Jeff Bridges y los hermanos Coen, unos vaqueros en la Berlinale
'Valor de ley' es el 'remake' de una película que interpretó hace 40 años John Wayne, dándole el Oscar · "No soy el perpetuador de nadie", afirma el actor que interpreta al viejo alguacil borracho
Los hermanos Joel y Ethan Coen, junto a su 'marshall' Jeff Brigdes, desfilaron ayer sobre la alfombra roja de la 61 Berlinale como 'cowboys', con Valor de ley, que abrió el festival, y custodiando a Hailee Steinfeld, la gran revelación de un filme que juega a ser y no ser un 'western' de toda la vida.
"No soy el perpetuador de John Wayne. Lo adoro, pero no busquen en nuestra película una especie de híbrido con la de 1969. Nuestro filme tampoco es una película del género", afirmó Bridges, presente en Berlín con una imagen bastante parecida a la del viejo alguacil borracho del filme, aunque aseado y sin el parche tapándole el ojo.
"No buscábamos el remake, vimos la película cuando éramos niños y teníamos una idea más o menos vaga de lo que pasaba. Wayne no es un referente para la gente de mi generación", corroboró Ethan Coen, entre asentimientos de su hermano Joel.
Wayne es un "icono", resumió Bridges, para quien los cinematográficos hermanos tienen "su propio lenguaje y su propia relación con el mundo de muerte y violencia" del llamado salvaje oeste.
La comparación era inevitable y el remake de Valor de ley que dio el Oscar en 1969 a Wayne dejó a la Berlinale dividida entre los que lo ven como una película del oeste de siempre y los que aprecian un cúmulo de diferencias derivadas del humor corrosivo del sello Coen.
Se habla demasiado -y se dispara poco- para ser un clásico del oesta, pero por otro lado ahí están todos los tópicos del género -cazadores de recompensas, forajidos, borrachos, personal de gatillo fácil y ni un minuto para el aseo personal-.
Se ciñe más al libro de Charles Portis que al guión del film de Henry Hathaway, pero es casi desligar del todo a Bridges de Wayne. Mientras unos afinaban paralelismos en esa especie de duelo entre actores, a 40 años de distancia entre sí, o entre este filme y otros de los Coen, otros se dejaron arrastrar por la magia de una película que, en realidad, pertenece a Steinfeld, en el papel de la muchacha de catorce años empeñada en vengar la muerte de su padre.
Steinfeld está a millas de los estereotipos del género "película con niño" y fue aclamada por un festival tan sediento de grandes nombres como de descubrir talentos.
Encantadora y tan lista como en el filme, juró haberlo pasado estupendamente rodeada de hombres permanentemente rudos: "Pasé tres meses con ellos, tiempo suficiente para perderles el miedo".
La película acudía fuera de competición y coincidiendo con su arranque en las salas comerciales de media Europa -en Estados Unidos se estrenó ya hace semanas-, de manera que poco margen para descubrir sus secretos dejó a la crítica desplazada a Berlín. Aun así, fue un arranque vigoroso para un festival por el que hoy dejará de hablarse tanto de aspirantes o no a Óscar --el film de los Coen acumula diez nominaciones-, para hacerlo de Osos.
Abrirán el desfile de candidatos dos debutantes en la dirección: el estadounidense JC Chandor y la argentina Paula Markovitch.
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