Cuando se 'vive por los pelos'
Raúl Velasco Infante · Peluquero
No tenía trabajo y le ofrecieron que se metiera a peluquero y al final esta es su profesión en la que lleva ya muchos años. Hizo tres años peluquería de señora y uno de caballero en la Academia Chela Velasco. Era una forma de estar ocupado, pero esto le llevó a seguir con otros cursos por Sevilla, Madrid, Zaragoza o Barcelona. Al final confiesa que le acabó gustando, hasta el momento no le ha cortado la oreja a nadie, o al menos no ha vuelto nadie quejándose.
A pesar de todo él viene de una familia de peluqueros desde su abuela que de alguna forma fue la que inició más tarde a todos, a su tía Chela que es la directora de la academia que lleva su nombre y en la que estudio Raúl Velasco, lo mismo que está vinculada a ella su tío y también han sido peluqueros su padre y su madre.
Estuvo durante algunos años dando clases de peluquería, llegaron tantas chicas que al final se casó con una de ellas, Paqui González, que es peluquera y esteticien, con lo que al final todo está vinculado a este mundo; fue además su alumna, le enseñó el corte de caballero y ahora ella es profesora de estética.
En la actualidad es el que lleva la peluquería de caballero, ubicada en la avenida Federico Molina, en la esquina del Guanahani. Asegura que la gente pide lo más raro en el corte de pelo, que si la raya para acá, que el pelo para atrás. Los chavales al final lo que quieren es lo que ven en la tele y en especial el corte de los futbolistas. Aunque le piden el de Torres, o el de Raúl, al Raúl peluquero no le gusta el fútbol, así que los chavales le van dando pistas para el corte de caballo. A él lo que le gusta es la música y la videoconsola, dice que matar 'marcianos' quita el estrés; y si hace buen tiempo, pues a pescar.
A la gente le gusta pelarse para las fiestas y dice que por ahora no se nota mucho la crisis, lo que la gente hace es esperar un poco más para pelarse, al final hay que ir y sentarse en el sillón, sino va a quedar uno como perdido en una isla. A él le gusta el oficio y le dicen los amigos que 'vive por los pelos', aunque le van quedando pocos.
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