75 años de la visita de Eva Perón a Huelva y La Rábida
Huelva de ayer a hoy
Esta semana que Binomico clausuró una nueva edición del encuentro gastronómico iberoamericano dedicado a Argentina recordamos una visita excepcional
La Gira del Arcoiris trajo a Huelva a Eva Perón hace ahora 75 años en un viaje en el que recorrió Europa, visitando además de España, Italia, Ciudad del Vaticano, Portugal, Francia y Suiza.
La llegada de Eva Perón, la esposa del presidente argentino Juan Domingo Perón, constituyó un gran acontecimiento por todos los lugares que recorría. En España volvieron a aflorar los vínculos con Iberoamérica y, sin duda, resultó algo excepcional su presencia en Huelva y los Lugares Colombinos.
De nuevo otra vez esta provincia en la mirada del mundo y lo es por ser el punto de partida de esa unión con el encuentro con América.
La ciudad respondió a esa visita. El diario Odiel lo titula a toda plana: “Huelva tributó un apoteósico recibimiento a doña Eva Duarte”. En los subtítulos describe lo emocionante del encuentro: “La señora de Perón hizo una ofrenda de flores ante el Monumento a Colón en la Punta del Sebo”, “Innumerables embarcaciones empavesadas escoltaron a las lanchas rápidas que llevaron a La Rábida a la ilustre visitante y a sus acompañantes”. Y es que se vivieron en todo momento “emotivos actos en el monasterio”.
Ese, sin duda, es un resumen de lo vivido en la ciudad que se echó a la calle desde el primer momento para recibir a Eva Perón, todo un personaje con una atractiva cercanía para las clases más sencillas, lo que sin duda la hizo popular en Argentina y fuera de su país como quedó demostrado en esta visita a Huelva.
Las calles se llenaron de público por donde seguía la comitiva que había llegado en automóvil para dirigirse hasta la Punta del Sebo. Lugar emblemático de encuentro con los países iberoamericanos junto a la escultura de Cristóbal Colón, para pasar en barco hasta La Rábida.
Eva Perón recibió en esta visita a España la Gran Cruz de Isabel la Católica, un emblema que dijo “nos recuerda la identidad de fines y la identidad de intenciones que hay en el mundo que compartimos”. La recibió de manos del general Franco y en sus palabras de agradecimiento al pueblo español estuvieron también dirigidas a los trabajadores: “Somos el pueblo de trabajadores que ha hecho y hará de la paz su razón de existir y de construir, y damos gracias a la Divina Providencia que nos ha permitido ser justos, equitativos y solidarios para con nuestros hermanos y que no tienen ya diferencias sociales y luchan por hacer desaparecer las últimas que aún pudieran subsistir”.
El marco en el que se desenvuelve este contexto histórico hoy se ve lejano. Lo cierto es que Eva Perón muestra un distanciamiento con Carmen Polo, la esposa de Franco, en una visita en la que se vieron algunos momentos de choque. Ella más allá del Madrid histórico, esperaba conocer la situación en los hospitales y los barrios obreros, lo que no le fue posible.
De regreso a Argentina llegó a comentar: “A la mujer de Franco no le gustaban los obreros, y cada vez que podía los tildaba de rojos porque habían participado en la guerra civil. Yo me aguanté un par de veces hasta que no pude más, y le dije que su marido no era un gobernante por los votos del pueblo sino por la imposición de una victoria. A la gorda no le gustó nada”.
Una visita histórica.
Alargando la mano hacia el pueblo
Estuvo muy cerca del pueblo, su movimiento era policlasista, con obreros y empresarios que defendían los intereses nacionales. Evita y Perón hicieron de la justicia social el núcleo de la ideología de una nueva cultura política. Un modelo superador del capitalismo salvaje y el comunismo, con un Estado que ordena el capitalismo y la humanización de las condiciones de vida y trabajo de los asalariados.
Recibiendo el afecto en nuestra Ría
Llegó a Huelva el 18 de junio de 1947. La ciudad -como dice la revista La Raza- se engalanó con millares de banderas de España y Argentina, acogiendo a Eva Perón “con atronadores vítores e incesantes aclamaciones, siendo imposible ponderar en su cabal medida, el grandioso recibimiento”. Desde los balcones caía una lluvia de flores sobre el coche en que llegó hasta la Ría para embarcar hacia la Punta del Sebo y La Rábida.
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