Jaime Sicilia
Mercedes-Benz Group
Automoción
Mercedes ha sido, durante buena parte de los últimos 90 años, la marca que se utilizaba para el desarrollo de los diferentes papamóviles, los coches en los que distintos papas comparecían en eventos públicos. Sin embargo, han sido vehículos de muchas más marcas los que se han utilizado para estos actos, por lo común, convenientemente carrozados desde, al menos, 75 años.
Ha habido, al margen de los modelos de Daimler, coches hechos por Peugeot, Land Rover, Fiat, Cadillac, Renault… incluso un Seat, un Panda, que en unas ocasiones contaban con cabinas blindadas y, en otras, simplemente una estructura que permitía viajar a los papas a cielo abierto.
Entre estos está el último modelo que se suma a la historia de los papamóviles aunque no es por esto por lo que pasará a esa particular historia de los coches de los santos pontífices, sino porque se tratará del primer modelo movido por pila de combustible, que eléctrico ya tuvo un Kangoo en su parque móvil. El futuro ya está aquí también para que el Papa Francisco se desplace entre sus fieles.
Un Toyota Mirai impulsado por hidrógeno ha sido el regalo de la Conferencia Episcopal Católica de Japón que le ha sido entregado en Ciudad del Vaticano, además de por el Padre Doménico Makoto Wada en representación de la conferencia episcopal, por el embajador de Japón ante la Santa Sede, Seiji Okada; y una delegación de Toyota encabezada por Miguel Fonseca, vicepresidente de Toyota Motor Europa.
El Toyota Mirai que conducirá al Papa en sus eventos ha sido fabricado por Toyota y donado a la conferencia episcopal japonesa tras la visita que el Papa Francisco realizó el año pasado a Japón. Mide 5,1 metros de largo y tiene una altura de 2,7 m, lo que permite al Santo Padre viajar de pie, siendo visible por los fieles.
El Mirai es uno de los pocos coches de pila de combustible que hoy se fabrican y, además, Toyota ya tiene la capacidad para ensamblarlo en serie.
Usa una pila en la que el hidrógeno repostado -algo que se hace de manera análoga al repostado con gasolina- y que se mantiene presurizado en los depósitos a 700 bares, se transforma en electricidad, que es la energía que lo mueve. En el proceso de transformación, en el que también se toma oxígeno del aire, la única emisión por su escape resultante es agua.
Con un depósito de H2, la autonomía eléctrica es de 500 km, suficiente para dar casi 278 vueltas a la Plaza de San Pedro si el Toyota Mirai utilizase el perímetro exterior de ese recinto, lo más próximo posible a la Columnata de Berlini.
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