Cultura

Divina carne picada

  • El periodista Fernando Rueda habla sobre el caso de William Martin como paradigma de los engaños del espionaje

  • Enigma, las escuchas a Merkel y el fin de ETA confluyen en Punta

"La Operación Carne Picada es la demostración de que Dios existe y que está de nuestra parte". Dice el autor de la frase, el periodista Fernando Rueda, que no se explica, si no, que un operativo de este calado tuviera éxito y no fuera descubierto en ningún momento por los alemanes, objetivo del engaño en plena Segunda Guerra Mundial. Porque para Rueda, especialista en servicios secretos y, probablemente, la máxima autoridad civil en este campo en España, ese episodio que puso a Huelva en el epicentro de la atención de las potencias mundiales en 1943 es paradigma de una acción de espionaje; con un engaño mayúsculo, abierto a la intervención de numerosos factores que multiplicaban sus probabilidades de fracaso, y con un punto de locura quizá sólo posible en la mente de destacados creadores de ficción, subrayó, que, más que en la suerte, invitan a pensar en la intervención divina para que todos los resortes se accionaran a su debido tiempo y todas las piezas encajaran. "Todo era susceptible de salir mal pero salió bien". Sólo así fue como William Martin cobró vida después de muerto.

Fernando Rueda fue ayer el invitado de excepción en la segunda sesión de Conversaciones en negro, ciclo de charlas integrado en la Semana Negra del Cine y la Novela de Punta Umbría. Lo hizo acompañado por el investigador onubense Enrique Nielsen, autor junto a Jesús Copeiro -ausente por enfermedad- de dos libros e interminables investigaciones relacionadas con el, conocido por todos, hombre que nunca existió. A pocos metros de la playa donde apareció el cadáver hace 75 años y en una tarde fría y lluviosa que invitaba a hablar de espías, el tema introductorio iba en bandeja.

El control de las comunicaciones alemanas dio ventaja a los británicos

El periodista trató así de ofrecer explicaciones terrenales a ese éxito de los británicos que cambió el curso de la guerra. Seguramente, que los alemanes tenían un concepto de sus labores de inteligencia más elevado que el de la realidad. Definitivamente seguro, que eran inferiores a las británicas, unido a la credulidad general del espionaje alemán, más intencionado que menos en algunos casos concretos que pudieron ser determinantes en España para que el engaño fructificara al final en Berlín. Y Enigma.

Destaca Fernando Rueda como elemento clave para el excelente trabajo británico y estadounidense el control de las comunicaciones alemanas, gracias a disponer de una unidad del artefacto que codificaba los mensajes entre los mandos nazis.

Ese control todavía sigue siendo clave, también en tiempos de paz. Hace unos días que salía a la luz el espionaje al teléfono de la canciller alemana, Angela Merkel, por parte de chinos y rusos. "De haber tenido el número, también la habríamos grabado nosotros", le aseguró una de sus fuentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) al propio Rueda.

Hace años que el espionaje español, afirma, dispone de tecnología propia para intervenir comunicaciones. Fue con ella que cayeron de forma consecutiva, en sólo seis meses, tres cúpulas de ETA antes de su fin. "Que nadie piense en Mortadelo y Filemón cuando se hable del CNI", defendió serio.

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