Años flamencos de Miguel de Molina


Se consideraba "flamenco auténtico", del que "lo lleva en la sangre y sólo así se consigue el duende que impacta en el público". Así explica sus diferencias, como intérprete, con La Argentinita, en el baile, y con Concha Piquer, en el cante. Reproduce la famosa anécdota en que intentó enseñar a la Piquer algunos de sus pasos por bulerías, para interpretar Las coplas del burrero, sin éxito. Eso sí, como quería ser una estrella, tuvo que elegir un género mixto de baile y canción, de exquisita puesta en escena, que es exclusivo de Miguel de Molina. Los inicios del más tarde famoso coplero fueron estrictamente flamencos, primero como organizador de juergas en la Alameda sevillana, en las que daba sus pinceladas de baile y de cantes "por chuflas, bulerías y sevillanas". Estas juergas, según propia confesión, le proporcionaron una formación flamenca que aplicó a todas las facetas de su vida artística. De la Alameda pasa al Villa Rosa madrileño. Su primer contrato fue en calidad de "bailarín de arte gitano" junto a Soledad Miralles. Sin embargo, pronto introdujo "cuplés flamencos" y coplas en sus espectáculos, hasta que finalmente el peso y la repercusión pública de estas últimas se impusieron. Después vendría también El amor brujo en las versiones de Laura Santelmo, La Argentinita y La Argentina, con el propio Manuel de Falla. En 1934 formó un trío con el guitarrista Luis Maravilla y la bailaora Pilar Calvo que sólo rompio su exilio en 1942.
Miguel de Molina Córdoba, Almuzara, 3ª ed. (1ª ed. 1998).
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