El accidente nuclear de Palomares ocurrió el 17 de enero de 1966, y fue uno de los sucesos más importantes de la historia de la energía nuclear en España. En aquel entonces, un avión B-52 de la Fuerza Aérea estadounidense colisionó con un avión cisterna de combustible en pleno vuelo, ocasionando la caída de cuatro bombas termonucleares en la localidad almeriense de Palomares.

Aunque tres de las bombas fueron recuperadas sin incidentes, la cuarta cayó al mar Mediterráneo, y su recuperación se convirtió en una de las mayores operaciones militares de la historia. La búsqueda de la bomba perdida, bautizada como "Palomares 4", movilizó a más de 1.500 efectivos militares y navales, así como a decenas de buques y submarinos de diferentes países. Finalmente, fue encontrada 80 días después del accidente, a una profundidad de más de 800 metros.

El accidente de Palomares fue una auténtica pesadilla para la población local y para las autoridades españolas. La caída de las bombas provocó una gran alarma social, y muchos habitantes de la zona tuvieron que ser evacuados temporalmente debido a la presencia de material radiactivo en el suelo y en el aire. Además, el accidente tuvo un impacto económico importante en la zona, ya que la agricultura y el turismo, dos de los principales motores de la economía local, se vieron seriamente afectados por la imagen de contaminación y peligro que proyectaba Palomares.

Desde el punto de vista diplomático, el accidente también tuvo consecuencias importantes. España, que en aquel momento estaba bajo la dictadura de Francisco Franco, tuvo que negociar con Estados Unidos para evitar un conflicto internacional. Finalmente, se acordó que los Estados Unidos llevarían a cabo una limpieza radiológica en la zona afectada, y se comprometieron a no realizar más maniobras nucleares cerca de la costa española.

A pesar de que han pasado más de 50 años desde el accidente, el recuerdo de Palomares sigue vivo en la memoria colectiva de España. La tragedia de Palomares ha sido objeto de numerosas investigaciones, documentales y películas, y sigue siendo un referente para el movimiento antinuclear en todo el mundo.

A día de hoy, la situación en Palomares es muy distinta a la de 1966. Las autoridades españolas han llevado a cabo numerosas medidas para limpiar la zona de contaminación radiactiva, y se han implantado sistemas de vigilancia y control para garantizar la seguridad de la población local. Además, el gobierno español ha impulsado en los últimos años un plan de transición energética hacia fuentes renovables, con el objetivo de reducir la dependencia del país respecto a la energía nuclear y fósil.

El accidente nuclear de Palomares fue un suceso trágico y traumático que marcó un antes y un después en la historia de la energía nuclear en España. A pesar de que las consecuencias fueron graves, también sirvió para impulsar medidas de seguridad y protección para la población y el medio ambiente, así como para fomentar el debate y la conciencia.