JESÚS DE FARIÑA. MATADOR DE TOROS, DIRECTOR DE CINE, ESCRITOR Y DISEÑADOR

“Soy un tipo humilde montado sobre unos zapatos de mujer”

  • En breves fechas presenta en el Senado mexicano su último libro sobre el exilio español en aquel país 

  • En diciembre de 2018 debutó como diseñador

El matador Jesús de Fariña acaba de lanzar su colección de moda.

El matador Jesús de Fariña acaba de lanzar su colección de moda. / P. Guerrero (Huelva)

Nunca sabes si va o vuelve pero siempre camina. Anda a caballo de ese triángulo que envuelve su vida: Huelva, Madrid, América. A pocos días de embarcarse en el avión para México a cuenta de la presentación en el Senado de ese país de su libro Porque me tuve que ir, a Fariña le cuelgan aún los ecos de una brillante participación en el proyecto musical Río de Rostros en el Gran Teatro. En ese rizo del más difícil todavía la imagen del torero pendulea embutido sobre unos zapatos de tacón fino después de estrenarse como diseñador junto a Raquel de La Rúa.

–No me negará que tiene usted a más de un compadre con la mente dispersa…

–La provocación en el arte es necesaria. Hay que ser trasgresor y provocativo sin caer en la ridiculez ni en lo grotesco. Las figuras del toreo siempre se han caracterizado por tener una personalidad propia y no condicionada por el medio social donde se muevan. Luis Miguel era en todo momento Dominguín y no procuraba imitar a alguien como ocurre hoy en día. Lo de los tacones se me ocurrió. Me quité mis zapatillas de deporte y se los pedí a mi compañera Raquel. Jamás me había puesto unos; no quise centrar la atención sobre mí sino sobre la marca, y eso ha sucedido. Un humilde tipo que se dedicó al toreo montado sobre unos zapatos de mujer. Era la foto.

–Le percibo a usted demasiado alejado del mundo del toro.

–Para nada. El toro es una filosofía de vida; una forma de ser, de pensar, de reír, de llorar también, incluso de amar. Un sentimiento para vivir. Cuando uno se siente torero eso permanece hasta que te mueres. Jamás he entrado en el juego del rencor. Me ha dado, sí, mucha tristeza no poder hacer en Huelva cosas que sí me han permitido hacer en otros sitios. Que también te digo que no han ocurrido mucho, porque si hubiese sido al contrario a lo mejor no estábamos hablando del Fariña ese que se escapa a probar el arte por otros lados. Lo difícil del toro es que este tiene voluntad propia. El gran misterio del toreo es no caer en la ridiculez ni en lo grotesco al matar un animal y crear un concepto estético. Hay quien dice que el toreo es un espectáculo y hay que basarlo en eso. Yo me niego.

–¿Sin ningún tipo de frustración?

–En absoluto. Como complemento, desde luego. El toreo me ha dado la agonía de no poder expresarme muchas veces como yo he querido. El toreo en sí es una máquina de destruir seres humanos porque te crea muchos complejos, inseguridades, pero yo amo el toro y me moriré siendo torero. Puedo caer en la desgracia de que alguien piense que todo esto que hago es porque no he sido figura del toreo, pero se equivoca. Imagina que José Tomás llega a hacer un corto que tuviese 29 premios internacionales y lo seleccionen oficialmente 74 festivales de cine. O que Cayetano hiciera 103 canciones como yo tengo registradas. Imagínate lo que sería eso; pero el que lo ha hecho se llama Jesús de Fariña y falta esa repercusión.

"Llevo tres años sin coger una muleta, pero el toreo me da vida y me moriré siendo torero ”

–Qué pena Huelva…

–Para mí sí. He toreado un total de 779 festejos en mi vida como matador de toros en 19 países, y de esos mil ciento y pico toros que he lidiado, cuajar cuajar, lo que se dice ten cuidado con este que se ha olvidado del cuerpo, habrán sido unos quince toros. Ninguno de esos ha podido ser en Huelva. Y sí me da pena de que alguien se piense que un tipo que ha estado 27 años en América haya sido para dar veinte vueltas, pasar el rato o pegar un mangazo. Que no valoren que este tipo toreaba una media de 35 festejos al año. Yo en el 97 toreé 63 corridas en Perú y ese tope al día de hoy nadie lo ha superado.

–Perú para entenderte mejor.

–El Perú me ha dado mucha paz, un hijo, me ha hecho mejor persona y paciente; ver el mundo desde la soledad, la necesidad, la nostalgia incluso. Reconocer que no es lo mismo repercusión que éxito. He visto a toreros mucho peores que yo tener repercusión. El éxito solo depende del valor que tú le des a tu triunfo sea en Perú, Las Ventas o Huelva. El triunfo es lo que te hace feliz. La repercusión es cuando tu triunfo hace feliz a los demás.

–¿En su mente queda sitio para verse vestido de torero otra vez?

–Me encantaría, me encantaría, me encantaría… ¡Claro que sigo soñando con torear y teniendo sensaciones frente a una becerra! No es el toro, claro…. Llevo tres años sin coger una muleta pero el toreo me da vida pensarlo.

–Sin etiquetas, Jesús, pero entre Paula y El Pana, ¿quién le llega más cerca?

–Paula, porque él lo tuvo siempre. El Pana lo tuvo de mayor. Paula es más verdadero.

–Confieso que me deja perplejo su debut como diseñador... Fariña en la pasarela…

–Tenía inquietudes. Los toreros nos hemos puesto siempre guayaberas; las que había no me gustaban y ahora tengo en el mercado un modelo de guayabera que me la compran de todos lados. La de siempre, con sus jaretas, bolsillos pitilleros, sus veintisiete botones en hueso… El 23 de marzo presentamos más cosas en Huelva.

–El toro y la vida...

–El toro me ha dado un sentido de realidad muy intenso y me ha quitado el de pertenencia. Todo es muy efímero, desaparece como llega. Interiormente te hace más humano y a no ir por la vida como si fueses la última coca cola del desierto.

–¿El toreo hoy?

–Los toreros hoy son tan mecánicos porque están demasiado estáticos, se mueven poco en la plaza. Solo unos pocos son capaces de rellenar el espacio en el ruedo y claro, son los que mandan. José Tomas, Roca Rey… Litri padre se ponía a 30 metros con la muleta atrás pero ¿y el previo a eso? ¿y el andar pallá hasta ponerte a los 30 metros?... A eso me refiero. El toreo tiene una parte escenográfica importantísima y esa la da el movimiento. Con la apariencia de quietud desaparece el aplauso y con el aplauso, el mérito. Todos buscamos en el fondo no que nos conozcan por la calle, no ganar mucho dinero. Lo que nosotros necesitamos es el aplauso y el sí de los demás.

–¿Y usted qué más necesita?

–Lo que hoy necesito lo tengo. Mañana no sé qué más. Siempre me sentiré torero. Por muy poco que haya conseguido siempre me consideraré torero. Siempre torero.

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