Hernández Garrocho ensalza el fandango en la Didáctica del Flamenco de la Peña de Huelva
El conferenciante hizo un recorrido por los estilos de la provincia y supo intercarlar con facilidad los cantes
Eduardo Hernández Garrocho ensalza el fandango en la Didáctica del Flamenco, uno de los actos tradicionales de la Peña Flamenca de Huelva cuyo objetivo es difundir una de las principales seña de identidad onubense. Entre el público asistente se encontraban hermanos de la Hermandad de la Virgen de la Cinta de Madrid y su presidenta, Blanca Ruiz y Aragón, así como el párroco de la diócesis José Antonio Lerin Salceda. Junto a ellos los tradicionales, Juan Castro, Enrique Romero, Manolo Carbajosa, Jesús Naranjo, Juan Vega, Manolo Bellido, Pepe Garcés, Ángel Romero, Mario Garrido y Jaime Engelmo.
Hernández Garrocho, que abordó el fandango de la Sierra y el Andévalo, estuvo brillante en su intervención, siendo interrumpido en numerosas ocasiones, con fuertes aplausos. El conferenciante realizó un recorrido por los distintos estilos, dando muestras de su extenso conocimiento y supo intercalar con facilidad los cantes.
Tras dar las gracias a los escritores de la tierra, entre ellos Juan Gómez Hiraldo y Manuel Romero Jara, de los que aprendió "cosas interesantes", comenzó por la Sierra. De Encinasola, cantó el conocido "Para entrar en Encinasola, hay que pasar por el Sillo, es un río sin caracola, donde no cabe un barquillo, por chica que sea su eslora". Indicó que los morochos tienen una joya propia como es la canción "del pandero", y la de "el toronjil".
En cuanto a Cumbres Mayores, recordó que cuenta con sus tradiciones y cantes propios, como el "cante del pino", cante de folklore, y el de "los aceituneros", con letras alusivas a su tierra y trabajo "Cuando cuajan las almendras, día de San Juan dichoso…".
De Aroche, con sus jotillas procedentes de tierras leonesas, interpretó "Las barandillas del puente, se menean cuando paso, a ti solita te quiero y a nadie le hago caso", pero con la que más se explayo fue con Almonaster, cantando sus distintos estilos de fandangos.
Hernández Garrocho siguió hablando de Riotinto, al que el escritor palmerino Miguel Pichardo, le atribuye un estilo, pasando lo mismo con Zalamea, Tharsis, San Bartolome de la Torre, Paymogo, y otros más. De ahí, pasó al fandango de Valverde, cantando los dos estilos que se conocen, el tradicional y el de Pichardo.
En el Andévalo, desembocó en cuatro pueblos con fandangos locales: Calañas, El Cerro, Cabezas Rubias y Santa Bárbara, finalizando su intervención con un fandango de Huelva.
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