Turismo de naturaleza e incendios forestales, una convivencia cada vez más difícil
La catedrática de Geografía Cristina Montiel Molina, explica cómo el auge del turismo en espacios naturales y el aumento de incendios forestales dibujan un escenario de riesgo creciente

Las vacaciones de verano ya no se viven igual en la naturaleza. El calentamiento global, unido a una gestión forestal insuficiente y un aumento del turismo en espacios naturales, está transformando profundamente el equilibrio de montañas y bosques. Así lo advierte la catedrática de Geografía de la Universidad Complutense de Madrid, Cristina Montiel Molina, en un artículo publicado en SINC (Servicio de Información y Noticias Científicas) de la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología .
Según Montiel, la reciente ola de calor de mayo de 2025 en la Península Ibérica marca un inicio de verano inusualmente cálido, lo que coincide con una mayor afluencia de visitantes a entornos montañosos. Sin embargo, estos destinos, antaño considerados refugios climáticos, están más vulnerables que nunca. "Los bosques se encuentran estresados por la alteración que supone el cambio climático, la gestión insuficiente y la irrupción de un uso público desordenado", señala la experta.
Una desconexión peligrosa
El turismo de naturaleza, en teoría, debería fomentar el respeto y la conservación del entorno. Pero en la práctica, muchas veces se convierte en una amenaza más para los ecosistemas. "Los ecoturistas buscan escenarios de bienestar y disfrute donde realmente hay escenarios territoriales del fuego", alerta Montiel, quien subraya la falta de cultura del riesgo entre quienes visitan el monte: tirar colillas, hacer fuego o dejar residuos son prácticas que, aunque prohibidas, persisten.
La investigadora pone el foco en una paradoja cada vez más evidente: muchas personas buscan la naturaleza para desconectar del estrés urbano, pero lo hacen sin estar conectadas realmente con los ecosistemas que visitan. El resultado es una relación superficial y potencialmente destructiva.
El fuego amenaza al ecoturismo
Más allá del riesgo para las personas y el entorno natural, los incendios forestales suponen también una grave amenaza económica. En España, numerosos destinos de turismo rural han visto mermada su actividad tras repetidos incendios, como ocurrió en Pedro Bernardo y Arenas de San Pedro, en el Valle del Tiétar, donde el fuego ha golpeado duramente el tejido económico local desde los años 80 hasta la actualidad.
La tendencia es global. Parques icónicos de California, como Yosemite o la Reserva Nacional de Mojave, han sufrido recientemente incendios de gran magnitud. En Hawái, los fuegos de agosto de 2023 en la isla de Maui no solo arrasaron viviendas, sino que afectaron gravemente uno de los destinos turísticos más populares del mundo.
Prepararse para el riesgo
Montiel insiste en que no se trata de desalentar el turismo de naturaleza, sino de abordarlo con nuevas herramientas. “Los ecoturistas deben saber qué hacer y cómo actuar para reducir las igniciones a través de la prevención, para mantenerse a salvo en caso de incendio, y para facilitar las actuaciones de los dispositivos en situaciones de emergencia”, apunta.
Existen ya campañas que van en esa línea. Algunas comunidades autónomas han restringido el acceso a senderos o incluso a tramos del Camino de Santiago en épocas de riesgo extremo, como ocurrió en Navarra en junio de 2022. Iniciativas como el podcast de Cruz Roja “Toma Nota” o contenidos divulgativos en redes sociales también buscan educar a los visitantes.
Una nueva cultura del ecoturismo
La autora concluye con una llamada a crear una “cultura del riesgo” adaptada a la realidad climática y forestal actual. Prepararse para convivir con el fuego, entender los factores que lo desencadenan y actuar con responsabilidad es ya una necesidad urgente. Y añade: “Las consecuencias del cambio climático y de la modificación de los ecosistemas generan situaciones nuevas, a menudo imprevisibles, que obligan a gestionar la incertidumbre”.
Disfrutar de la naturaleza en tiempos de emergencia climática requiere algo más que zapatillas de senderismo y una mochila: requiere conciencia, información y responsabilidad compartida.
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