eva yerbabuena. bailaora

"Eva y La Yerbabuena son dos personas totalmente diferentes"

  • La artista se hizo hace unos días con su octavo premio Max y se confiesa como una tímida patológica

Eva La Yerbabuena tiene ya su octavo premio Max de las Artes Escénicas en el aparador de su casa. No lo perdió en una discoteca como le ha pasado a otros compañeros porque su timidez la llevó a abandonar el circo Price para irse a cenar con una amiga antes de acabar en el hotel. La bailaora granadina, que fue imagen de Cortefiel, se identifica con el espíritu de la marca de ropa: elegante y discreta.

-Es el octavo premio Max de su carrera. ¿Le gusta la estatuílla y ha decidido hacer una colección?

-Ganar un Max nunca es algo rutinario, se pasan muchos nervios aunque, sinceramente, no me esperaba ninguno en esta ocasión. Reconozco que una vez allí quieres competir, y este año el escenario del Price era además como un ring. Con los premios intento siempre pisar suelo, no me gustan las alturas, me dan vértigo.

-¿Estos premios que no vienen del ámbito estrictamente flamenco tienen otro sabor?

-Quizás, entran todas las artes escénicas y es un reconocimiento muy válido, lo noto desde el primero que me dieron. Los premios Max son un reconocimiento muy importante, te das cuenta de que gente que no pertenece al mundo del flamenco te va conociendo.

-Rocío Molina, que fue alumna suya en algún curso, estaba también entre las nominadas. ¿Mira por el rabillo del ojo qué hacen las nuevas generaciones?

-Me gusta ir al teatro a ver a todo el mundo. Por mi parte hay una preocupación por saber hacia dónde va el flamenco, de qué mano camina, algo muy importante cuando tienes un amor incondicional por tu trabajo. Le debo muchísimo al flamenco porque me ha permitió sentirme realizada en muchos aspectos, he conocido muchísimos países y personas de todo tipo, me iré de esta vida y no habré pagado esa deuda tan grande.

-¿Qué le pareció Jimmi Barnatán como conductor de la gala? Las redes sociales están divididas entre los entusiastas y los detractores...

-Me encantó, se pegó un curro de dos pares, dinámico, original y diferente. Me lo pasé muy bien. Es la primera vez que nos vemos dentro de un espectáculo como espectadores, fue genial.

-Con tantos creadores por metro cuadrado, ¿al calor de las copas de después de la gala se imaginan muchos de esos proyectos que luego no verán nunca la luz?

-Es una cosa que tengo en mi contra, soy muy tímida y de hecho no estuve en la recepción de después. Nunca he recogido un Max y me he ido a tomar una copa pensando que puede surgir la chispa para un nuevo proyecto. A lo mejor hago mal, pero mi timidez me lleva por ahí, aunque soy consciente de que hay que hacer relaciones públicas. Sinceramente no es fácil, la gente que realmente quiere contar contigo lo va a hacer, aunque es verdad que a lo mejor ayuda que te conozcan como persona. Yo saludé a mis compañeros y me fui a cenar tranquila con una amiga.

-Cuando empieza a montar un espectáculo, ¿no enseña su trabajo hasta que ya está definido por esta timidez?

-Sí, lo paso mal. De hecho, cuando en el patio de butacas hay diez personas lo paso peor que cuando está el teatro lleno. No quiero generalizar, pero yo no tengo la misma energía ni soy la misma persona cuando estoy en un ensayo y cuando estoy actuando. Quizás por esto prefiero estar en el estudio tranquila, sola, y exponer después mi trabajo.

-¿Su timidez tiene algo que ver con el miedo al ridículo?

-Creo que si tuviera miedo al ridículo no me subiría a escena, es que no me gusta llamar la atención. Hablo de dos personas, Eva y La Yerbabuena, son muy diferentes.

-¿Lleva una doble vida?

-Es muy curioso porque a veces me toca ser La Yerbabuena en un photocall, uno de los retos que me cuestan la vida. Cuando llego a la alfombra roja los periodistas me piden que pose, que sonría, pero yo me engarroto.

