Estrellas en el arte

En 1636, Rubens pintó a Saturno devorando a uno de sus hijos. Más allá de la impactante y violenta imagen del terrible dios ya anciano preocupado por la profecía según la cual uno de sus hijos le mataría y destronaría, llama la atención que el pintor coronase el cuadro con una estrella triple, representación del planeta Saturno. Lo curioso es que Rubens realizó la obra en 1638 y sólo unos años antes fue cuando Galileo Galilei -en 1609- apuntó a Saturno por primera vez descubriendo cómo este planeta se veía como una estrella triple.

"El ser humano siempre ha mirado a las estrellas por diferentes motivos. Porque creía que allí habitaban sus dioses y sus mitos o porque pensaba erróneamente que en ellas estaba escrito nuestro destino". Montserrat Villar, coordinadora del Año de la Astronomía en España y científica titular del CSIC en el Instituto de Astrofísica de Andalucía, explica que el interés por conocer los misterios del universo en todas las civilizaciones "se ha plasmado en muchas obras de arte: desde manuscritos iluminados como libros de horas o biblias hasta bien entrada la Edad Media, a tapices, óleos o mosaicos".

El sol, la luna, los cometas, los eclipses y la noche estrellada son protagonistas o forman parte de manera sutil -como en la pintura de Rubens- de obras desde el Paleolítico hasta nuestros días. Ángeles Santos pintó Un mundo en 1929, y la misma artista explicaba que "había escuchado entonces que el hombre llegaría al planeta Marte y eso me impresionó. Pinté ese cuadro para que lo enviaran allá y que los marcianos supieran cómo era nuestro planeta Tierra". Ella sería uno de los ejemplos actuales de cómo la astronomía aparece en el arte. Lo hace de forma fantástica y surrealista o buscando más la realidad, como en el caso del holandés Johannes Vermeer, que en el siglo XVII representaba en El astrónomo a un científico estudiando un globo de Jodocus Hondius, con complejas representaciones de varias constelaciones como la Osa Mayor, el Dragón y Hércules.

Van Gogh y Miró eligen las estrellas también en sus composiciones. En el caso del primero, son famosas sus Noches Estrelladas de un azul eléctrico. En Miró, sus Constelaciones supusieron un nuevo concepto del espacio en la pintura figurativa, cosa que surgió de su contemplación del cielo estrellado en la costa normanda.

El tema religioso se vale en bastantes ocasiones de la astronomía. Es frecuente ver a Cristo con el sol a la derecha y la luna a la izquierda o en representaciones de la Inmaculada con la luna a sus pies -tal y como se la describe en el Apocalipsis- y coronada por doce estrellas.

Villar destaca cómo en el caso de la luna "siempre se pintaba como una superficie perfecta y pulida hasta que en 1612, un artista italiano pintó un fresco en la Basílica de Santa María Mayor en Roma, donde esa luna aparecía llena de cráteres". Según la científica, "seguramente se inspiró en los dibujos que realizó Galileo de la luna llena de valles y montañas puesto que eran muy amigos".

Resulta que el mismo Galileo Galilei fue mucho más que una inspiración para otros artistas y se convirtió en uno más siendo el primero en dibujar la luna basándose en visiones reales para su recopilación de información sobre sus fases.

Se separaba así de otras joyas artísticas pero que tenían más que ver con la astrología que la astronomía, como el ejemplo que se muestra ahora en una exposición del Hospital Real. Un incunable titulado Crónicas del Mundo (Liber Chronicarum), un libro ilustrado de la historia del mundo dividida en siete épocas, desde la creación hasta el Apocalipsis que el humanista alemán Hartmann Schedel publicó en 1493. Villar hace referencia a la parte de la obra que habla de la creación de los astros con una representación en la que el universo está formado por capas esféricas con la tierra en el centro y, a su alrededor, el sol y los planetas.