jakuzas y ninjas- y propicio a la acción que mezcla con los relatos dramáticos al estilo de Yasujiró Ozu, tan dado al melodrama.

Todo ello ha dado opción al realizador de insistir en un tono realista, aunque a veces la cámara acometa planos difícilmente normales o creíbles o facilite la opción de numerosos efectos especiales generados por ordenador. Eso sí: la fisicidad de los combates es incuestionable y rigurosa. Si a priori puede parecer interesante un cambio de aires o unas variaciones sobre el tema original, que indicábamos en nuestra crítica, publicada aquí el pasado jueves, lo que es novedad nos devuelve al cine de artes marciales con este regreso a Japón de Logan. Lo cual, pese a todo, no está muy lejos de esta saga mutante donde la acción, de inevitable dinamismo, se mezcla con el cargante lastre dramático. No obstante el tono realista del Tokio urbano más conocido es un contrapunto interesante.

James Mangold es un realizador habituado al cambio de registro, como hemos visto en la filmografía reseñada, y no nos sorprende por ello, el estilo que ha aportado a la saga de Lobezno, en la que algunos ven y no les falta razón el precedente de una película singularmente inolvidable, Sospechosos habituales (1994), de Bryan Singer, con toda su sobrecarga de intrigas que Mangold articula hábilmente, con una estética en las secuencias de acción genuinamente asimiladas del cine japonés del género sin que resulten demasiado artificiosas pero conservando sus características fantásticas y salvajes. La pelea en el tren bala es uno de los pasajes más sobresalientes de la película.

Y todo, hay que decirlo, al servicio del protagonista el incombustible Hugh Jackman, con su rictus estereotipado, sus aires engreídos y sus golpes de efecto que contribuyen a un espectáculo atractivo desde su peculiar estética de acción y dramatismo a ultranza que tanto puede volver a encandilar a los amantes de estas películas de mutantes. Que, por cierto, estarán muy contentos, puesto que la saga sigue y su continuación ya está en marcha.

Quiroga

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios