Cultura

"Entonces... ¿cuándo se casaron García Lorca y Mariana Pineda?"

  • Muchos turistas de la Huerta de San Vicente y de la Casa de Fuente Vaqueros protagonizan historias y hacen preguntas en sus visitas que son auténticos disparates en torno a la vida del poeta granadino

La mujer, que había recorrido con un solemne respeto todos los rincones de la casa en la Huerta de San Vicente atenta a las explicaciones de la guía, se detuvo al término de la visita ante un cuadro de Santiago Ontañón que representa a Federico García Lorca y Mariana Pineda en una conversación imaginaria. Sin pensarlo dos veces, le espetó a la guía: "¿Entonces Federico y Mariana Pineda terminaron casados?". La guía, Marta Badia, tuvo que explicarle que no, que Mariana Pineda murió casi setenta años antes de que naciera el poeta granadino.

A poca gente se le ha pasado por la cabeza que Lorca puede ser objeto de los momentos más disparatados. "En otra ocasión", recuerda Badia, "otra mujer me dijo que se sabía toda la historia de Lorca porque se había leído todos los libros de Mel Gibson". Por lo visto, el actor australiano protagonista de Braveheart, había decidido dejar su carrera en el cine para lanzarse al estudio en profundidad de la obra del poeta y de paso quitarle las lentejas al hispanista e investigador Ian Gibson.

De Lorca se ha escrito y dicho tanto que a todo el mundo, especialmente de fuera de España, le suena de algo, pero no sabe de qué. Cuando turistas despistados recalan en la Huerta de San Vicente, la residencia veraniega del poeta, o en la su casa natal de Fuente Vaqueros, se pueden producir las situaciones más absurdas del mundo.

Juan de Loxa, director de la casa de Fuente Vaqueros durante casi veinte años, tiene multitud de ellas. Recuerda la visita de un grupo de la tercera edad de mujeres de La Alpujarra. Venían entusiasmadas con la idea de recorrer la casa del poeta. Por aquella época, TVE emitía la serie de Juan Antonio Bardem sobre la vida y muerte del poeta. "Lo que estoy sufriendo yo con esa serie", le dijo una anciana a Juan de Loxa. "En cada capítulo me digo: 'Por favor, que no lo maten, que no lo maten'. Yo espero que al final no lo maten".

De Loxa rememora también otra visita extraña a Fuente Vaqueros. De la noche a la mañana, sin ninguna campaña en especial ni ninguna promoción, la casa empezó a llenarse de turistas chinos, no japoneses. Chinos. Aquella brusca presencia todos los días le sorprendió. Hasta que recordó que, unos meses antes, unas periodistas de Pekín habían estado en la casa.

"Habían perdido el último autobús de Fuente Vaqueros a Granada y yo las acompañé para que cogiesen un autobús en el pueblo de al lado, Chauchina. Por lo visto, al regresar a su país, la periodista había publicado que, para visitar la casa de Lorca, había que pasar por Chau-China". Que hubiese un lugar llamado Chau-China en España debió entusiasmar a los chinos.

En la Huerta de San Vicente, las anécdotas tampoco dejan de sucederse. "En cierta ocasión, alguien me preguntó si García Lorca había escrito Poeta en Nueva York antes o después de que lo fusilaran". "Y es muy frecuente también que me pregunten quién fusiló a Federico, si los fascistas o los republicanos". "Otra pregunta que me llamó la atención fue sobre si Lorca y Lola Flores se conocieron, o si García Lorca era del Atlético de Madrid, porque al principio de la escalera de la casa hay unas lozas rojas y blancas".

No hace mucho, un turista inquirió sobre si el suelo de la casa "era inédito". Otro se interesó sobre si la casa y el Parque Federico García Lorca eran una réplica del lugar real.

Marta Badía recuerda con una sonrisa la visita de un poeta cubano a la residencia de Lorca. Es habitual que mucha gente acuda allí y quiera leer sus poemas dedicados a Federico en su dormitorio. El poeta cubano quiso leer algo del propio Federico y cogió un ejemplar del Romancero gitano que estaba sobre una mesa. Abrió por cualquier página y salió el romance de La casada infiel: "Y que yo me la llevé al río/creyendo que era mozuela/pero tenía marido", exclamó leyendo el cubano. De pronto se detuvo y dijo: "¡Pero qué hija de puta la tía del poema!"

Juan de Loxa por su lado, recuerda otra jugosa historia: con motivo de una exposición sobre Alberti y Lorca, el director de la casa museo invitó al poeta gaditano a asistir a la inauguración. Alberti accedió y acudió a Fuente Vaqueros. Allí había una sillón de mimbre recién comprado y situado en el granero en el que Alberti, cansado, se sentó y se durmió. Juan de Loxa dejó que echara una pequeña siesta.

En ese mismo momento, llegó a la casa un grupo de estudiantes franceses acompañados de un guía, que comenzó a mostrarles toda la exposición. "Aquí, un poema de Alberti dedicado a Federico... Allí, el manuscrito de una carta de Federico a Alberti, por aquí, una foto de Federico con Alberti...", iba diciendo. De pronto, al llegar al granero, el guía se encontró de bruces con Alberti dormido. No tuvo otra salida que decirles: "Y ahí está Rafael Alberti, pero está dormido, así que no hagan ruido". Los estudiantes alucinaban.

No menos desternillante fue la visita de Leonard Cohen a Fuente Vaqueros. El cantautor canadiense siempre estuvo fascinado con la obra de Lorca, al igual que Joe Strummer, cantante de la banda punk The Clash, que fue a Víznar con la intención de comprar picos y palas para desenterrar al poeta. Leonard Cohen, ensimismado en la casa, pidió a los responsables quedarse solo en la sala del granero para meditar. Lo dejaron solo pero, como tardaba mucho en regresar, Juan de Loxa decidió subir para ver si necesitaba algo. "Estaba haciendo yoga bocabajo", rememora ahora riéndose a carcajadas. "¡Estaba haciendo el pino!".

"Hay mucho friki de Lorca, de verdad", dice por su lado Marta Badia. "Recuerdo una vez una visitante que me dijo que él amaba a Lorca sobre todas las cosas y empezó a desnudarse delante de mí. Yo no sabía que sucedía hasta que se quitó la camisa y vi que se había tatuado la firma de García Lorca". "Otro", añade, "acudió a la casa vestido completamente como Lorca, con su pajarita, su ropa, su peinado..."

No todo son locuras. Jesús Ortega, actualmente responsable de la Huerta de San Vicente, recuerda su etapa como guía. "Una vez vino un grupo de jóvenes agentes de la Guardia Civil. Estaba estudiando en la Academia de Baeza y habían pedido permiso para visitar la casa. Se conocían toda la obra de García Lorca. Cuando descubrieron en la exposición permanente que allí estaba el Romance de la Guardia Civil, se pusieron literalmente a dar saltos de alegría.

Se sabían el poema de memoria y allí estaban, ante el original. Les fascinaba ver los tachones, la caligrafía de García Lorca. Eso demuestra cómo han cambiado los tiempos". Y es que Lorca da para todo.

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