40 años de posesiones infernales

Posesión Infernal: El despertar | Crítica

La saga de 'Posesión Infernal' continúa.
La saga de 'Posesión Infernal' continúa. / D. S.
Carlos Colón

25 de abril 2023 - 11:27

La ficha

*** 'Posesión Infernal: El despertar'. Terror, EE UU, 2023, 97 min. Dirección y guión: Lee Cronin. Música: Stephen McKeon. Fotografía: Dave Garbett. Intérpretes: Alyssa Sutherland, Lily Sullivan, Morgan Davies, Nell Fisher, Gabrielle Echols, Jayden Daniels, Billy Reynolds-McCarthy, Tai Wano, Anna-Maree Thomas, Mirabai Pease, Richard Crouchley.

A Sam Raimi le debemos la trilogía iniciada por The Evil Dead (Posesión infernal, 1981), continuada con Evil Dead II (1987) y gloriosamente cerrada con El ejército de las tinieblas (1992), homenaje a Ray Harryhausen que tocó el corazón de quienes crecimos teniendo pesadillas con el ejército de esqueletos de Jasón y los Argonautas o la lucha con el esqueleto de Simbad y la princesa. Dos décadas después, con Sam Raimi en la producción, el uruguayo Fede Álvarez rodó una nueva versión de la primera –Posesión infernal (2013)- que ahora se prolonga con una nueva entrega dirigida por el irlandés Lee Cronin que se dio a conocer con la apreciable El bosque maldito (2019).

De la cabaña original se pasa a un destartalado piso en un siniestro bloque medio en ruinas en unos Los Ángeles pos catástrofe y del grupo de amigos a una familia más bien desestructurada y tirando a matriarcal. Como es de esperar aparece un libro maldito y unos discos que no deben ser leído ni oídos y que, naturalmente, se lee y se oyen provocando que se desate un infierno que hace aflorar, ya sea por estar poseído por el Mal (con mayúscula) o por defenderse de él, la espantosa criatura que cada cual lleva dentro. Que no otra es la tarea del maligno tanto en las más serias tradiciones religiosas como en los más disparatados festivales de terror.

A partir de ahí, lo previsible en dosis mayúsculas: una antología de casi todas las formas de matar y mutilar posibles, un baño de sangre comparable con el de la apertura de las puertas del ascensor de El resplandor (citada, como otras muchas películas de terror desde La matanza de Texas a El exorcista), que se beneficia de una estimulante concentración espacial y temporal de la acción y gratifica con el bien cada vez más raro de un metraje considerado para con el espectador. Quizás excesiva para los ya venerables coetáneos del estreno de la trilogía original, satisfará a quienes -curtidos por los desarrollos del cine de casquería- se engancharon a ella a través de los dispositivos domésticos y del remake de Fede Álvarez.

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