Latitudes Festival de Fotografía

Bernhard Wicki une cine y fotografía en la retrospectiva que exhibe la Diputación

  • Ecos de neorrealismo italiano y Cartier-Bresson en una colección de imágenes de los años 50

  • El cineasta alemán fue prisionero en un campo de concentración antes de optar al Oscar

Una mujer observa las fotografías de Bernhard Wicki durante la inauguración en la Sala de la Provincia.

Una mujer observa las fotografías de Bernhard Wicki durante la inauguración en la Sala de la Provincia. / Alberto Domínguez

Andaba Bernhard Wicki por Lausanne, cuando asistió a una exposición de Robert Cappa que le dejó impresionado. Hasta tal punto que allí mismo, en la ciudad suiza, buscó una cámara de fotos y empezó con una afición que nunca más dejó. Ese alumbramiento del autor lo contó ayer el director de Latitudes, Festival Internacional de Fotografía de Huelva, José Luis Ruiz, en la presentación de la muestra retrospectiva que estará en la Sala de la Provincia, de la Diputación, hasta el 16 de marzo.

Hay en esta exposición una clara unión de los mundos de Wicki. La fotografía se entrelaza con el cine, de forma más y menos evidente. También con la propia fotografía contemporánea del autor, de aquella época gloriosa de los años 50, de iniciación para el cineasta, de eclosión de grandes maestros para este arte en Europa.

Quizá tuvo ventaja en estos inicios el propio Wicki (1919-2000) por su doble condición de austriaco-alemán, tierra de grandes fotógrafos, y de cineasta, en esa cohabitación natural de dos medios de la imagen. Pero hay en estas primeras obras suyas una clara influencia exterior, personificada, por encima de todos, en el gran Henri Cartier-Bresson, como bien dijo José Luis Ruiz. Y también en las películas neorrealistas italianas, que en la misma década marcaron el rumbo del cine europeo.

Bernhard Wicki toma el control de sus fotografías desde un primer momento, casi desde que salió de esa tienda de Lausanne con la cámara ya cargada con película, y muestra ahora aquí su dominio de un blanco y negro poderoso, con expresivos contrastes de reconocido influjo, igual que esos reflejos en el pavimento, las escenas costumbristas en la ciudad y los cielos cargados de nubes que mucho dicen, más que enseñan.

Puestos a seguir buscando modelos, que en realidad se encuentran sin proponerlo, tampoco hace falta salir de Alemania para ver El ángel azul en las imágenes más esperpénticas de Munich, y el ojo de Erich von Stroheim, que toma prestado sin monóculo.

Firma retratos de Maria Schell, Horst Bucholz o Agnes Fink, su esposa durante cincuenta años

La personalidad de Wicki, quede claro, no queda en entredicho por esas influencias evidentes. El fotógrafo sabe encontrar entre la podredumbre de la posguerra, en escenarios tan diversos como el norte de África, Bosnia, Alemania, Italia, París, Viena o Nueva York. Y no pierde los momentos de cineasta, que le permiten probar interesantes retratos a intérpretes como Maria Schell, Hildegard Knef, Horst Bucholz o Agnes Fink, que también fue su esposa durante 50 años, o al escritor Friedrich Dürrenmatt, amigo y colaborador en varios proyectos.

Hay en estas fotografías, también, mucho de la experiencia vital del autor. En la Alemania nazi quedó al otro lado, frente a Hitler, y acabó en un campo de concentración, el de Sachsenhausen, por su pertenencia a una asociación juvenil prohibida entonces.

Director de 'El puente'

Salió con vida de allí para poder huir del país y contarlo. Y convertirse en un activo antibelicista que llevó posteriormente al cine, como en su celebrada El puente (1959), acaso su película más conocida como director, nominada en Hollywood al Oscar a la mejor película extranjera y ganadora del Globo de Oro, en cualquier caso. Dos años después ganó el Oso de Plata al mejor director en la Berlinale por El milagro de Malaquías (1961). Y tiene el honor de ser uno de los tres directores que sufrieron a Darryl F. Zanuck en la superproducción de 1962, El día más largo, sobre el desembarco de Normandía, y de formar parte del elenco de la extraordinaria París, Texas (1984) de Wim Wenders.

La diputada provincial de Cultura, Lourdes Garrido, reconocía ayer ese periplo personal entre los grandes atractivos de la visión ofrecida por Wicki en sus fotografías. “Tiene la capacidad de encontrar belleza en los rincones más inhóspitos”, dijo rodeada de imágenes que ganan entidad como historias, “fotogramas de películas” con vida propia. Aquí la tendrán hasta el 16 de marzo.

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