Con su director, Fernando Francés, recién convertido en lord, y nombres como los de Mark Ryden y Peter Doig como reclamos en lo que va de curso, el CAC Málaga pone en marcha las exposiciones que nutrirán su agenda veraniega en una clara línea de continuidad (y su consecuente exigencia) muy a pesar de la consideración de temporada baja que, en teoría, corresponde al estío y su querencia playera. Con sólo dos nombres, Santiago Ydáñez y Danielle van Zadelhoff, artistas de aquí y de allá y de orientaciones bien dispares (aunque compañeros, eso sí, de generación), el CAC propone precisamente un plan de contrastes que, de paso, volverá a invitar a la reflexión sobre la permanencia de los clásicos en el arte contemporáneo, tema favorito del museo donde los haya.

Al andaluz Santiago Ydáñez (Jaén, 1967) tuvo buena ocasión de conocerlo el público malagueño en 2008 con su exposición Paraíso perdido, que acogió la galería Isabel Hurley. Más allá de la inspiración anclada en el poema de Milton, aquella exploración por la condición de la existencia más ligada al exilio reunía pinturas, objetos e incluso animales disecados para una experiencia de alto voltaje que delimitaba con preclara intención los contornos vitales del arte. Ahora, el CAC se refiere a Ydáñez, que protagonizará en sus dominios una muestra que estará abierta hasta el 24 de septiembre, en estos términos: "Desde la pintura al óleo al uso del acrílico o al lenguaje del dibujo, sin ignorar la acuarela ni los recursos del arte gráfico, Ydáñez también se inspira y apoya en la fotografía como fuente de su obra. Coleccionista de objetos, que bien encuentra en mercadillos callejeros o en Internet, éstos son utilizados después por el artista para mover a la reflexión sobre cualquier asunto trascendental con ironía, una de las claves de la belleza desgarradora latente en sus obras. Estos objetos, muy variados, también son utilizados como pretexto para apoyar la temática de la pintura a la que acompañan. Ángeles sin alas, mujeres exaltadas como la Virgen María que muestran su desnudez y mujeres a las que se le acaba de practicar una autopsia parecen emitir un incesante grito silencioso". El propio Ydáñez, recuerda el CAC, define su trabajo como "la sensación de mirar un abismo". Con el jiennense, el centro vuelve a elevar a su primera categoría a un artista de proximidad que, de paso, incluirá en su exhibición obras expresamente creada para la misma. Una de ellas, El corazón manda, es nada menos que una lectura libre de Y tenía corazón, de Enrique Simonet; así que Málaga, o las Málagas, se reservan su cuota de inspiración.

Respecto a la fotógrafa holandesa Danielle van Zadelhoff (1963), residente en Bélgica y, a pesar de su vocación tardía (protagonizó su primera exposición en 2013), referente en su género en Europa, el CAC apunta lo siguiente: "Van Zadelhoff es una fotógrafa fascinada por la psique humana. Dota a sus obras con una tensión que no deja indiferente. Es indiscutible la asociación de sus fotografías con obras de los grandes maestros flamencos y la pintura del sur de Holanda. Además, en sus obras aborda la temática religiosa, ya que estudió en una escuela protestante. La religión está actualmente muy integrada en nuestra sociedad y es además un gran tema en la pintura del siglo XVII en el que Danielle se inspira. Una característica de la obra de la artista es el uso frecuente del claroscuro, que bien podría ser producido por el sol o una vela. Esta técnica fue muy popular entre los pintores de la época del Renacimiento como Caravaggio, Rembrandt o Murillo. Este juego con la luz, la delicadeza de los tonos, el uso de la perspectiva, el toque sofisticado; todo al servicio de la composición del tema de sus fotografías. Danielle se inspira en los grandes temas de la vida, la soledad, la vulnerabilidad, las emociones puras de la vida diaria. Quiere capturar todos estos elementos en sus fotografías, algo que es casi invisible, pero siempre presente". Su exposición podrá verse del 30 de junio al 15 de octubre.