Cultura

La obra de Castro Crespo se muestra en el Instituto Cervantes de Lisboa

  • 'El arte de la fuga' se prorroga durante enero tras cosechar gran éxito La muestra introduce al espectador en un concierto pictórico donde el artista le hace vibrar con la música de Perianes

La pincelada del artista se ha hecho música o es quizás la música la que entró en el espíritu de cada pincelada. Lo cierto es que la obra de Juan Carlos Castro Crespo siempre ofrece un aire especial, envuelta en un ambiente que es como la música: la sientes y se queda encendida en el interior.

Juan Carlos Castro lo consigue, lo viene haciendo siempre, pero en esta ocasión es aún mejor. Logra en este trabajo que cuando el artista se pone delante del papel manchado, da pinceladas, vueltas a trabajar y encuentra lo que buscaba, hace que la obra no sea sólo contemplación de una pintura. Es sentir en uno mismo ese espacio pintado, recreado, trazos del artista que hace que se sienta la música, los movimientos, las notas, se vibre con ella. Mirar la obra es estar dentro de ella, de manera participativa, sintiendo cada una de las notas de la orquesta que quiso captar en el momento del éxtasis musical.

La exposición, esta serie de trabajos, se escapa de sus paredes. Lo mismo que las pinceladas de cada cuadro salen con música, llegando al aire de quien la mira. La muestra está contando con un amplio recorrido. De Moguer a Punta Umbría y de ahí a Lisboa, en esa necesidad de volar de la obra como lo hace la música.

Las cincuenta piezas seleccionadas de este amplio trabajo de estudio de Castro Crespo, en la interelación de pintura y música, llega al Instituto Cervantes de Lisboa, donde está cosechando bastante éxito, lo que motiva la prórroga hasta final del mes de enero.

El arte de la música. Allí mismo, en las ruinas del Carmo de Lisboa, quiere recrear ese concierto de música clásica que lleva a su papel. Aquí surge esta colección en la que el artista dice sentirse muy a gusto. Un concierto de la Orquesta Filarmónica de Berlín, con un Javier Perianes al piano.

En un viaje primero Juan Carlos Castro pudo saborear en Lisboa la música en un concierto muy especial en la Fundación Calouste Gulbenkian. La filarmónica en ese teatro magistral, con un escenario de caja musical transparente, metido visualmente en el jardín de la propia fundación, con los pájaros moviéndose; dando alas libres a la música y a la pintura con música de Juan Carlos Castro.

La exposición en este periplo, que el autor llama El arte de la fuga, recala en el Instituto Cervantes de Lisboa, donde la obra sale de la propia sala. La música que la mueve le ha hecho volar y la experiencia reconoce que ha sido única. Los colegios portugueses programaron trabajos relacionados con la propia exposición. Alumnos de entre 8 y 12 años contaron con una línea abierta on-line con el pintor que ha estado contactando con ellos.

Una serie de obras en la que Juan Carlos Castro se presenta a una Europa en la que busca una sinfonía cercana, de continuidad y futuro. Enlaza así ese deseo de que el que arte sea motor para la comunidad europea. Ha hecho aquí lo que sabe hacer siempre. Ir más allá, con una forma de trabajo fuerte, valiente, arriesgado, donde la mancha inicial es la que se abre al cosmo musical. La obra cuenta con esa fuerza desde el arranque de la primera pincelada, para mostrar el movimiento y la inspiración.

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