El CAAC incorpora una obra de Reinhard Mucha a su colección
La galerista Oliva Arauna deposita en La Cartuja la pieza 'Bantin', una singular escultura de pared del alemán
Reinhard Mucha nació en 1950 en Düsseldorf -donde todavía reside y trabaja- y se formó en su célebre escuela de bellas artes, centro por el que han desfilado muchos de los más importantes creadores contemporáneos. Allí, con maestros como Klaus Rinke, comenzó a desarrollar un complejo lenguaje que, a partir de los años 80, le convirtió en un referente de la escultura europea. Mediante un vocabulario estético interesado por la arquitectura y las piezas de mobiliario, Mucha -que se adiestró como mecánico antes que como artista- emplea los materiales, a menudo hallados al azar o procedentes de escombreras y desguaces, como reliquias del tiempo y de la memoria.
Telas gastadas, madera de contrachapado, algodones, esmaltes y alfombras, por lo general encapsulados en cristal, le han servido para dar forma a esas instalaciones y esculturas de pared que, tras su puesta de largo en citas referenciales como la Bienal de Venecia (donde en 1990 fue el encargado de representar a su país, Alemania) o la Documenta de Kassel, pasaron a ser disputadas por las colecciones más importantes del mundo, caso del Museo Pompidou de París, el MOMA neoyorquino, la Tate Modern de Londres, el Instituto de Arte de Chicago y el Reina Sofía en Madrid. Precisamente este museo español incluyó hasta el mes pasado en Mínimas resistencias, una personal antología de los fondos de su colección correspondientes a los años 80 y 90, la pieza Bantin que ahora exhibe Sevilla gracias al generoso depósito de la galerista Oliva Arauna y que es la primera obra del artista germano en una colección pública andaluza, la del CAAC, que no tenía en su catálogo hitos de esa generación de escultores alemanes a la que pertenece también Thomas Schute.
La obra de Mucha abarca temas como la identidad colectiva, el pasado reciente de Alemania y la reflexión sobre el museo como lugar de creación de la historia. Algunas de esas pulsiones inspiran la pieza Bantin, donde Arauna encuentra también "ecos del povera en esa tela un tanto carcomida, mohosa, que nos habla del paso del tiempo aunque no sabemos si procede de un hospital o de una mudanza, porque el artista nunca confesó su origen". Y, por supuesto, está la deuda con una figura totémica como Joseph Beuys, "un artista fundamental para Mucha, como puede verse en el uso del fieltro gris en muchas de sus creaciones".
Bantin es, para Juan Antonio Álvarez Reyes, "una pieza de gran escala digna de un museo" en la que el director del CAAC detalla tres capas: la parte trasera asemeja una estantería invertida; sobre ella se disponen esas telas deslustradas por los años o la humedad que, a su vez, recubren a la manera de una vitrina cegada o de una ventana tapada cuatro cristales serigrafiados y montados sobre carriles "que enfatizan, con sus líneas amables, cierta reflexión sobre la abstracción geométrica".
Porque para Álvarez Reyes, en esta escultura de pared "que Arauna ha depositado a largo plazo, aunque el acuerdo se empieza por un período de cinco años" conviven todas esas dualidades que Mucha logra armonizar -el pulso entre lo temporal y lo permanente, entre lo dinámico y lo estático, entre la opacidad y la evidencia- en un trabajo de gran carga intelectual que en los 80 le alineó en una dirección bien distinta a la del arte vivencial y el retorno a la figuración pictórica que practicaron sus compatriotas, como puede rastrearse en la muestra que el CAAC dedica a los 80 a través de los contenidos de la revista Figura.
No es la primera vez que Oliva Arauna colabora con el monasterio de la Cartuja, pues su ayuda fue esencial para organizar la muestra dedicada al hoy cotizadísimo artista chileno Alfredo Jaar - "al que represento desde hace más de dos décadas y cuya primera exposición compré íntegra, porque no logré ninguna venta ni ninguna crítica", recordó con humor la galerista-. "También con esta pieza de Reinhard Mucha supe estar en el momento y el lugar adecuados, porque él hace muy pocas obras. Compré Bantin en Art Bassel en 2003. Me encanta cuando trabaja a esta gran escala", celebró la galerista, que acaba de participar en ARCO y ha reabierto su sala madrileña, siempre atenta a la vanguardia y a aquellos artistas que, como el sevillano Juan Carlos Robles, posan una mirada inédita y nada complaciente sobre la realidad.
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