Latitudes 21: Cine francés
Gran Teatro.- Producción: Francia, Canadá y Reino Unido, 2004.- T.O.: 'Clean'.- Duración: 110 minutos.- Dirección y guión: Olivier Assayas.- Fotografía: Eric Gautier.- Música: Brian Eno y David Roback Tricky.- Montaje: Luc Barnier.- Intérpretes: Maggie Cheung, Béatrice Dalle, Nick Nolte, Don McKeller, Laura Smet, Jeanne Balibar, Ian Brown, Paolo Cascardo, Patrick Fabian, Tamara Mello, George Loros, Matthew James, Kurkys Kidd.
Todos los participantes pensaban en el curso de la 57 edición del Festival Internacional de Cine de Cannes, celebrada en mayo de 2004, que la película Clean, de Olivier Assayas, era todo un homenaje a su protagonista, Maggie Cheung. A nadie sorprendería después que en el Palmarés del Certamen la propia Maggie Cheung fuera galardonada con el Premio a la mejor actriz. El regalo del director a la intérprete se correspondía con una digna labor acorde con el buen sabor que había dejado el film entre los espectadores de la Bienale. Además ganó el premio a la mejor fotografía.
Este apreciable trabajo de Assayas nos presenta a una protagonista singular, Emily Wang, una mujer madura, que alguna vez destacó en los primeros planos de la sociedad de su tiempo. Acabó en la cárcel cuando su relación con un rockero famoso de los años 80 terminó con la muerte de éste por una sobredosis de estupefacientes. Cuando sale de la prisión después de seis meses, su disyuntiva está entre seguir con su adicción con la consiguiente degradación vital y moral o recuperar el respeto de su hijo que apenas la conoce y que supone su mayor empeño por el momento.
Estamos ante un nuevo drama sobre la maternidad y los restos deletéreos de la fama. La película indaga sobre cuestiones tantas veces tratadas en el cine, pero lo hace con cierta sutileza trascendental en la que ha pretendido prender esas pretensiones de quienes, tras las secuelas del mayo francés de 1968, intentaran trasuntar la política en música a falta de otros símbolos. Asunto recurrente que Olivier Assayas afronta de manera muy personal y subjetiva, pero muy ponderadamente, despojándose de tópicos y trascendencias llamativas, con una sensibilidad propia de los duelos genéricos tratando de encontrar idílicas metas en sucedáneos más cercanos, la música, los paraísos artificiales, las tentaciones más arriesgadas.
Con licencias poéticas y metáforas reiteradas expone el problema de la mujer expuesta al acoso moral con una perspectiva insegura de redención, que logrará al fin. Pero la película elude todo motivo de crítica y condena de la protagonista. En todo caso, expresa veladamente algunas consideraciones. En ese sentido, la actuación de los actores resulta ajustada a sus personajes, ejercida con sencillez de manera sólida, profundamente humana y sin concesiones, adecuadas en sus expresiones dialécticas exentas del más ligero histrionismo. En suma, un escenario donde todo se produce con imágenes nítidamente expresivas, demasiado sobrias a veces en su contexto coloquial y brillantes en los insertos musicales perfectamente instalados en el conjunto.
Es un entorno de sexo, drogas, rock´n´roll, la industria discográfica, la promiscuidad, acrecen y se definen las actitudes de los protagonistas, sus declives y sus superaciones, sus decaimientos y sus firmezas, sus luces y sus sombras, sus defectos y sus virtudes. Prácticamente Oliver Assayas no toma partido se limita a narrar los hechos las circunstancias que viven sus personajes. Y estos encuentran en la protagonista Maggie Cheung una actuación llena de sensibilidad, de perfectas matizaciones, de humanidad desgarrada. El resto del reparto en ese mismo tono destacan el veterano Nick Nolte y la muy convincente Jeanne Balibar. En fin una buena película.
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