La Virgen Marinera de La Cinta
Huelva de Ayer a Hoy
Cien años de su procesión marítima. La Patrona de los onubenses, que siempre estuvo en los grandes acontecimientos de la ciudad, presidió en las aguas de la Ría el inicio de los Muelles
La Virgen de la Cinta de nuevo en la Merced
Huelva/Las expresiones marineras que aluden a la Virgen de la Cinta son especialmente numerosas. Las que hablan del mar como la invocación de los marinos descubridores de vuelta el 3 de marzo de 1493 que invocan a la Virgen de la Cinta ante una gran tempestad; allí estaban enrolados marineros de diferentes lugares y acuden a nuestra Patrona, señal inequívoca de que la devoción estaba extendida por toda la costa. Su nombre surcó luego esos mares en galeones que hacían la Ruta de las Indias, como el de Nuestra Señora de la Cinta, en el siglo XVI.
Hasta una almadraba con su nombre anclaba en las aguas de nuestras costas. Balandros y faluchos que navegaban por la Ría llevaron también su nombre: “Se siempre la estrella y guía de los pobres marineros, llevando sus pobres naves a puerto de salvamento”. Así canta la Salve de los marineros.
Muchos exvotos de aquellas difíciles travesías se ofrecían desde antaño en su santuario y mostraban en su altar réplicas de barcos ofrecidos a Ella. Incluso la ‘Memoria cintera’ en el santuario recuerda que allí había unos remos con los que destrozaron el rostro a la sagrada imagen en julio de 1936, hoy restaurada y de nuevo al culto de los onubenses.
Su casa siempre marinera acogió al Gremio de Mareantes cuando los desahuciaron de la iglesia de San Francisco, hasta 1866 cuando el Gobierno suprime los gremios; a El Conquero llevaron a san Telmo, su Patrón, al que dieron aquí culto como a la Virgen que fomentaron en Huelva y pueblos limítrofes.
Este año se cumplen cien de aquel momento en el que la imagen de la Virgen Chiquita de la Cinta recorre las aguas de la Ría el 26 de enero de 1924. Una procesión marítima en presencia del cardenal arzobispo de Sevilla Eustaquio Ilundain y el infante Carlos de Borbón, con todas las autoridades locales que celebraban así el inicio de las obras de los Muelles Definitivos; con los barcos de la Armada española y británica. La Virgen siempre en los grandes acontecimientos de la ciudad, lo mismo que en las rogativas públicas para pedir por las necesidades de los onubenses.
Ese vínculo marinero se expresó hace ya un siglo en el reconocimiento a la Comandancia de Marina, el eslabón más cercano a la Armada con el nombramiento de hermana mayor honoraria, lo que se consolidó en 2013 con el nombramiento a la Armada de hermana mayor honoraria. El espíritu de hace cien años se renovó este 3 de marzo en el Voto Colombino, que celebra la hermandad con la Real Sociedad Colombina de Huelva, de la que es socia de honor y ellos hermana mayor honoraria, quienes pidieron para nuestra Patrona la Cruz del Mérito Naval, en 1999.
Es fácil, por tanto, pensar que la Feria de la Virgen de la Cinta cuando se inician como la gran Feria de Huelva, en 1866, tuviesen uno de sus grandes escenarios en la misma Ría; desde siempre se habían celebrado las fiestas en su honor, su romería junto al santuario.
Una de aquellas crónicas nos relata la expectación que suscitaba entre los onubenses: “Los muelles estaban llenos de gente para presenciar la fiesta”. “Las regatas entre varias embarcaciones fueron muy animadas”.
“Las cucañas divirtieron grandemente a los chicos y a los forasteros que han venido a presencia los festejos”. Como vemos, y a decir de hoy, las fiestas marítimas de la Virgen de la Cinta suponían un ‘atractivo turístico’ del mes de septiembre.
Ella saldrá hoy, en su festividad de la Natividad, en su carabela de plata; donde unos angelotes llevan en la trasera una barca que regalara el Colegio de Farmacéuticos. Se recuerda en las cartelas su devoción marinera que desborda en los mascarones de proa de las maniguetas, con anclas y salvavidas; ahí junto, en la esquina donde se agarró San Juan Pablo II al arrodillarse ante Ella en su visita apostólica a nuestra Diócesis, en 1993.
Ella ha dado nombre a las madres de la Virgen, que con sus manos sobre su paso la llevarán en volandas hasta El Conquero. Un fandanguillo, de los años veinte del siglo pasado, que se renueva hoy en el Humilladero, cantaba: “Cinta se llama mi madre; Cinta la mujer que quiero; y es Cinta en su advocación; la Virgen que yo venero, la llevo en mi embarcación”.
Termino con los tres vivas a la Patrona: ¡Viva la Virgen de la Cinta! ¡Viva la Virgen de la Cinta! ¡Viva la Virgen de la Cinta!
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