"Desacralizar el Museo no es una ilusión, sino una obligación"
El que fuera responsable de catalogar el Patrimonio Histórico Andaluz de Huelva quiere hacer de la pinacoteca un espacio más cercano y dinámico a pesar de los problemas endémicos que presenta
Le gusta estar en la sala. Le interesan las piezas y pasa horas en el mismo espacio en el que tantas charlas impartió. Pablo Guisande, el nuevo director del Museo Provincial, se siente en él como en su casa. Mucho tiene que ver el hecho de que, nada más terminar la carrera, llamase a las puertas del Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, donde halló un universo único. Entonces su expediente laboral estaba en blanco. En cualquier caso, le invitaron a sentarse y a realizar una reseña de una exposición. Desde entonces, y eso fue a finales de los 90, no ha parado. Afortunado por encontrar en su camino a personas apasionadas con lo que hacen y que le han reafirmado su vocación, desde entonces lo único que ha hecho es proteger y difundir el patrimonio. Hasta hace poco desde Bienes Culturales, encargándose del Catálogo General del Patrimonio Histórico Andaluz (obtuvo plaza propia), y ahora desde el Museo Provincial, del que es máximo responsable.
-¿Es óptimo el estado de salud del Museo?
-Voy a ser claro. A mi personalmente y al equipo que ha decidido que yo esté ahí nos parece insuficiente. Me explico: no sería adecuado responder sí o no, sinceramente digo que para los niveles que nos exigimos y para la implicación que queremos en esto el resultado es insuficiente. Y también lo es la percepción que se tiene del museo, las visitas y en última instancia la identificación de la sociedad, que es lo que me preocupa. Es insuficiente, yo aspiro a mucho más.
-¿Es ese su gran reto?
-Claro, la identificación con la sociedad. Partiendo de que una sociedad se identifique con un espacio y con los bienes que contiene, todo lo demás viene dado. Y lleva detrás un trabajo enorme de cambio de mentalidad, por eso siempre repito lo importante que es la educación en este sentido. Vamos a trabajar para mostrar de manera atractiva lo que tenemos, que a la gente le apetezca ir allí, que no vea aquello como lo de siempre, sino que le ofrezcamos algo diferente y que cale en la sociedad. Tenemos unos problemas endémicos de espacio, horarios y personal pero eso no es excusa para no hacer nada. Yo parto con lo que tengo, me parece insuficiente y estamos trabajando en que se mejore en todos los sentidos, económico y personalmente pero mi planteamiento es hacerlo más cercano.
-¿Qué personal haría falta para que la infraestructura museística esté a pleno rendimiento?
-Hay 24 personas y a día de hoy funcionamos, pero sería básico tener un arqueólogo. Contar con cuatro vigilantes más sería un poco idealista y sé que no va a ocurrir, quizás cuando haya una época de bonanza económica sí. Pero no quita que haya ciertas demandas que me parezcan básicas y una de ellas es el arqueólogo, un conservador con el perfil de arqueólogo es fundamental.
-¿Trasladará esa petición?
-Sí, evidentemente. Estamos ahora mismo en que haya un arqueólogo y aunque no hay nada encima de la mesa, existe el compromiso de que en el momento en que sea posible se nos dotará de este profesional. Esa es la medida mínima.Ahora mismo hay una persona que se dedica a todo, una persona muy válida y gracias a dios que me he encontrado eso. Si no, tendríamos problemas.
-Antes se ha referido a la importancia de la educación. ¿Potenciará la visita de escolares?
-Es fundamental la coordinación con el Gabinete Pedagógico de Bellas Artes, el organismo que está en el museo físicamente, que depende de Educación pero que trabaja con Cultura. A la hora de plantear una actividad extraescolar ya no es como antes, cuando había medios y dinero. Ahora hay colegios que no hacen esas actividades pero vamos a intentar traer al máximo de colegios posibles. En la medida en la que podamos vamos a intentar dar cabida a eso y a dinamizar las visitas con actividades, dibujos, charlas y tratar de entrar en los lugares en los que no se ha entrado hasta ahora.
-¿Abrirá el sótano?
-Esto es muy delicado porque los escolares son difícilmente controlables.Vamos a ir haciendo pruebas en pequeños grupos porque creo que es interesante que conozcan el funcionamiento del museo. Más allá de las piezas, que vean qué ocurre detrás. Lo haremos en pequeños grupos y de manera controlada, porque la seguridad de las piezas es lo primero, así como de las personas que lo visitan.
-Una vez descartado el proyecto de ampliación del Museo, ¿tiene solución la falta de espacio?
-La falta de espacio es un mal endémico sin solución y es clave a la hora de entender el Museo. El edificio es el que es, lo sabe todo el mundo desde que se hizo en el 73. Allí no cabe todo lo que tenemos pero el día que se genere una expectativa o realidad sobre otro edificio ya hablaremos. Yo sobre eso no quiero entrar porque tengo que gestionar lo que tenemos ahora.
-Los fondos de Bellas Artes y de Arqueología son innumerables. ¿Qué propone para dinamizar los primeros?
-La clave es articular y equilibrar las exposiciones temporales, que necesitan parte de esos espacios, con la exposición permanente. Este equilibrio es muy complicado. En la época de vacas gordas había mucho dinero y grandes empresas privadas venían con muchas exposiciones que cubrían la mayoría de los espacios. Por lo tanto se minimizaba la exposición permanente. Pero con eso hay que tener mucho cuidado porque la situación que yo me encontré cuando llegué en julio, por poner un caso concreto, es que el discurso cronológico acababa en el siglo XIX y no estaban expuestos los pintores del XX. Hay cosas básicas, todo el mundo que entra quiere ver a Vázquez Díaz, quiere ver a sus pintores de la escuela onubense. Eso no estaba y además no estaba planteado que se hiciera.
-¿Cómo ha solucionado ese vacío cronológico?
-Lo que he hecho es avanzar y ganar una sala a la exposición permanente. Es una respuesta que no deja de ser de mínimos, pero que es necesaria e inmediata. Por lo tanto ahora mismo el visitante puede contemplar hasta el siglo XX, hasta Pepe Caballero. Haría falta otra sala más para desarrollar ese discurso y sobre todo para incluir cuadros de gran formato, que es otro de los elementos que me resultan básico. Ese es el 'efecto Meninas', el efecto de gran formato que todo el mundo quiere cuando entra en un museo. Ante este problema, la solución mínima es dinamizar el espacio que tenemos, cambiar las piezas, jugar.
-¿Hay previsión de ampliar la sala de arqueología?
-La sala de arqueología es la que es, ahí no tenemos el juego como con Bellas Artes. Es una sala pequeña y multifuncional. La negra, que está entrando a la izquierda, se ha estudiado para ampliar la zona arqueológica pero la actividad de la propia institución se verían limitada. El asunto está encima de la mesa para poder completar el discurso con la arqueología medieval y hay un proyecto iniciado pero, para empezar, no tenemos capacidad, por falta de personal, de musealizar ese espacio. Lo que podemos hacer es sustituir las piezas periódicamente, crear diálogos entre ellas rompiendo el discurso cronológico, exhibiéndolas o programando actividades.
-¿Habrá más investigación en el Museo?
-Por ley una de las funciones del museo es investigar y, como no tenemos personal suficiente, ésta se produce en momentos puntuales. Se investiga porque es necesario y porque cuando se visiten los fondos debe haber un investigador que los explique. El único conservador que tengo dedica parte de su tiempo personal a investigar pero en mi gestión está facilitar en todo lo que pueda que vengan los investigadores y agilizar esos trámites reglados que se requieren. Es complicado y tenemos falta de medios, pero es una función del Museo que genera dinamismo y conocimiento. Ayuda a conocer lo que hay, a que vean la luz publicaciones, a que haya charlas. Hay que tener respeto a las piezas pero hay que desacralizarel Museo porque pertenece a la sociedad. No es una ilusión, es una obligación. Y en la medida en que podamos debemos responder a eso. Y tenemos que avanzar.
-¿El Museo está estancado?
-Con las circunstancias particulares de los últimos meses sí. Dicho esto, la gestión de Juan Bedia ha sido la que más ha avanzado y ha abierto el Museo. Lo digo desde la absoluta sinceridad. Me inspiro mucho en su gestión. De ahí bebo.Llevaba por delante la ilusión y la pasión y yo me identifico plenamente.
-Se le nota ilusionado.
-Mucho, igual que Juana. A pesar de que tenía más edad que yo se le iluminaban los ojos cada día. Poco antes de morir se le seguían iluminando. Ella dio un cambio.
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