Anfirock 2017 Crítica musical

Bermudas y rock

La quinta edición del Festival Anfirock de Isla Cristina será recordada por ser la del año de la ola de calor en junio, de las llamas en Doñana, pero también la de la consolidación de su oferta internacional. Oferta caracterizada por la valía de los referentes estilísticos manejados por las bandas, pero también por la amplitud del arco generacional de sus componentes: desde la inocencia casi adolescente de Viaverde, hasta la veteranía de Cápsula o White Hills. Recapitulemos acerca de los momentos cumbre del pasado fin de semana en el Parque Central.

No Crafts se proclamaron ganadores del concurso de bandas organizado por el Festival, y como tales abrieron el primer día el escenario grande del Auditorio, empleándose a fondo en sonidos que pivotan sobre los contemporáneos revisitadores anglosajones de la nueva ola ochentera.

Los portugueses Cave Story demuestran tablas y llegan con una pequeña joya en disco

Aún con el peso de la canícula, Delbosque presentan en el escenario pequeño algunos de los temas que irán en su inminente próximo álbum, justo antes de que Revel in Dimes salten al anfiteatro con la enjuta Kia Warren al frente. Se trata de un cuarteto neoyorquino de rhythm and blues que cuenta en sus filas con el guitarrista Eric Simons, una especie de émulo de Robert Cray que aporta las justas dosis de estilo frente al toque más callejero del bajista Chris Waller, culminando en una engrasada locomotora soulera de ida y vuelta, que lo mismo evoca a la Experience que surca con ahínco la cosa pantanosa (Shame o Last Breeze).

Aparecen minutos más tarde una de mis -a priori- debilidades personales: los australianos Animal House parecen como monos colgados de ese permanente cable de tensión eléctrica bien soldado, acometiendo en sus primeras canciones rítmicos saltos mortales, demostrando que no es necesario disfrazarse para salir a escena. Asunto de bermudas y camisetas. Lástima que, al fin y a la postre, acaben exhibiendo aspectos de la juerga más mundana, en su particular visión del desmadrado erasmus-rock.

Mi particular momento árido llega con Rufus T. Firefly, a quienes confieso que no les tenía apego, pero que a ratos exhalan algunos momentos destacables de entre esa excesiva paleta que configura su collage de psicodelia progresiva (El Halcón Milenario está entre lo mejor). El exceso se justifica cuando cuentan que su álbum "más que un disco, es un alegato a la vida, el amor y la naturaleza".

Lo sevillanos Terry vs. Tori, aportan su maraña shoegaze llena de buenísimas intenciones mezclada con la dulzura de los grupos del sello Sarah. Culmina la primera jornada con Cápsula y un Martín mucho más interactivo de lo que me esperaba, lanzando arengas sobre la irrealidad de la gente conectada a YouTube, incitando a participar al público de su psichobilly, y de todas las variantes estilísticas del post punk, terminando con I need somebody, de Iggy Pop, y Suffragette City, de Bowie.

El toque electrónico lo puso el jerezano Bronquio, que abrió el segundo día para dar paso a los sevillanos All La Glory, trazando estos últimos un recorrido a caballo de muchas cosas, pero sobre todo de la música con raigambre y solera americana de los inicios de su carrera (incluso se recrean en extensas maravillas pretéritas como Something You Ain't Got) cruzada con el buen pop de guitarras de los setenta al más puro estilo Dwight Twilley (el maravilloso frenesí de Pretty Eyes). Melodías cada vez más saturadas y dulzura en las voces de Juano y Pilar, que dan paso a otro de los platos fuertes: los suecos Bottlecap proporcionan algunos de los momentos más excitantes del fin de semana. Se trata de un joven pero curtido y trabajado trío que ofrece una rotunda ración de punk high-energy en la más pura tradición de los clásicos grupos de rock escandinavo. Sus salvajes cantante y batería tal vez hubieran lucido más en el escenario principal, aunque esto es una valoración muy personal que no ensombrece en absoluto las virtudes de su propuesta musical, expandiéndose a ratos por los derroteros del metal alternativo y otros subgéneros.

A continuación, The Shivas nos obsequian con su rudimentario y auténtico despliegue de básico retro-surf. Detrás del poblado flequillo de Jared Molyneux y los tambores de Kristin Leonard se esconden décadas de lisergia y reverb comprimidas en vinilos grabados en baja fidelidad (no en vano ha estado detrás de ellos la mano de Calvin Johnson y el sello K-Records). El contraste de su estética cavernícola con cierta dulzura doo-wop y en los coros, hace difícil definirlos pero fácil reconocerlos. Demasiado románticos para ser considerados hijos bastardos de Link Wray, demasiado oscuros para emparentarlos con la psicodelia de manual. Con los de Portland uno no acierta dónde colocarse para captar más fielmente su sonido (de pie, sentado, delante, detrás), y acaba pensando que hubiesen ganado en las distancias cortas, en el escenario pequeño (justo al contrario de Bottlecap).

Otros que demuestran tablas son los portugueses Cave Story, que nos visitan en su semana de postdesastre medioambiental. Su disco West es una pequeña joya de pop-rock cubista, aunque quizá les falte la capacidad de sorpresa de la que sí gozan algunos de sus grupos de cabecera.

Al evento isleño le ponen broche final, ya de madrugada, White Hills, cuya propuesta oscila entre lo siniestro y lo grandilocuente, transitando por extensos pasajes instrumentales de sólido space rock, exquisitos si se da el momento propicio para entrar en su bucle.

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