Escándalo en las aulas
Indudablemente la película cuyo título emblemático utilizo hoy está más en la línea de esa rebelión del alumnado que muchas veces se ha llevado a la pantalla y que, desgraciadamente, es un signo de subversión escolar que frecuentemente nos llena de inquietud por el inadecuado comportamiento de muchos colegiales en nuestros días, que en la de otras actitudes de profesores y educandos protagonistas de ciertos films en los que los primeros constituían ciertos protagonismos discutibles. Todo viene a cuento del estreno y proyección actual de la película protagonizada por la rutilante Cameron Díaz, Bad teacher, una docente de conducta poco ejemplar.
Ello nos lleva a recordar prototipos muy distintos. No digamos el caso de Adiós, Mr. Chips (1939), adaptación de la novela de James Hilton, cuyo personaje era el paradigma del profesor modélico y sacrificado que dedicaba todo su saber y bondad al servicio de sus discípulos. Hubo una segunda versión en 1969 protagonizada por Peter O' Toole. La caricatura más desternillante, ingeniosa y a la vez extravagante estaba a cargo algunos años después del gran cómico Jerry Lewis, que en El profesor chiflado (1963) desbordaba de la risa a todos los espectadores.
Muy distinto sería y con otros planteamientos más renovadores y revolucionarios la actitud del profesor protagonista de El club de los poetas muertos (1989), que hacía de la poesía un elemento de estímulo y sensibilidad para sus alumnos, incentivando su imaginación y su libertad creativa por encima de las normas tradicionales de la enseñanza clásica. Habría muchos más casos que harían esta crónica excesivamente larga donde las actitudes profesorales o del alumnado pondrían en cuestión los diferentes modelos educativos y que el cine ha abordado con distintos resultados. También, por supuesto, las relaciones de los docentes y sus discípulos, que a veces iban más allá de lo puramente pedagógico.
Tengamos el caso de Diario de un escándalo (2006), donde docencia y sexo se confunden, cuando la profesora y el alumno, menor de edad, mantienen una relación que entra en un grado donde la amistad y el deseo se mezclan peligrosamente transgrediendo la norma. En cierto modo y aunque la situación sea distinta el tema nos recuerda una excelente película, The reader (2008), de Stephen Daldry, donde las relaciones de los protagonistas con un gran diferencia de edad, íntimas y bien explícitas en el aspecto sexual, se hacían más comunicativas a través de la lectura.
Como quiera que sea Bad teacher (2011), que ahora se proyecta en nuestras salas, es la muestra provocativa de una profesora irreverente, mal hablada, fumadora de porros, a quien le gusta decir lo que le apetece sin conciencia contra pautas socialmente aceptadas y que no elude cualquier tipo de relación sentimental con tal de conseguir un buen marido que la retire de la docencia para la que, sin duda, no ha nacido ni le interesa. En la línea muy cercana a la comedia descerebrada y gamberra, Bad teacher pone muy en tela de juicio los criterios artísticos y, si bien sugiere, muy de lejos ciertos defectos del sistema educativo, tampoco es un ejemplo ni en lo docente ni en lo cinematográfico.
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