Cultura

Legados rentables

Afirmaba uno de los protagonistas de la película, el excelente actor Edward Norton, que "Bourne no es Bond. Parece auténtico". Se refería a la legitimidad que como agente secreto viene ofreciendo esta saga y a la que trata de devolver su vigor El legado de Bourne (2012), que ahora triunfa en las salas del mundo, incluidas las nuestras. Esta multimillonaria saga del espía Jason Bourne relata una conspiración a gran escala a la que Norton atribuye esa autenticidad por encima de la que otro agente famoso de otra saga interminable, James Bond, el Agente 007, nos viene demostrando hace ya largo tiempo. Yo creo que ni una ni otra son más que los clásicos relatos que el cine convierte en trepidantes aventuras de acción e intriga.

Otra cosa distinta es que, sin considerar como algunos críticos, esta cuarta entrega superior a la trilogía que ya conocemos, protagonizada por Matt Damon, incluso superior como se ha dicho a las novelas originales de Robert Ludlum, creador del personaje, hemos de destacar que El legado de Bourne no tiene nada que ver con sus precedentes aunque invoque en su propio título la personalidad relevante de Jason Bourne. En lo que si cabe coincidir con Edward Norton es que las sagas de James Bond o las de Misión imposible, incluida su aplaudida serie televisiva, tienen más relación con "historias de fantasía, casi de superhéroes", de las que la saga Bourne se distancia considerablemente.

En esta ocasión ni Paul Greengrass es el director ni Matt Damon es el protagonista. El realizador ahora ha sido Tony Gilroy, de quien tenemos un grato recuerdo, la película Michael Clayton (2007), sobre los oscuros designios del poder -cuyo equipo de producción está en el film que hoy nos ocupa-, otro protagonista destacado es Jeremy Renner, el Ojo de Halcón de Los vengadores (2012), que veíamos el pasado mes de abril. Quiere decir que tanto director, además de guionista prestigioso, como actor presentan un talante muy distinto. Ellos hacen posible que este thriller de factura muy digna, prenda la atención de los espectadores desde el principio hasta el final de la historia.

El legado es por tanto rentable tanto en el nivel de la película como en sus logros a escala comercial. Siempre se dijo, al menos yo lo tengo como regla primordial para enganchar al público, que la intriga requiere de talento, imaginación, habilidad, oficio y sobre todo crear ese climax fundamental en relatos de este calibre. Tony Gilroy, su equipo y sus intérpretes, Jeremy Renner, Edward Norton, Scott Glenn, Stacy Keach, bien secundados por la atractiva Rachel Weisz, han sabido mantener el valor de la saga.

El ritmo de la película, el atractivo de algunas secuencias que transcurren en lugares distintos y distantes, el poderío visual de ciertas imágenes capaces de captar la admiración del espectador, que pueden parecer a simple vista recursos para patentizar un cine de consumo, contienen la fuerza y convicción suficientes para consolidar la solidez de la narración. Tal vez la persecución final resulte excesiva en su duración. Hubiera ganado si se hubiera reducido el tiempo.

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