-¿Y cuando hace la campaña de Cortefiel quién es, Eva o La Yerbabuena?

-Desde que empiezo a maquillarme comienza aparecer La Yerbabuena.

-¿Tiene pensado seguir con ese ambiente tenebrista de sus últimos espectáculos?

-Yo nunca tengo ideas preconcebidas. Ahora estoy empezando una creación nueva y voy a contar con el mismo diseñador de luces porque nos conocemos muy bien. Estoy en plena investigación y con muchísimas ganas de meterme en el estudio.

-Los Max han premiado su interpretación en ¡Ay! ¿El hecho de estar sola en el escenario sin cuerpo de baile es por buscar una obra íntima o el 21% de IVA también influye a la hora de hacer espectáculos más recatados?

-Lo estamos pasando mal, como todo el mundo, el 21% de IVA nos está jodiendo lo que no se puede imaginar, pero cuando hago un espectáculo sólo veo qué necesito para contar lo que quiero contar. Uno tiene que invertir en su trabajo, aunque es verdad que los programadores te llaman y te dicen que no pueden pagar el hotel, el 21% de IVA y el 10% de Autores. Con el embarazo estuve 13 meses sola en casa, con la familia, y tenía necesidad de seguir así.

-Marina Abramovic, la artista serbia, dijo la semana pasada que si una mujer quiere ser artistas tiene que olvidarse de tener hijos y una familia. ¿Qué le parece a usted esta opción con una hija de 19 años, otra recién nacida y un sólido matrimonio con el tocaor Paco Jarana?

-Obviamente eso no va conmigo, cuantas más experiencias tengas en la vida más cosas tendrás para compartir. Cuando tenía 18 años o 25 para mí no había otra cosas que no fuera el baile, mi padre me tenía que decir que me fuera del estudio porque me iba a dar algo. Pero yo sentí la necesidad de ser madre. Cada vez tengo más claro que hay un porcentaje de hipocresía y de crueldad, porque cuando estás en el candelero todos están contigo, pero olvidamos muy rápido. Pero eso no quiere decir que no adore mi trabajo y que me pierda muchas cosas de mis niñas, lo que me duele en el alma.

-Tiene una hija que estudia Derecho en Granada, el mejor motivo para acercarse a su tierra...

-Nunca he estado lejos de Granada, es algo que llevo conmigo siempre. La gente me dice que soy muy lorquiana, pero es que soy muy granadina y Lorca y Granada son lo mismo.

-¿Es feliz de que su hija estudie y no se dedique al espectáculo?

-A mí no me ha ido mal, mi madre fue peluquera, mi padre albañil y ahora tiene una pequeña empresa de construcción. En una ocasión, Enrique Morente le preguntó a mi hija que por qué no cantaba ni bailaba, algo curioso porque a mí nunca se me ocurrió preguntarle eso. Ella dice que considera que no tiene arte para eso, lo que demuestra una gran madurez. Yo siempre he dicho que no he tenido dos hijas, he tenido dos viejas. Mi abuela decía que mi hija tenía una vieja en el estómago.

-En 2009 dijo que se echaría un baile con Obama. ¿En 2014 se lo echaría con Pablo Iglesias?

-Es muy difícil pensar a quién voy a votar, es horrible. A mis 43 años lo único que pido es honestidad y que haya políticos con carisma.

-La política no deja de ser un reflejo de la sociedad y, a nivel artístico, tampoco es que sobre el carisma...

-Lo ha habido, pero no ha interesado a los medios. Cuando ha habido artistas de verdad no han interesado, sólo cuando no han tenido más remedio. Yo he vivido el final de una generación , el brote de otra y veo con horror cómo interesa más la vida privada de los artistas. Artistas de calidad ha habido y los hay, quizás menos que antes.

-¿Cómo ve que un compañero de generación como Rafael Amargo haya acabado tirándose de un trampolín en un reality de televisión?

-Yo respeto a todos. A Rafael le monté una coreografía casi al completo, pero cada uno seguimos nuestros caminos. No soy quién para decir nada.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios