José Caballero y las vanguardias
El Museo de Huelva muestra una exposición en torno a la figura que es referencia de las vanguardias hispánicas del siglo XX Aramburu ofrece una clase magistral de pintura en vivo



El Museo de Huelva ofrece en dos salas una exposición en torno a la figura de José Caballero, referencia de las vanguardias hispánicas del siglo XX. Se cumplían cien años de su nacimiento en 2013 y desde entonces se han estado realizando una serie de actos que se cierran ahora en su ciudad con dos exposiciones complementarias: por un lado, el legado del pintor que forma parte de distintas colecciones particulares o pertenecientes a los fondos de la primera pinacoteca provincial, y, por otro, una parte importante de los vestuarios y decorados que se conservan en el Museo Nacional del Teatro de Almagro realizados por el pintor onubense a lo largo de su prolífica y excepcional carrera artística, desde los tiempos en que colaborara con su amigo García Lorca en La Barraca hasta producciones teatrales relativamente recientes, pues permaneció activo hasta poco antes de su muerte, ocurrida en Madrid en 1991. Gracias a esta doble y muy interesante exposición, sus paisanos podrán acercarse a la vida y a la obra de un artista excepcional, de una referencia de las vanguardias españolas del siglo XX, en una exposición que permanecerá abierta a lo largo de todo el otoño que está a punto de comenzar.
En el acto inaugural celebrado ayer se contó con la presencia de la nueva delegada territorial de Cultura, Carmen Solana, que dio cuenta de las adquisiciones realizadas por la Junta de Andalucía de obras tanto del propio Caballero como de Daniel Vázquez Díaz -de quien fue discípulo y amigo Caballero-, así como de la restauración de algunas de las obras que de estos artistas tiene en sus fondos el Museo de Arqueología y Bellas Artes de Huelva. El activo y eficiente director de este espacio compartido por la historia y el arte -¡para cuándo dos edificios, uno para cada cosa, Dios mío de mi alma!- hizo referencia a la importancia que estos dos artistas tienen para la historia universal del arte en el último siglo. También se contó con la intervención de Jaime de Vicente, de la Caja Rural del Sur, en cuyo ciclo de Otoño de Cultura Iberoamericana se ha enmarcado esta actuación. Por último, tenemos que destacar la presencia en el acto del pintor Alfonso Aramburu, excelente acuarelista que tuvo la fortuna de conocer a José Caballero y recibir de él consejos y clases de arte. Aramburu ofreció una pequeña clase magistral de pintura en vivo, narrando de esta manera algunos consejos recibidos de José Caballero, con quien compartió profesión y amistad.
Se da la circunstancia de que a las puertas de la muestra sobre José Caballero está emplazada la jarra de Pablo Picasso que es obra invitada en el museo. Al pintor malagueño lo conoció en París José Caballero y tanto de él como de Joan Miró recibiría influencias en su pintura el onubense. En la primera de las dos salas se pueden localizar esas influencias sin demasiada dificultad. Es muy interesante, y podemos decir que hasta curiosa, la segunda de las salas, donde se pueden ver maniquíes con diseños de José Caballero ejecutados finalmente por artistas de la aguja como Balenciaga, otra cumbre en la moda del pasado siglo.
Dos apartados en una exposición que nos permite acercarnos a un hombre pegado a las vanguardias, un artista que fue capaz de nadar en aguas en exceso procelosas para alcanzar una orilla plena de sensibilidad y rigor que le permitió ver cómo su nombre se imprimía en los catálogos y manuales que tratan de clarificar la historia del arte en el siglo XX. José Caballero, pintor. Un artista capaz de no apartarse de las Bellas Artes que con tanta fortuna cultivó, al encontrar un modo de vida, una profesión como diseñador de escena y figurinista teatral que bajo su lápiz y su privilegiada mente, se hizo arte. Como suele definir Olegario Martín, nuestro admirado profesor de Escultura e Historia de las Artes Plásticas en Sevilla, el arte no es otra cosa que la obra bien hecha. José Caballero entendió eso con absoluta honestidad además, como cuando trabajó con La Barraca de Lorca, o cuando tuvo la fortuna de ilustrar poemarios del granadino, o de Neruda, D'Ors, Salinas, Caballero Bonald, Bergamín, Alberti..., pero también cuando abrió en su estudio un nuevo camino conceptual de círculos y manchas rojas, azules y ocres para adentrarse con fuerza en las vanguardias del pasado siglo. Siempre, José Caballero, en todas las facetas que cultivó, fue un artista profundo y riguroso.
Y ha sido ese pasar por la historia del arte con pasos suaves, sin llamar demasiado la atención, con sencillez, lo que nos permite ahora ir descubriendo a José Caballero tal como fue su intensa y fecunda vida. De ahí que la exposición que ayer se abría en el Museo de Huelva haya despertado tanta expectación entre sus paisanos, entre quienes sienten la curiosidad o la necesidad de conocer la obra de este artista ejemplar, riguroso y sensible. José Caballero, pintor, artista en el sentido más amplio y hermoso que todo creador pueda soñar llegar a ser.
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