Sobrio cine bélico con valores éticos

Petter Naess rueda su cinta con una gran sencillez formal.
Carlos Colón

15 de julio 2013 - 05:00

Drama, bélico, Noruega-Suecia, 2012. Dirección: Petter Naess. Intérpretes: Rupert Grint, David Kross, Florian Lukas, Lachlan Nieboer, Stig Henrik Hoff, Kim Haugen, Knut Joner, Morten Faldaas. Fotografía: Daniel Voldheim. Cines: Cinesur Nervión Plaza 3D.

Buen cine correctamente filmado y bien interpretado. Con un sólido guión basado en hechos reales. Y con un valor raro de verse en las pantallas actuales: la muerte pesa, es decir, cuando un personaje muere sentimos que desaparece una forma única de contemplar la realidad, que se desvanecen unos recuerdos y que se frustran unos proyectos. Hay demasiada muerte en el cine comercial actual. Y se la trata demasiado superficial o cínicamente. Para recreo de sádicos o diversión de imbéciles el dolor y la muerte se han convertido en un juego inhumano (su presencia extremadamente violenta en los videojuegos es reveladora). Se le podría hacer a la representación de la muerte en el cine actual el reproche que Eastwood hace al joven pistolero en Sin perdón para frenar sus ansias de disparar.

En esta película todas las muertes menos una se producen fuera de campo, cuando los aviones se estrellan. Y la que se representa adquiere un gran peso dramático. Para lograr este efecto el director y los actores han debido convertir los personajes en seres humanamente creíbles. Por lo que hablar del peso de esa única muerte en la película es hacer el elogio de la totalidad. Especialmente en el fin de semana en que la han acompañado en la cartelera basurillas sanguinolentas como La purga o El hipnotista.

En abril de 1940 un avión alemán se estrella en una zona desértica y helada de Noruega. Sobreviven tres tripulantes que se refugian en una abandonada cabaña de caza. Pronto se les unen dos ingleses, cuyo avión también se ha estrellado. La alentadora historia real que se nos cuenta es la superación del odio en nombre de la supervivencia. Esa tregua necesaria les permite reconocerse como seres humanos y, pese a lo mucho que les diferencia y al conflicto que les enfrenta, apreciar lo que de apreciable pueda haber en cada uno de ellos.

Rodada sin retórica, con una gran sencillez formal, parece que el director no quisiera entorpecer la fuerza de la ejemplar historia que narra. Lo logra. Cinco personajes refugiados en una cabaña perdida en medio de un desierto helado consiguen concentrar más tensión y más emoción que algunos artefactos de muchos millones plagados de efectos especiales.

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