Toros

Andrés Romero y Borja Jiménez los triunfadores del festejo mixto en Niebla

  • El onubense cortó tres orejas y cuatro el menor de los Jiménez. Javier Jiménez sorteó entre los malos, los peores y tampoco remató con los aceros escuchando un aviso en su segundo

La tarde se puede contar desde esa máxima del aficionado exigente que seguramente habrá visto poquitas cosas determinantes en el festejo o en detrimento de otras muchas cosas aceptar que la tarde se la cargaron unos toros sin fortaleza, con presencia más que sobrada para una plaza de tercera como es Niebla y salvar a los toreros que hicieron lo que pudieron con tan deshilachada corrida de un hierro ganadero que desde luego no se ha caracterizado demasiado por la falta de fortaleza. Diseccionar porqué una corrida tan pasada de edad acusa debilidad puede ser tedioso pero explicable desde lo que cuesta echar de comer, y echar bien, en el campo bravo para un ganado que se ha salvado de ir al triste camino del matadero por muy pocos meses.

Por lo tanto, no rompamos demasiadas aguas y vayamos a lo mejor que deja esa tarde iliplense con una imagen de tendido que suena a normalidad, aunque con esa lógica del aforo restringido y los buenos ánimos que los espectadores se llevaron hasta su asiento por ver ese mano a mano familiar de los Jiménez y el arranque de temporada de un profesional honesto y luchador como es el rejoneador Andrés Romero.

Toros de Torrehandilla para todos. Todos ellos hermanados también en esa mesura de acometividad cuando pasaban ese límite del tercio de rehiletes o el de rejones en el caso del caballo. hay dos faenas en la tarde que más justifican ese doble trofeo que se llevaron sus protagonistas. Una la enmarca el joven Borja Jiménez frente al tercero de la tarde al que cogió pronto distancia y ritmo cuajando por ambas manos un toreo de profesional más granado de lo que en realidad está el joven de Espartinas. Esa magia del temple llegó a asomarse con generosidad en unos muletazos que desde luego el toro no iba a admitir en ligazón pero que uno a uno fue construyendo una más que intensa faena que se coló rápido entre el tendido. Todo con mucho mérito y serenidad. Sin arrebato ficticio y en esa verdad de entregarse con lo que había Borja le ganó a la tarde dos sinceras orejas haciendo honor al brindis que, desde el albero, al igual que su hermano en el primero le había hecho llegar al veterano torero Antonio Ruiz Espartaco.

Frente al sexto Borja repitió toreo alegre y con afán, aunque a este toro le faltaron muchas más cosas. Ese grito de “Vamos toro palante” al rematar el torero una serie con el de pecho marca precisamente lo que le faltó a la corrida: ir palante.

Sí quiso ir palante toda la tarde la actuación de Andrés Romero quien puso toda la carne en el asador con Caimán y Kabul en una actuación de mucha entrega y dificultad con un toro aquerenciado con el que Andrés estuvo gastando prácticamente la faena en sacarlo para afuera. Jerjes puso en espectáculo con las levadas y Máximo estuvo sobrado en ese encuentro parando los pies del toro, que los tuvo en el comienzo.

Pero si hay que buscar una actuación con brillantez en la tarde de una lidia correosa por esa querencia declarada del lote de rejones es la de Fuente Rey quien junto a Romero le arrancaron a la lidia la palidez que iba destilando cuajando sobresaliente la faena que después no fue capaz de dejarle al veterano Guajiro la oportunidad de quebrar y cuadrar en esos alardes que tanto le rematan en emoción las tardes de rejoneo a Romero. Se echó el toro antes de acometer el último tercio y esta vez el rejonazo en todo lo alto y entero fulminó. Dos orejas ganadas a una tarde difícil.

Por su parte Javier Jiménez lo intentó con ahínco frente al segundo del festejo un toro sin gracia ni fondo que pronto se aquerenció marcando la constante de una faena en la que al torero le costó vender el pescao porque de uno en uno cuesta trabajo vender la mercancía. Se derrumbó el toro y se llevó para adelante la faena de un torero que estuvo dispuesto para otra cosa más lucida.

Con el quinto, más de lo mismo, aunque en un momento de generosidad el mayor de los Jiménez fue capaz de arrancarle la ligazón en una serie con la zurda. El resto son islas de muletazos insistentes en la voz y el cite donde todo el mérito torero prevalece aun en ese toreo al hilo del pitón por no molestar demasiado el poco afán de embestida. El resto entra en el limbo de una tarde que arroja dos triunfadores claros como son Andrés Romero y Borja Jiménez. Aquí paz y después gloria

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