FLAMENCO

José Luis de la Paz ofrece su íntima reflexión en los tiempos de pandemia

  • El guitarrista onubense lanza desde Miami ‘Introspective’, doce temas compuestos y madurados durante el confinamiento de 2020

El guitarrista José Luis de la Paz posa para una entrevista en la Plaza de San Pedro en enero de 2018.

El guitarrista José Luis de la Paz posa para una entrevista en la Plaza de San Pedro en enero de 2018. / Josué Correa (Huelva)

Más de un año de pandemia, catorce meses después de aquel inicio abrupto de confinamiento domiciliario, han dado para mucho. Sobre todo para reflexionar sobre la vida que creíamos inalterable y que se paró en seco en todo el mundo. Para todos. También para José Luis de la Paz en Miami, donde el guitarrista onubense vive desde hace diez años. Porque allí no se escapó tampoco nadie de la pesadilla colectiva que aún no ha acabado. Aunque se empiece a ver la luz al final del túnel.

El propio De la Paz, incluso, comparte un poco de luz desde la oscuridad, desde esos meses de incertidumbre que en él también hicieron mella. Aunque han desencadenado ahora en un disco que acaba de ver la luz en las plataformas digitales. Él lo ha llamado Introspective, pura introspección del alma humana, del artista que se enfrenta a los miedos de un futuro desconocido, de la fragilidad del ser humano, expuesta al desamparo cuando más seguro se creía en el refugio de la modernidad.

Confiesa José Luis de la Paz (Huelva, 1967) que hay detrás de la composición de estos doce temas “un proceso muy visceral, honesto, tratando de estar siempre al discurso”, con un resultado que deja “una visión absolutamente personal de esta nueva realidad de trenes llenos y teatros vacíos, de mascarillas y geles, y de encierros”.

Ese sentimiento común es aquí un ejercicio muy personal, propio, después de un tiempo que, asegura, le ha dejado profundamente marcado. Es, subraya, “un momento de mi vida, noches en vela, horas de improvisación y escritos nocturnos”, expuestos ahora en esa colección de temas instrumentales, si acaso recitados, casi susurrados en una dulce nana, con los que invita al público de forma absolutamente honesta a viajar “a través de las emociones, sin preguntas, sin prejuicios”.

Day Zero abre el álbum entre sones de bulería y taranta casi de la misma forma repentina en que llegó la covid a nuestros días: “Y el mundo se paraliza y nada volverá a ser como antes”.

Hay en el recorrido posterior sentimientos de soledad, deseos de escapar, locura, incertidumbre y alegrías, un pequeño recuerdo a la madre de la que tomó su apellido artístico hace unos años, relegando el Rodríguez paterno a su identidad civil. Hay momentos de siesta, de encuentro con la tierra, con el océano, entre llantos de ballenas y hermandad con las raíces americanas del país que le acogió. Pero sobre todo hay generosidad en el artista que se desnuda y se ofrece como asidero a quienes tanto más se dejaron en el camino este año atrás.

El crítico flamenco Manuel Martín Martín ya ha destacado que este trabajo “es el fruto y el resultado espiritual de un músico formado bajo el signo de un cruce de culturas”. “En aras de buscar una atmósfera donde prime la inspiración de lo jondo –apunta– nos envuelve en la auto observación sobre sus propios procesos anímicos pero también en la riqueza multicultural como impulsora de futuro”.

Seguro que, sin desviarse de su exploración al otro lado del Atlántico, José Luis de la Paz quiere traer este ejercicio introspectivo a su tierra, presentar su mirada interior a sus orígenes, como capítulo, además, añadido, a una etapa convulsa de oscuridad que debe llevar a la luz. La de los escenarios, la preferida del guitarrista, de la que se alimenta en sus recitales regulares en Miami con el cantaor Salvador de Ángela.

Por ahora, en la distancia, ya se puede disfrutar Introspective en plataformas digitales como Spotify. Tardará aún unas semanas en llegar el disco físico, un exquisito trabajo con fotografías de Kike San Martín y diseño de Pedro Fajardo, que tiene todo para ser objeto de coleccionista. Detrás, más que este puñado de canciones, de esa introspección compartida, hay un trabajo independiente, pleno de ilusión y sensibilidad. La necesaria para transformar un año de pandemia en música para disfrutar.

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