Regreso y concesión
Martina Topley Bird fue la voz atormentada de aquel disco estremecedor, Maxinquaye (1995), con el que el salvaje Tricky reclamó un espacio propio con el tiempo condenado a vaciarse. Trece años y algún disco semivisible después, ese tiempo tampoco parece haberla tratado mejor a ella. The Blue God, pese a ocasionales pasajes de cierta oscuridad -April Grove-, queda más cerca de aquella versión del trip-hop amable y para todos los públicos -Morcheeba- que de aquella otra tenebrosa densidad de la que salió catapultada. Lástima.
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