Fleta, el tenor 'flamenco'
Historias del Fandango
El tenor Miguel Fleta fue un enamorado del flamenco y le gustaba canta fandanguillos con sus amigos

En su época de esplendor, decía la prensa que el tenor lírico Miguel Fleta (1897- 1938) lo mismo cantaba una cavatina que se arrancaba por fandanguillos. Este aragonés, considerado como el mejor tenor del mundo en la década de los años 20 del siglo pasado, tenía verdadera admiración por el flamenco, cantiñeaba fandanguillos y conocía sus letras. Hizo muy popular la canción Amapola, que cumplirá un siglo dentro de tres años, y que conocemos como una pieza imperecedera.
En su época triunfal, el periódico La Voz contaba, en 1926, una reunión privada de amigos en una casa de Madrid. Una noche, después de actuar en el teatro, se reunieron para tomar algo. Y en aquel ambiente distendido, tras brindarse él mismo para cortar unos platos de jamón regados con buen vino aragonés, camisa desabrochada y servilleta al hombro, Miguel se entonó con una granaína, luego con una copla andaluza y uno de los asistentes le preguntó:
-. Pero, ¿le gusta a usted el flamenco?
A lo que Fleta respondió:
-. Con delirio. Todos los cantos de mi patria me gustan más que nada... el cante flamenco dice todo el sentimiento, toda la emoción que vive en el alma...

¿Qué tiene el flamenco que agarrota el corazón?, suelta retórico otro de los presentes:

Tras cantar los fandangos, declama y luego canta una preciosa letra de soleares que, por cierto, ha devuelto a la actualidad, como ejemplo de la belleza de las letras del flamenco, el maestro Manolo Sanlúcar:
Dijo a la copla el suspiro
échate a buscar palabras
que digan lo que yo digo.
Fleta sorprendió a sus amigos de aquella reunión madrileña afirmando que no tendría problemas para cantar flamenco en los escenarios.
En 1925, actuó en Sevilla y la noche de su llegada hubo de dormir en casa del chófer, porque ni en el Hotel Inglaterra ni en todos los demás había habitación libre. Durmió en un colchón tendido en el suelo, no sin antes haberse zampado un plato de cocido y pedirle al posadero que le cantara unos fandangos.., a cambio de su "Ay, ay, ay", tan popular. En otra ocasión, se sumó a cantaores flamencos de mucho crédito (Centeno, Vallejo, El Gloria) para cantar saetas a los pasos de la Semana Santa. (A Manuel Vallejo le llamaban los aficionados "el Fleta del cante jondo").
En el Gran Teatro de Huelva, Fleta actuó en 1931 en un concierto anunciado como un verdadero acontecimiento. Y lo fue. Se organizaron caravanas de automóviles desde buena parte de los pueblos de la provincia para asistir a la función.

(No se publicó nada sobre si después del concierto mantuvo alguna reunión privada amigable donde se cantaran fandangos, pero al estar en la tierra apropiada es muy probable que asi sucediera; estilistas para acompañarle los había en abundancia en Huelva).
Fleta y la política
La ideología de Miguel Fleta fue fluctuante: primero fue monárquico, luego republicano, grabó el himno de Riego y en la recta final de su vida se unió al bando nacional. Desde el estallido de la guerra, fue un colaborador cercano de Millán Astray, el responsable de propaganda del bando franquista. En Salamanca se le ve, en imágenes de NO&DO, junto al fundador de la Legión cuando éste se enfrentó al rector don Miguel de Unamuno en la Universidad. "Vencereis, pero no convencereis".
A los dos meses del golpe militar contra la República, Fleta se presentó en Valladolid como soldado al servicio de los nacionales. Sin corbata, tocado con un gorro militar, manta al brazo y con el mosquetón al hombro, el gran tenor se mostró así en público sumándose al bando de Franco. Él siempre había sido conservador, rígido en asuntos de orden y con un españolismo acendrado. ¿Es esto una aventura?, le preguntaron.

Fleta acabaría sus días, dos años después, como destacado falangista.Y nada de todo esto lo hizo por necesidad, porque fue muy rico y fue también personalidad influyente en la sociedad española.
(Hablando de Fleta, recuerdo a José Domínguez El Cabrero, en la vieja sede de Adoratrices de la Peña flamenca, a principios de los años 80 antes de una actuación. Onofre López y yo que fuimos a hacerle una entrevista. Y charlamos con José un buen rato distendidamente en el camerino. Nos contó que le gustaba casi toda la música, que cantaba el tango argentino -lo grabaría años después en uno de sus discos-, que le encantaban las grabaciones del tenor Miguel Fleta y nos cantó por lo bajini alguna de sus canciones más conocidas. La música como factor de encuentro).
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La próxima entrega: La Radio, la mejor aliada del flamenco.
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