Motor

Las malogradas ruedas con luces de los neumáticos Goodyear

Neumáticos iluminados

Neumáticos iluminados / M.G.

La rueda fue uno de los mayores inventos de la prehistoria, junto al fuego o la agricultura. Pero, aunque la rueda llevara miles y miles de años rodando por la historia, los primeros neumáticos para coches no llegarían hasta entrado el siglo XIX. Por entonces Charles Goodyear descubrió la vulcanización, un proceso que ayudaría a mejorar la resistencia y la plasticidad del caucho.

Con esta larga trayectoria, que continua hasta nuestros días, han existido todo tipo de neumáticos para todo tipo de coches, tamaños, formas, color e inclusos luces. ¿Luces? Si, neumáticos iluminados. Para saber de ellos hay que hacer un viaje en el tiempo hasta los curiosos años 60 y la hasta la compañía Goodyear.

La misma casa de ruedas que descubrió como el proceso de vulcanización ayudaba a crear mejores yantas, en la década de 1960 tuvo una idea un tanto extraña y llamativa. Crearon neumáticos que podían iluminarse con 18 bombillas. Se trataban de unas ruedas traslúcidas que podían cambiar de color, siguiendo la idea de que el conductor cambiaría el color de sus neumáticos según su estado de ánimo.

En 1962, John J. Hartz, director de Desarrollo de Goodyear explicó como funcionaria, “El neumático translúcido de Goodyear puede fabricarse en cualquier color para que haga juego con el coche... o quizás con el nuevo traje de su mujer. Un día, una mujer puede decir a su marido: "Charlie, ve a cambiar los neumáticos. Esta noche llevaré mi vestido azul"

Este espectacular efecto se conseguía gracias a un material sintético que tenía la propiedad de ser translucido, llamado neotano. Más allá de la estética, Goodyear estudiaba este tipo de ruedas para crear unos neumáticos que ayudasen a mejorar la visibilidad con mal tiempo.

Una década más tarde este ambicioso proyecto se abandonó. Los motivos fueron, sobre todo, el desorbitado precio que alcanzaba su estudio y puesta a la venta, y por motivos de seguridad. La seguridad se veía puesta en peligro ya que los conductores se quedaban tan cautivados por la luz que emanaban estos neumáticos, que se olvidaban de mirar a la carretera.

Estas yantas luminosas no eran muy eficientes. No eran ruedas seguras para la lluvia, tampoco soportaban fuertes frenandas, y el calor terminaba por agrietarlas. Además, hay que sumarle que tras unos pocos kilómetros de uso, la suciedad de las calzadas terminaba por cubrir completamente la superficie de la rueda, reduciendo su brillo, luminosidad, y por tanto su valor.

Este curioso y malogrado invento se usó para restaurar un vehículo, el Golden Sahara II, que fue expuesto en el salón de Ginebra de 2019. Más allá de las particularidades de sus ruedas, este coche fue uno de los primeros prototipos de coche autónomo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios