Mundo

"Trump, estás despedido"

  • Joe Biden echa de la Casa Blanca al presidente republicano, que continúa insistiendo sin aportar pruebas que las elecciones han sido un fraude y que él es el vencedor

Una mujer levanta una pancarta en las calles de Nueva York durante una de las celebraciones espontáneas que se registraron ayer tras conocerse la victoria de Joe Biden.

Una mujer levanta una pancarta en las calles de Nueva York durante una de las celebraciones espontáneas que se registraron ayer tras conocerse la victoria de Joe Biden. / PORTER BINKS / efe

"Histórica y decisiva victoria". De esta manera bautizó el ex presidente Barack Obama el triunfo de Joe Biden. El candidato demócrata también se impuso en el estado clave de Pensilvania y se convertirá el 20 de enero de 2021 en el 46º presidente de Estados Unidos. "Estoy honrado de que me hayan elegido para liderar nuestro gran país", escribió Biden en Twitter poco después de que llegaran las proyecciones de todas las grandes cadenas de televisión. "El trabajo que nos queda por delante será duro, pero les prometo esto: seré un presidente para todos los estadounidenses, tanto si votaron por mí como si no. Estaré a la altura de la fe que han depositado en mí", añadió.

La elección del demócrata llega acompañada de récords. Él mismo ha batido uno al ser el candidato presidencial con más votos en la historia del EEUU: 74 millones de sufragios. Hay otro, el de la participación de sus compatriotas en estos comicios. El país, tradicionalmente reacio a comprometerse en las urnas, acudió esta vez en masa: han votado unos 145 millones de estadounidenses. Y otro hito: por primera vez, la vicepresidencia estará en manos de una mujer, Kamala Harris.

Una frase popularizada por Trump en su programa televisivo The Appentice (El aprendiz), se volvió ayer en su contra al extenderse entre los partidarios de Biden que celebraban la victoria: "¡Estás despedido!". No parece sólo un grito de satisfacción pronunciado por los contrincantes del partido demócrata. Todo apunta a que la victoria de Biden, supone el "comienzo del fin" de la era de Trump no sólo al frente del país, sino en el seno del partido republicado, a cuyas bases ha sacudido. El presidente insistió ayer por enésima vez en que ha ganado las elecciones. Sin ningún tipo de pruebas abundó en sus acusaciones de fraude electoral y a pesar de que el partido republicano parece haberla dado ya la espalda en la vía de recursos legales y hasta "extralegales" que ha emprendido Trump a la desesperada.

Convertido en un presidente inmune a las leyes de la política tradicional, superó la oposición del Partido Republicano a su nominación en 2016, se sobrepuso a todo tipo de escándalos que para otros hubiesen supuesto el fin de su carrera política, superó un histórico impeachment y hasta le ganó la partida al coronavirus en unos días, pero hoy no pudo con más de 74 millones de votantes que apoyaron la candidatura de Biden.

Pero el protagonista principal es Biden. Se ha presentado a los estadounidenses como el gran unificador que restañará heridas y que han dejado un país con una brecha ideológica abismal, una peligrosa ira a ambos extremos del espectro y un Gobierno desvencijado que niega con sus actos el cambio climático, la epidemia del coronavirus o la compasión con inmigrantes y minorías.

Biden ha prometido reorientar el rumbo de los Estados Unidos, corregir cuatro años de políticas de Trump, como la salida del Acuerdo de París contra el cambio climático, el desdén por la OTAN o las Naciones Unidas, la irrelevancia internacional de Washington o los ataques al sistema de salud, a las minorías y a los refugiados o inmigrantes que antes encontraban en EE.UU. un lugar seguro.

El demócrata y su vicepresidenta electa, Kamala Harris, también han prometido unir al país, una tarea que a buen seguro llevará más de un mandato, ya que millones de estadounidenses ha sucumbido a un torrente de desinformación que supone a los demócratas al frente de un plan para destruir a la nación y llevarla a una guerra civil para la que creen que deben armarse hasta los dientes.

La Administración Biden buscará construir puentes que pongan fin a la polarización sin precedentes y que ha llevado a que parte del país vea enemigos entre sus propios vecinos o perciba una realidad, alimentada por Trump y grupos ultraconservadores en las redes sociales, de que el sistema está diseñado para desposeerlos de aquello que hacía a "América grande".

"Podemos ser oponentes, pero no enemigos", dijo Biden el viernes desde Wilmington (Delaware). "El propósito de nuestra política no es una guerra implacable sin fin. El propósito de nuestra política, el trabajo de la nación, no es alentar las llamas del conflicto para resolver los problemas", avisó el demócrata.

Tras la toma de posesión en enero, Biden deberá aprovechar el apoyo de más de 74 millones de votos y de una participación histórica para auparle en las urnas a la hora de ocupar el espacio necesario para abordar reformas que tendrán enfrente a la capacidad de movilización del trumpismo y, posiblemente, a un senado dominado por los republicanos, aunque por la mínima.

No obstante, debe reconocerse que gran parte de las lágrimas, los gritos de alegría, el descorche del champán y los carteles con la exclamación "Hallelujah!" bien estampada que se exhibieron ayer en numerosas ciudades del país son más por la derrota de Trump que por la victoria de Biden. Está por ver si la euforia y la unidad de este 7 de noviembre dura.

Ahora llega la hora de gobernar y de devolver favores. En opinión de quien ondea el estandarte del ala progresista de los demócratas, la congresista por Nueva York Alexandria Ocasio-Cortez,, han sido precisamente los activistas inmigrantes, negros y defensores de los derechos civiles, que salieron a la calle a oponerse a Trump, así como los líderes políticos que quien está ya cerca de añadir el ex a su cargo de presidente ha llamado "comunistas", los que han otorgado a Biden los márgenes mínimos necesarios que lo han llevado a la Presidencia.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios